La literatura infantil se divide en base a la edad recomendada de cada título, y aunque generalmente se hace una distinción entre los 0 y 3 años por un lado y los 3 y 6 por otro, es a partir de los dos años cuando la mayoría de los niños centran su atención en algo que les interesa.
Esto hace que los cuentos puedan ser un poquito más largos que cuando son bebés, y con historias que tengan un sentido, con su inicio, su nudo y su desenlace. Puede incluso no haber libro de por medio, solo una narración que domine todos los trucos para que se queden enganchados a ella.
Los beneficios de esta actividad, leída o contada, son múltiples como ya sabrás seguramente: desarrollo de la imaginación, mayor facilidad para la concentración, estimulación de las habilidades comunicativas, ampliación y refuerzo del vocabulario, desarrollo psicológico, aporte de referentes, fortalecimiento del vínculo con sus padres… La lista de beneficios que los cuentos y los libros suponen en sus pequeños lectores (oyentes entre los dos y 5 años) es enorme y muy completa.
Pero para que la actividad cale en ellos y les motive hasta el punto de que se convierta en un hobby que disfrutan, es muy importante que sus papás ayuden. Primero, dándole acceso a la literatura infantil, y segundo, transmitiéndosela con interés, pasión y devoción. Utilizar los cambios de voz, enfatizar en palabras importantes, conectar con la mirada con el niño, sobreactuar un poco dejando la vergüenza a un lado para sacarles carcajadas sinceras, utilizar recursos del teatro para acompañar la narración, e incorporar la actividad como parte de la rutina diaria son algunos de los consejos para que los niños se aficionen desde pequeños a los cuentos.
Y, por supuesto, es importante saber seleccionar el tipo de cuento. Para un niño de dos a cinco años, los cuentos cortos clásicos son una fantástica opción porque permiten hacer múltiples actividades alrededor de ellos.
Los tres cerditos
Es uno de los favoritos de los más pequeños porque está presente en casi todos los centros de educación infantil. Y no es para menos porque es uno de los relatos cortos más divertidos que hay no solo para el pequeño, sino también para el narrador, que puede convertirlo en toda una obra de microteatro.

Caperucita roja
Un cuento surrealista si lo analizamos desde un prisma racional, pero que es una de las historias cortas favoritas de los más pequeños. Red riding hood siempre es garantía de éxito si lo que buscas es un cuento corto que haga mantener la atención del niño.

La liebre y la tortuga
Las fábulas son maravillosos cuentos cortos y esta atribuida a Esopo que Disney llevó al cine hace ya muchísimas décadas es una de las más divertidas y didácticas que hay. Su moraleja está plenamente vigente, por lo que es uno de los cuentos clásicos que mejor ha envejecido.

La gallina Marcelina
Otro de esos cuentos cortos de toda la vida que suele dar mucho juego a los padres porque hay muchos animales que les son familiares a los niños, porque tiene una composición repetitiva que les ayuda a no perder el hilo ni el interés y porque también se pueden trabajar distintos valores a partir de la historia que cuenta.

El patito feo
Quizá su historia no ha envejecido tan bien como la de La liebre y la tortuga pero eso no quiere decir que se deba silenciar esta historia mítica con la que todos hemos crecido. Los niños la disfrutan y además se puede utilizar lo que cuenta para trabajar con los peques determinados valores.

Pulgarcito
Inolvidable personaje creado por los hermanos Grimm para algunos de sus cuentos de hadas. Sin duda alguna, Pulgarcito es uno de los personajes más astutos de todo el universo de la literatura infantil, clásica y contemporánea.

El pícnic
Un libro maravilloso lleno de troquelados bastante sencillos pero que conjugan entre sí para formar diferentes elementos que conforman el pícnic perfecto. Un álbum ilustrado hecho con mucha delicadeza que incluye muchos colores, muchos dibujos y pocas letras, es perfecto para peques que todavía necesitan ayuda para entender los cuentos. Con esta obra de Marta Comín, los niños pueden aprender a valorar la naturaleza, así como los alimentos que salen de ella. Editorial Combel.
