Mis amigos son mi familia
Hay abuelos que ayudan un montón y hermanos que son un amor. Pero la familia, la verdadera familia, la componen quienes se comprometen y están ahí sin necesidad de filiación sanguínea, aunque la tengan.
Que levante la mano...
- La que no ha recurrido a una vecina, o alguien que viva cerca en un momento de esos surrealistas de tener que salir corriendo por una emergencia… Algo como “quédate con mi nena un momentito, que he aparcado mal, me están poniendo una multa millonaria y tengo que ir a pelearme con las fuerzas cívicas del orden”.
- La que no ha conocido a una amiga para toda la vida gracias a los hijos. Los niños tienen la extraña capacidad de unir a las mamás en muy duraderas amistades.
- La que no ha confiado lo más preciado de su existencia a su mejor amiga (y no me refiero a la contraseña del wifi o ese vestido tan increíble, si no al propio hijo o hija).
- La que no se ha refugiado en alguien muy cercano tras discutir con la pareja. Nadie como una amiga comprende la sarta de insultos que puedes soltar en un cuarto de hora para terminar diciendo “es que le adoro, es tan ideal…”
- La que no ha acogido en casa a algún allegado, muy allegado, que duerme, come y convive y es como la cafetera, la alfombra o un picaporte: parte del hogar.
Eso es una familia
Eso que te ha hecho levantar la mano, amiga mía... eso es una familia. Una familia sin parentesco.
Por motivos laborales, tuve que visitar el zoo de Santillana del Mar, en Cantabria, hace unos años. Es un lugar mágico, lleno de respeto y amor. Hay linces ibéricos, un mariposario alucinante con música clásica, especies en cautividad felices y muchos animales salvajes a los que Jose ignacio y Maribel, los dueños, han dormido en sus brazos y han dado biberones a todas horas. Recuerdo que ella, Maribel, me dijo mientras acariciaba un imponente felino: "Estos animales son más que mi familia, son mis amigos de verdad". Aquello se me quedó grabado, ¿"más que familia"? ¿Unos animalicos? ¿Qué hay que sea más que la familia? Pues lo hay, sí.
El concepto tradicional de familia incluye dos progenitores -uno macho y otro hembra- y su descendencia. Pero eso es precisamente solo un “concepto tradicional”. La realidad puede ser muy variable.
Yo misma soy un ejemplo de familia atípica. Convivo con un compañero de piso y mis hijos. No es mi pareja, ni mi primo, ni un indigente que haya apadrinado (aunque a veces podría parecerlo). Es un amigo. Un amigo de verdad, que arregla la persiana, me cuenta cómo le ha ido el día, cuida a mis hijos y me ha visto llorar (y afortunadamente reír mucho más). De hecho, es la punta de lanza de un séquito muy familiar de colegas que están en mi vida, que me han elegido y a los que yo he elegido. Nos ayudamos, nos contenemos, nos divertimos, nos escuchamos y nos vamos juntos de vacaciones.
Me temo que no soy la única. En todos los hogares hay implícita una tribu…
La tribu
El núcleo familiar en todas las culturas se extiende hacia fuera. Somos animales sociales y no nos cuesta empatizar con nuestros semejantes (bueno, a algunos un poco sí). Y en occidente, las grandes amistades se fraguan en el entorno laboral, en la propia familia, en el ocio y en situaciones similares. Por ejemplo, cuando se tienen hijos.
Cuando estás embarazada no solo ves más embarazadas que nunca, (cuando compras una sillita de paseo solo ves sillitas por la calle, es un hecho).
Además, se desarrollan los intereses en común con las demás. Y de ahí puede surgir una amistad inseparable, de esas de ser uña y roña. En la preparación al parto, en la maternidad, o en la cola del súper… Tendemos a unirnos a nuestras semejantes.
Una vez que eres madre, comienzas a conocer a otras madres: obviamente de edad parecida y situación similar. Y se integran en tu vida, en tu , en la que posiblemente haya bastantes miembros: tu familia y los amigos de confianza. Esa mezcla de familia y amigos que podríamos contraer bajo el nombre de “famigo”.
Un famigo sería un grado más de cercanía, un amigo en la misma intimidad familiar, alguien imprescindible en nuestra vida, con quien nos une un amor fraternal. Nada de compromiso ni adn… solo (¿solo?) sentimientos.
¿Es mi famigo?
Si aún te quedan dudas sobre esta amistad tan cercana, te propongo un test en el que no necesitas ni siquiera apuntar nada. Basta con que sumes los “síes” que obtienes como respuesta de las siguientes preguntas. Piensa en esa amiga o amigo cercano:
- .¿Le he confiado/le confiaría un secreto?
- ¿Le he dejado o me ha dejado dinero
- ¿Sabe la fecha exacta de cumpleaños/cumplemés de mi hij@?
- ¿Ha visto lo peor y lo mejor de mí?
- ¿Se maneja con mi hij@?
- ¿Me alegro por sus logros y me apeno cuando le va mal?
- ¿Respeta mi forma de entender la maternidad?
- ¿Siento amor por él/ella, aunque a veces le daría una colleja?
- ¿Tengo confianza como para decirle que se marche en determinada situación que no quiero que esté?
- ¿Conozco a su familia y seres más cercanos?
Hasta 4 síes:
Esa persona no es siquiera tu amiga. No os conocéis lo suficiente. De hecho, Miley Cyrus o Cristiano Ronaldo tendrían la misma puntuación.
De 4 a 6 síes:
Esa persona es alguien cercano, de tu entorno más íntimo, alguien que aprecias y te aprecia. Pero no ha traspasado la esfera de intimidad familiar. Tal vez en un futuro lo haga y esta es una amistad a punto de consolidarse, pero por ahora es solo eso, una persona amiga.
De 7 a 10 síes:
Efectivamente, amiga, estás pensando en tu famig@ íntimo, en esa persona a la que pedirías que te cuide el bebé para ir a un concierto y lo entendería (si no es de reguetón); esa persona que te deja las llaves de su casa para que le riegues las plantas en vacaciones, esa persona que pertenece a tu tribu. Así que… Enhorabuena. El famigo es un bien tan preciado como el caviar iraní o los zapatos Louboutin, así que… ¡cuídalo!
Conclusiones
Cuántas veces hemos escuchado algo como: “Bueno, es mi amiga, pero es como si fuera mi hermana”.
Y si nos paramos a pensar es de las cosas más bonitas que se pueden decir de alguien. La familia, por maravillosa que sea, nos ha venido dada, no hemos elegido a padres ni hermanos. Como mucho, elegimos una pareja con la que perpetuamos nuestro adn, y nos salen los niños que “nos tocan en suerte” con esa genética.
Pero un amigo o amiga es alguien que hemos elegido y nos ha elegido, con el que no existe un interés familiar, ni sexual, ni maternal, ni de otro órden. Es el más sincero de los amores, de igual a igual… Y además, es para siempre. ¡Qué suerte tenemos de tener famigos ¿verdad?