El amigo imaginario del niño: ¿qué deben hacer los padres y cómo tendrían que actuar?

Aunque es absolutamente normal que el niño tenga un amigo invisible o imaginario, en muchas ocasiones los padres no saben cómo deben actuar o qué hacer. Te lo descubrimos.
El amigo imaginario del niño: ¿qué deben hacer los padres y cómo tendrían que actuar?

Entre los 3 y los 5 años de edad, la mayoría de los niños descubren un nuevo amigo directamente de su imaginación. Se trata, es cierto, de un fenómeno absolutamente normal, que ocurre aproximadamente en más de uno de cada cuatro niños. Y, como coinciden en señalar los expertos, lejos de ser preocupante o inquietante, la aparición del amigo imaginario no es más que una señal positiva de creatividad e imaginación.

No obstante, el hecho de que hablemos de un “amigo imaginario”, como tal, no significa que necesariamente sea invisible, ya que también puede ser encarnado en un peluche, por ejemplo.

Así, mientras que algunos amigos imaginarios ocupan mucho espacio, otros simplemente tienden a ser bastante discretos. Y, aunque es posible que, en un primer momento, la aparición de ese amigo imaginario pueda llegar a preocupar a los padres, la realidad es que poco a poco el niño aprenderá a diferenciar su mundo imaginario y la realidad. De manera que, lo más común, es que desaparezca alrededor de los 7 años de edad. Pero, ¿qué deberían hacer los padres?

¿Cómo deberían los padres interactuar con el amigo imaginario de su hijo?

Como recomiendan los expertos, no es correcto desafiar la existencia del amigo imaginario del niño, haciéndole pensar que es “una tontería” o que simplemente su amigo “no existe”, que “no es real”. Al contrario, es adecuado seguir con el juego.

Evidentemente, esto no significa que debamos servirle al amigo imaginario de nuestro propio hijo su propio cuenco de sopa, o un tazón de cereales con leche exclusivamente para la silla vacía. Es mejor establecer algunos límites sobre lo que los padres están o no dispuestos a hacer.

Consejos para padres si su hijo tiene un amigo imaginario - Foto: Istock

Por ejemplo, es conveniente fomentar la resolución de problemas diciendo cosas como: “¿Por qué no compartes tu tazón de cereales con tu amigo?”. En lugar de, claro está, servirle uno exclusivamente para esa pequeña personita invisible.

Tampoco se debe permitir que el amigo imaginario cargue con la culpa de la mala conducta del niño. Para responder ante este tipo de situaciones, más comunes y habituales incluso de lo que pueda llegar a pensarse en un primer momento, podemos decir cosas como: “No me importa cuál de ustedes dos lo hizo, pero espero que lo recojan todo y lo resuelvan”.

También está bien hacerle al niño/a algunas preguntas sobre su amigo imaginario, como, por ejemplo: “¿Qué tipo de cosas le gusta hacer a tu amigo para divertirse?”. Así, es mucho más probable que el niño disfrute contándonos más sobre su amigo invisible.

Algunos consejos útiles

Por otro lado, en realidad la mayoría de los niños saben que su amigo no existe realmente, y que otras personas no los ven verdaderamente. Pero algunos, sobre todo los más pequeños, sí creen firmemente en él.

Esto significa que, cuando un niño pequeño nos habla sobre su amigo imaginario, no está tratando de engañar o mentir. Al contrario, es una manifestación de su imaginación desbordante, por lo que no debemos castigarlo o acusarlo.

A continuación, te descubrimos también algunas ideas igualmente útiles para responder ante la presencia de un amigo imaginario:

  • En lugar de intentar convencer a nuestro hijo de que su amigo imaginario o invisible no es real, simplemente debemos decirle que no lo vemos. También es posible leerle un libro al respecto.
  • Entrar en el juego del niño y pedirle que nos cuente más sobre su amigo imaginario cuando lo nombre o lo mencione puede ser realmente útil, ya que nos ofrece la posibilidad de descubrir un buen número de cosas diferentes sobre su mundo interior, como sus intereses, deseos y temores.
  • Como te hemos mencionado anteriormente, en algunas ocasiones es posible que el niño pequeño utilice a su amigo imaginario para encubrir algunas travesuras, intentando reducir con ello su culpa, evitando las consecuencias. Poco a poco, el pequeño aprenderá a responsabilizarse de sus propias acciones.

Por último, es imprescindible aceptar al amigo imaginario, pero no darle demasiada importancia. Por ejemplo, no es aconsejable dejarlo sentarse en el sofá o servirle comida, evitando fingir que lo creemos tanto o más que nuestro hijo. Y, aún más importante, debemos evitar mencionarlo si el pequeño no lo hace, ya que, en caso de hacerlo, podría generar confusión entre lo real y lo imaginario.

Recomendamos en