Hace una semana ya desde que se lanzó la última canción de Shakira; una colaboración con el producto musical Bizarrap en la que no dejaba títere con cabeza (y que ya acumula más de 58 millones de reproducciones). Cuando todos pensábamos que lanzaría algún mensaje subliminal a su ya ex marido, Gerard Piqué, la canción se convirtió en toda una declaración de intenciones en la que, prácticamente en cada estrofa, había un mensaje directo al que es el padre de sus dos hijos (e, incluso, a la madre de este, la que es abuela de los niños).

Lejos de entrar en polémica de si ha hecho bien o mal lanzando la canción, sí que nos gustaría acordarnos de alguien de quien se acuerda mucha gente en redes sociales desde que conociésemos la noticia de su polémica separación: Milan y Sasha, los dos hijos, de nueve y siete años, respectivamente, que el matrimonio tiene en común.
Y es que, si un divorcio es duro para todos los implicados, lo es aún más para los posibles hijos que la pareja tenga en común: tienen que aceptar que sus padres ya no van a estar juntos nunca más pero, además, tienen que cambiar de vida. Ahora uno de los dos deja de vivir en casa y ellos, muy probablemente, tengan que desplazarse entre un domicilio y otro para seguir en contacto con ambos.
No sabemos cómo hablarán gestionado de forma privada esta separación con sus hijos, pero la letra de la canción de Shakira, que es toda una declaración de intenciones contra el padre, es el caldo de cultivo perfecto para que los niños se cuestionen demasiadas cosas. Algo que, bajo opinión de los expertos, no debería suceder nunca: “Es importante saber separar las emociones como ex del rol de madre o padre”, explica Beatriz Cazurro, psicóloga y autora del cuento ‘Los niños que fuimos, los padres que seremos’.
Milan y Sasha, los grandes perjudicados en esta separación no amistosa
“En un divorcio, el juego relacional de los padres puede llegar a dañar tanto a los hijos que se sienten rotos emocionalmente por dentro”, asegura la terapeuta Judith Mesa, experta en Alares. De acuerdo a ella se sitúa la psicóloga Beatriz Cazurro: “Esto puede llegar a afectar a la relación que tienen con cada uno de los progenitores y que empieza a estar tintada de interpretaciones, emociones y asuntos adultos”, cuenta a Ser Padres.
Aunque no podemos contrastar la información, de acuerdo a un reportaje llevado a cabo por el medio El Nacional, ambos niños podrían estar recibiendo comentarios por parte de otras familias del colegio al que asisten y que tendrían que ver con la canción que acaba de sacar Shakira.
Para Mesa, a fin de que les afecte lo menos posible, los niños deben ser conocedores de todo lo que está pasando entre sus padres: “Es importante comunicar a los hijos la separación, explicando los motivos en una reunión familiar”. Cazurro añade que, además, deben estar muy pendientes de las quejas que puedan surgir entre los pequeños una vez que la separación se haya producido: “Es importante escuchar cómo se sienten los niños en la otra casa, sin intentar ‘hacer equipo en contra de’; poder llevar esos temas que son queja, en caso de que proceda, a conversaciones con el otro progenitor, a fin de poder ayudar y apoyar al menor”.
Cuando los hijos son ‘moneda de cambio’ en una separación: ‘la triangulación’
“Si un padre intenta malmeter al hijo contra el otro, hablamos de una forma de violencia que, como tal, afecta a los menores. Se llama triangulación”, asegura Beatriz Cazurro.
Algo en lo que también coincide Judith Mesa, quien explica que hay dos formas bastante representativas:
- La triangulación manipulatoria: cuando uno de los dos, o los dos, ofrecen premios a sus hijos o los habla constantemente mal del otro, al hijo le genera un conflicto de lealtad y miedo a perder el cariño del otro padre
- La triangulación equívoca: cuando el hijo sufre una situación de abandono porque los padres consideran que el otro se está ocupando de sus necesidades afectivas y adoptan una situación de descuido
¿Cómo gestionar bien una separación con hijos?
El secreto de un divorcio sano donde hay hijos de por medio es no ocultar nada a los niños, ni usarlos como moneda de cambio, así como cooperar con el otro progenitor por el bien del menor. Al menos, eso es lo que afirman los profesionales de la psicología.
“Los acuerdos, la estructura y la comunicación son claves”, afirma Beatriz Cazurro. Además, asegura que llevarse mal no es ni mucho menos un impedimento para conseguirlo: “Existen figuras como los mediadores o los abogados para ayudar a encontrar esa estructura y determinar acuerdos que protejan a los menores”.
Mesa, por su parte, comparte con nosotros algunos de los puntos que no se deben olvidar si lo que queremos es que los hijos no se vean afectados por la separación:
- Establecer el nuevo acuerdo de horarios y rutinas
- Gestionar las diferencias de la pareja sin que los hijos sean partícipes
- Evitar los conflictos resolviendo las diferencias a solas
- No hablar mal del otro progenitor a los niños
- No hacerles sentir responsables de la separación
- No hacer interrogatorios sobre su estancia en la casa del otro progenitor
- Acudir a un experto en terapia si no se ven capaces de abordar la situación