Lo sabemos: educar a nuestros hijos no es tarea fácil. Todos queremos lo mejor para ellos, todos queremos lo mejor para su desarrollo, pero no queremos caer en consentirles demasiado, en ser más permisivos de lo correcto o en poner límites insanos con ellos.
Y relacionado con esto se encuentra una de las principales dudas de todos los padres: mi hijo ha tenido una buena acción, ¿debo premiarle por ello o debo transmitirle que eso es lo correcto y que, por lo tanto, no hay premio que valga?
Ante esto, sí, le podemos premiar pero, tal y como afirman varios expertos, debemos insistir en que el premio no es el mejor (no el único) recurso educativo. Y, por supuesto, no nos referimos a dar al pequeño premios materiales, si no a elogiar esas buenas acciones que lleve a cabo, que nos cuente o que nosotros identifiquemos en su día a día.
¿Cómo hacerlo? La mejor manera, como veremos, es el elogio. Eso sí, intentando siempre no caer en el exceso, ya que si siempre estamos elogiando cada paso que da el pequeño, podríamos criar un niño chantajista que solo funciona a través de ellos.
Elogio, el mejor premio
Como decimos, lo mejor no son los regalos materiales, si no los que podemos lanzar con nuestra propia voz. Eso sí, el premio tiene que cumplir una serie de características para que veamos buenos resultados. En concreto, un premio muy eficaz si queremos lograr y mantener buenos comportamientos es el elogio. Este debe cumplir las siguientes características:
En cuanto a los premios materiales, a veces pueden ser oportunos. Eso sí, no estamos hablando de dinero o de regalos, también pueden ser: «Lo has hecho tan bien que te prepararé tu merienda preferida», o «como cada día lo haces mejor, hoy te invito al cine».
Consejo sobre los premios
Además de las características que debe tener el elogio con el que premiemos las buenas acciones de los niños, debemos tener en cuenta otros consejos para no caer en diferentes errores comunes.
- por ejemplo, ese elogio debe ser solo una manifestación más de afecto y, por supuesto, no deberá sustituirlo.
- Siempre que no se conviertan en una obligación, son un buen modo de expresar nuestro agradecimiento y de hacer que el niño se sienta orgulloso.
- Habituarse a obedecer a base de premios puede hacer que criemos un pequeño chantajista pero usarlos de vez en cuando es una muestra de afecto que no tiene por qué crear hábito ni malinterpretarse.