Más de mil millones de alimentos al día. Es la cantidad de comida que se desperdició en todo el mundo en el año 2022 tal y como se desprendía de un estudio llevado a cabo por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) el pasado marzo.
Ahora, un nuevo estudio del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universitat Autònoma de Barcelona (ICTA-UAB) incide más en la problemática del desperdicio de alimentos con otro resultado esclarecedor: en las casas donde hay niños y adolescentes es más común que se tiren alimentos a la basura.
Concretamente, este informe habla de un 70 % de los hogares con niños y adolescentes donde se desperdician alimentos habitualmente; mientras que las familias monoparentales y las que tienen hijos mayores, son las que menos comida desechan. Entre los alimentos que más se descartan destacan sobre manera las verduras (80%) y los productos a base de cereales (63%), y tras ellos los lácteos (25%).

En el otro lado de la balanza los productos de origen animal como pueden ser carne, pescado, huevos y hasta precocinados van menos al cubo de la basura.
Las posibles causas
"Cuando se da una mala gestión de los alimentos comprados esto lleva a un deterioro de los alimentos, lo que hace que se tiren pequeñas cantidades de manera frecuente, y además otra causa también es la compra excesiva de alimentos perecederos que terminan desechándose antes de haber sido consumidos”, detallan los investigadores de este informe al respecto de las causas de este desperdicio tan acusado de alimentos.
Una explicación que viene acompañada del perfil de la persona encargada de hacer la compra en esa casa: “una mujer (en el 70% de los casos) menor de 54 años (79%) que trabaja a tiempo completo o parcial (78%) y que gasta una media de 537 euros mensuales en comida. La mitad de las familias acude a supermercados e hipermercados, y dos de cada tres hogares hacen una única compra principal a la semana y la complementan con pequeñas compras“, añaden.
La solución
Para reducir las posibilidades de que los alimentos terminen echándose a perder, desde el este informan abogan en forma de recomendación por la planificación de las compras, además de elaborar una lista de alimentos antes de acudir al mercado o supermercado. "Revisar los alimentos que ya tenemos en casa, hacer listas de la compra, congelar los alimentos para prolongar su vida o reutilizar las sobras permite desperdiciar menos”, afirman los responsables de este estudio.
Sin embargo, modificar los hábitos del consumidor no es lo único para que cambien los datos del incesante desperdicio alimentario. En este sentido, desde el ICTA-UAB reclaman la adopción de políticas públicas educativas dirigidas a las familias que aboguen por la reducción del desperdicio, como campañas escolares de concienciación sobre el impacto social y ambiental, así como el fomento de hábitos y dietas saludables basadas en productos locales y de temporada.
"Promover buenas prácticas, como la reutilización de las sobras de formas creativas o involucrar a los niños en la planificación de comidas y la preparación de alimentos" recuerdan a modo de granito de arena para evitar que estos alimentos acaben en la basura.