Es muy importante inculcar a los niños, desde pequeños, el impacto que sus preferencias alimenticias pueden tener sobre su propia salud.
Hay que educar al niño en una alimentación sana y equilibrada y explicarle las repercusiones que la nutrición tiene sobre su salud.
Está ampliamente demostrado que las dietas severas y estrictamente vegetarianas pueden afectar la capacidad intelectual de quienes las siguen.
La obsesión por mantener la línea y controlar el peso ocupa de tal modo la mente que la persona cae en un estrés similar al padecido durante una depresión aguda, porque quien la padece tiene la convicción de que está gordo aunque esté extremadamente delgado.
Trastornos alimentarios comunes
Los dos trastornos más frecuentes en el comportamiento alimentario son la anorexia nerviosa y la bulimia.
Antes se consideraban problemas más propios de la adolescencia y la juventud, pero las investigaciones revelan cómo cada vez afectan a una edad más temprana.
La anorexia
La anorexia consiste en una alteración grave de la conducta alimentaria, que lleva al rechazo de la comida con tal de mantener el peso en unos valores ínfimos.
¿Qué hacer si mi hijo tiene anorexia?
Ante estos síntomas, lo mejor es acudir al pediatra y, sin más demora, poner el caso en manos de un especialista.
No hay que alarmarse cuando nuestro hijo pasa por una etapa de inapetencia o se da un atracón: puede considerarse normal siempre que su desarrollo sea correcto y tanto el peso como la altura sigan su ritmo habitual.
Poco a poco, recuperará su apetito. Debe acostumbrarse a comer de manera que su alimentación sea completa y variada (lácteos, grasas, proteínas e hidratos de carbono), y suficiente para cubrir las necesidades de su organismo.
Bulimia
En la bulimia, el niño tiene necesidad compulsiva de tomar alimentos, pero, posteriormente, el miedo a engordar le lleva a tratar de eliminar lo ingerido provocándose el vómito.
Tanto la anorexia como la bulimia requieren tratamiento psiquiátrico.