Los celos son una de las cuestiones más habituales en las conversaciones entre familias con hijos y también una preocupación en muchos de estos casos, especialmente cuando un hermano o hermana viene en camino.
De ellos y de cómo afrontarlos hemos hablado a menudo en distintas piezas, pero nunca te hemos contado que existen, según los psicólogos, dos tipos de celos: adaptativos y patológicos o anormales. Esto es algo que no mucha gente sabe, y si bien en los niños los primeros son los que más se dan, de no ponerles remedio y trabajar con los peques para minimizar o eliminar su presencia por completo, se pueden convertir con el paso del tiempo en celos del segundo tipo, sobre todo en la vida adulta.
Diferentes grados de intensidad
Habrás oído alguna vez la expresión “es un celoso patológico”. Quizá la has utilizado tú mismo de hecho. Pero es muy probable que no te hayas parado a pensar qué significa eso exactamente y qué diferencia hay con los celos que suelen tener los niños.
Tal y como explican desde el gabinete psicológico Granollers, “A diferencia de los celos adaptativos, en los celos patológicos hay tres características: la ausencia de una causa real desencadenante, la extraña naturaleza de las sospechas y la reacción irracional del sujeto afectado, con una pérdida de control”. En definitiva, añaden, “lo que confiere un carácter patológico a los celos es la intensidad desproporcionada de los mismos, el sufrimiento experimentado por el sujeto y el grado de interferencia grave”.
Amenaza real
En el caso de los celos adaptativos, los que se dan cuando los niños “rivalizan” por el afecto y la atención de sus seres queridos con un hermano, por ejemplo, se dan cuando una persona los siente ante una amenaza real de una relación que valora. Con los padres casi siempre, pero también con los abuelos o entre amigos, por ejemplo. Este tipo de celos, indican desde el centro psicológico MPA, “aparecen entre el primer año y medio de vida del menor hasta los seis o siete años, y es a los 18 meses de edad, donde los menores son más proclives a presentar estas emociones negativas”.
En los celos adaptativos en niños, lo que ocurre es que el menor “No puede alcanzar a entender por el momento, que sus padres puedan querer a varias personas, creen que el afecto de sus padres debe ser exclusivo. Así, se sienten relegados y rechazados, perdiendo la seguridad en sí mismos, y presentando malestar emocional, tratando de forma desesperada de recuperar la atención de sus padres”, añaden desde el centro psicológico MPA. “Son esperables y cumplen una función adaptativa al poner alerta al niño ante la nueva situación y generar mecanismos de defensa para adaptarse a la situación”, apuntan desde Psicología-Online, blog especializado en la materia.
Malestar general
No ocurre así en los patológicos, que son producto de una especie de distorsión en la percepción de la persona que los siente. “Son celos desadaptativos ya que acaban generando malestar en el propio niño y en el ámbito familiar en general. En ambos casos, los síntomas pueden ser semejantes pero son mucho más intensos y desestructurantes en el caso de los celos patológicos”,concluyen desde Psicología-Online.
En definitiva, los celos que ocurren en la infancia, a los que nos referimos de manera genérica, son celos adaptativos, pero no está de más conocer la diferencia con los patológicos. Sobre todo porque estos últimos se producen a menudo en la vida adulta y pueden tener que ver con celos en la infancia que no se trabajaron con esa persona cuando era niño. De ser así, es posible que eso conlleve un impacto negativo en su personalidad que, entre otras cosas, puede verse reflejado en el desarrollo de este tipo de celos desadaptativos con el paso de los años.