Un cuento para padres: La ratona Pérez visita la casa de la familia Castaña (miedo a la oscuridad)

Descubre y aprende cómo incluso los personajes más valientes pueden tener miedo a la oscuridad.
La ratona Pérez, famosa por su trabajo recogiendo dientes, se enfrenta a su propio miedo: la oscuridad. / Fuente: Gemini

La oscuridad, un temor común en los niños, también puede sorprender a aquellos que parecen más valientes. Los niños pueden aprender a ver la oscuridad no como un enemigo, sino como un espacio lleno de posibilidades mágicas.

Había una vez una ratona llamada Pérez. ¡Efectivamente! ¡La hermana de ese famoso ratón que viaja por todas las casas recogiendo dientes y dejando monedas! La ratona Pérez quería ser como su hermano y llevaba años en la Academia Ratonil, aprendiendo a ser la mejor en su trabajo. ¡Sabía perfectamente cómo recoger un diente y dejar un regalo en la casa de un niño sin que nadie la viera!

Un día, por fin, el ratón Pérez avisó a su hermana: Tenía que recoger un diente en casa de Grecia Castaña, una niña muy buena, aunque bastante charlatana, que había dejado el diente debajo de su almohada. Parecía una tarea fácil, ¿qué podía salir mal? Era su primer trabajo y Pérez estaba emocionadísima.

Mostrar que incluso alguien “valiente” como la Ratona Pérez también puede sentir miedo tiene un impacto muy positivo en los niños, porque normaliza el miedo y aprenden de una figura que admiran. / Fuente: Gemini

—¡Hoy voy a ser una ratona de verdad! —exclamó, contenta y feliz dando saltitos por toda la casa.

Cuando llegó la noche, Pérez cogió su saco de dientes y monedas y llegó al cuarto de Grecia. La niña dormía profundamente, rodeada de oscuros peluches y una lámpara apagada.

—¡Qué horror! —pensó Pérez, dando saltitos nerviosos—Va a ser más difícil de lo que pensaba.

En ese momento, recordó lo que le enseñaron en la Academia:

“Nunca, NUNCA, enciendas la luz. Los niños deben dormir tranquilos sin saber que estamos allí”.

Pero había un pequeño problema: no soportaba la oscuridad. La oscuridad la hacía temblar tanto que a veces las sombras le parecían gatos gigantes a punto de devorarla.

¿Y qué hizo Pérez? Pues lo que haría cualquier ratona con miedo a la oscuridad… ¡Encendió la luz! Y la habitación se encendió y… ¡Grecia despertó al instante!   

—¡Tú no eres el Ratón Pérez!—observó Grecia.

—Soy la Ratona Pérez, su hermana y vengo a recoger tu diente—balbuceó Pérez. 

—¿Y no se supone que no debéis ser visto? —preguntó Grecia con una ceja levantada y sonriendo.

—¡Y tienes razón! —admitió Pérez—supongo que no soy muy buena para este trabajo…¡Qué vergüenza!

—No te preocupes, señora Pérez —dijo Grecia —. Yo también tenía miedo de la oscuridad y de las tormentas y no podía cerrar los ojos. ¡Pero ahora duermo más que un koala!

Pérez observó a Grecia mientras hablaba.

Grecia se levantó de la cama y se dirigió hacia la ventana, apartó las cortinas y le enseño a Pérez la luna. La luna llena alumbraba su pelo pelirrojo y Grecia aprovechó para enseñarle a la ratona su cuaderno fluorescente en el que apuntaba cada noche con su madre las cosas buenas que solo ocurren si hay oscuridad: Y es que los momentos más mágicos suceden cuando el sol se va y empieza a oscurecer. Por ejemplo, sin la oscuridad no habría estrellas fugaces para pedir deseos, ni tampoco se asomaría la luna. ¡Ni la veríamos cambiar de forma! Gracias a la oscuridad Grecia puede dormir mejor y soñar todo lo que quiera.

¡Qué niña tan valiente!

Para descansar mejor, Grecia intenta dormir sin nada de luz, porque así tendrá más energía suficiente por la mañana. Pero, por si acaso, tenía su propio kit nocturno: unas pegatinas brillantes para el techo en forma de estrellitas y su linterna especial en la mesita de noche. Además, ¡a Grecia le encanta los animales! Mientras ella duerme los búhos y lechuzas se tienen que despertar para ir a buscar su comida. ¡Y solo pueden hacerlo a oscuras para no ser vistos! ¿Y quiénes aprovechan también la oscuridad?

¡Los Reyes Magos!

Mientras los niños duermen, los Reyes Magos son invisibles y van a todas las casas. ¡Y también a la casa de Grecia! ¡Si hay luz no entraría en la casita de la familia Castaña!

¡Qué cantidad de cosas tenía Grecia en esa lista! Y todavía no estaba completa. Para ayudar a Pérez, le dio su diente, pero también una de sus linternas. Así podría sentirse más segura y tener algo de luz cuando realmente lo necesite.

Aunque su primer trabajo no fue perfecto, Pérez aprendió una valiosa lección: La oscuridad tiene muchos secretos. ¡Y no solo eso! Cuando llega la oscuridad puede hacer lo que más le gusta: trabajar como ratona de los dientes y conocer la casa de todos los niños. Así que para la próxima vez, antes de encender la luz… ¡Recordaría las enseñanzas de su amiga Grecia!

Las linternas ayudan, no porque quiten el miedo mágicamente, sino porque permiten al niño enfrentarlo de forma gradual, segura y con herramientas que lo empoderan. / Fuente: Gemini

El miedo: Un compañero de lo más común

Uno de los miedos más comunes en los niños es el miedo a la oscuridad. Una sensación de inseguridad que puede aparecer en cualquier momento, generalmente durante la noche, cuando la luz se apaga. Hay tres trucos para ayudar a los niños a superar los miedos nocturnos, pero también al leer cuentos sobre esta temática fomentamos el desarrollo emocional, mostrándonos la oscuridad como algo común que incluso los adultos, o los personajes que consideramos valientes y sabios, también pueden tener miedo de lo mismo.

¿Quién no ha sentido alguna vez una sensación de incomodidad o inseguridad en la oscuridad? Para los niños, la oscuridad puede ser un lugar lleno de lo desconocido, lo que provoca sensaciones de vulnerabilidad. A través del cuento, Pérez experimenta el miedo que todos los niños pueden sentir, pero también es una oportunidad para crecer y aprender.

Un cambio de perspectiva: El valor de la oscuridad

Desde una perspectiva psicológica, este miedo se desarrolla como parte del proceso de crecimiento del niño, siendo una respuesta normal a lo desconocido. La oscuridad puede percibirse como un “vacío” o un espacio de peligro, especialmente cuando el niño no puede ver lo que está a su alrededor, activando así su temor.

En la historia de la Ratona Pérez, Grecia Castaña permite enseñarle a la ratona que ella también ha sentido el mismo miedo y que la oscuridad no es su enemiga. Este cambio de perspectiva es esencial en la psicología infantil cuando se trata de tratar miedos. El “lado bueno” de la oscuridad sí existe y por tanto se puede reemplazar los pensamientos de peligro albergando pensamientos felices como los sueños o sensaciones de tranquilidad y un buen descanso.

Aplicando la lección

El miedo no se disipa de inmediato y la paciencia es clave. ¡Cada niño tiene su ritmo! Ayudarlos a identificar los “monstruos” imaginarios puede ser útil y permitir darse cuenta de que no están solos en su miedo. Recuerda que el cerebro durante la infancia está en pleno desarrollo y los niños aún no distinguen bien entre realidad y fantasía. Una sombra en la pared puede parecer un monstruo, un ruido en la casa se convierte en una criatura misteriosa y la idea de quedarse solo en la oscuridad les genera inseguridad. ¿Y qué cosas podrías hacer? No minimizar sus miedos. Reemplaza las frases como “no pasa nada” o “eso son tonterías” y en lugar de eso valida el miedo y transmítele seguridad. Proporcionar una luz adecuada, sin excesos, una linterna que pueda tener a mano o lámpara de noche para ofrecerles el consuelo necesario para sentirse seguros. Es importante no forzarlos a dormir completamente a oscuras si no están preparados para ello.

Pero, ¿y si se despierta en mitad de la noche? Aunque sea tentador disipar su miedo encendiendo toda la luz nuevamente… ¡Esto es un error! La luz principal puede reforzar la idea de que la oscuridad es peligrosa. En lugar de eso, proporciona poca luz, la mínima y acompáñalo en el proceso. Otra buena idea es establecer rutinas relajantes antes de dormir, como cepillarse los dientes, abrazar un muñeco o leer un cuento. Y lo más importante de todo… ¡Celebra sus avances para que el proceso sea mucho más llevadero!

Tener algo que él mismo puede mirar o encender le da autonomía reduce su ansiedad. / Fuente: Gemini

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