Cuentos cortos de Navidad para niños

Leer es una costumbre que si la adquieren desde pequeñitos será el mejor regalo que puedan tener de cara al futuro. Podemos aprovechar las vacaciones de Navidad para potenciar este hábito, pasar un tiempo en familia y aprender grandes enseñanzas a través de los libros. Descubre esta selección de cuentos cortos para niños.
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La lectura es uno de los mejores hábitos que pueden adquirir los niños. Tanto por el entretenimiento que puede suponer para ellos mismos cuando busquen algo que hacer, como por todos los beneficios que tiene para su desarrollo. Bien, pues partiendo de esta base, si están cerca las vacaciones de Navidad y queremos que los más pequeños de la casa aprovechen el tiempo de descanso de buena manera, leer es una opción estupenda.

Fomentar la lectura es algo que debemos hacer todo el año, pero si durante el curso escolar vemos que no es tan posible, aprovechar los momentos libres como las vacaciones navideñas para hacerlo puede ser la perfecta ocasión. Se puede leer con ellos en caso de que sean todavía muy pequeños y estén aún aprendiendo o incluso optar por regalarles un libro que les guste para que disfruten con él por sí solos si es que son más mayores.

Estas fechas se caracterizan por sus cualidades de ilusión y esperanza, y si reunimos todo lo anterior a ello, tendremos como resultado la alternativa definitiva: los cuentos de Navidad. Estas pequeñas historias que están ambientadas en esta época del año pueden ser de lo más entretenidas porque los niños se sentirán identificados con el momento de la trama.

Asimismo, seguramente este tipo de historias encerrará valores o incorporará una enseñanza o moraleja que será muy útil para que los niños aprendan con ella y la apliquen en sus vidas. Aunque puedan obtener de ellas distintas herramientas para después utilizarlas en diferentes circunstancias de la vida, lo más típico es que saquen algunos valores que casi aparecen en nosotros mismos cuando llega Navidad.

Es importante que, desde bien temprano, y en tiempos en los que aparezca en ellos la necesidad de pedir mil juguetes, conozcan la importancia de compartir, de ser generosos, de tener empatía y de valorar lo que de verdad merece la pena. Y cuentos como los que hemos seleccionado nos ayudarán a ello.

Se trata de pequeños textos, que a pesar de su brevedad guardan una pequeña enseñanza que no por ello no es menos valiosa. ¿Qué tal si pasamos un día leyendo juntos? ¿quién descubrirá antes el verdadero significado del cuento?

 

La lección de Jaime

Era un niño bastante caprichoso, tanto, que se había dedicado durante semanas a pedir regalos porque sabía que el día de Navidad estaba cerca. Los padres de Jaime le explicaban que no podía hacer eso porque Santa Claus también tenía que llevar juguetes a los demás de niños de su vida. Así fue como Jaime entendió que lo más importante no eran los juguetes.

El primer árbol de Navidad

Era Nochebuena y había nevado durante toda la mañana; por la tarde, la nieve dejó de caer. Al llegar la noche, el cielo estaba más lleno que nunca de estrellas. Un leñador volvía hacía su casa atravesando el bosque para cenar con su familia, pero la noche le había sorprendido en medio del trabajo.

Decidió descansar un poco y detuvo un momento su camino. De repente, alzó la mirada y contempló un abeto que se alzaba en el cielo. Era realmente llamativo: sus ramas parecían estar llenas de estrellas, como si estuvieran posadas en ellas. El leñador maravillado pensó que sería una gran sorpresa llevárselo a su familia. Y así lo hizo, se lo llevó a casa donde lo estaban esperando su mujer y sus hijos. Parecía un milagro, pero parecía como si las estrellitas se hubieran quedado en las ramas. De esta manera, durante toda la Navidad, el abeto iluminó la casa del leñador y fue la más reluciente de todas.

El hombrecillo de jengibre

Era el día de Navidad, y como solía ser tradición, la abuelita se puso a elaborar un hombrecillo de jengibre, la galleta más deliciosa que preparaba. Empezó haciendo la cabeza y continuó con el cuerpo, los brazos y las piernas. Una vez decorado, lo colocó en la bandeja del horno.

Cuando por fin estuvo horneado, la abuelita fue a cogerlo, pero de pronto, el hombrecillo se levantó y se escapó. La ancianita corrió, pero él fue más rápido que ella y salió de la casa. Mientras huía, un pato intentó comerle, aunque logró escapar. Más tarde, se encontró con un cerdo que también trató de comérselo, pero el hombrecillo se escabulló. Tras eso, se topó con un cordero que, como los anteriores, también quería saborearlo. Sin embargo, consiguió huir de todos.

Cerca de un río se encontró con otro animal, con un zorro que vio como el hombrecillo no podía cruzar el agua. Aprovechando esto, le dijo que él era su amigo y que le dejaría subir en su lomo para que no se mojara al cruzar el río. El hombre de jengibre decidió fiarse y se subió a su espalda mientras pensaba que ni la abuelita ni nadie le alcanzaría ya. Claro que, mientras estaba metido en sus pensamientos, el zorro giró la cabeza y se lo comió. Justamente, la abuelita llegaba a la orilla y observó todo. Decidió volver a casa, pero esta vez preparó un pastel.

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