¿Quién no querría ser feliz? La búsqueda de la felicidad es un anhelo universal, un motor que impulsa nuestras acciones y decisiones a lo largo de la vida. Desde los filósofos de la antigua Grecia hasta las investigaciones punteras en neurociencia han abordado las cuestiones sobre la naturaleza de este estado de bienestar y equilibrio. Sin embargo, este camino hacia el sosiego a menudo se ve obstaculizado por una serie de creencias erróneas y mitos que distorsionan nuestra percepción de la felicidad y nos alejan de alcanzarla. En este artículo, nos proponemos desmontar algunas de estas ideas preconcebidas, basándonos en los principios de la calidad mental y la evidencia científica, con el objetivo de ofrecer una perspectiva más realista y accesible sobre la felicidad.
La felicidad como destino
Uno de los mitos más extendidos es considerar la felicidad como un destino final, un estado permanente al que se llega tras alcanzar ciertos objetivos o cumplir determinadas condiciones. Esta visión, promovida en muchas ocasiones por la cultura popular, genera una expectativa irreal y frustrante. ¿Por qué? Porque la felicidad no es un punto de llegada, sino un proceso dinámico y continuado en el tiempo.
Como señala la Dra. Paloma Fuentes en su programa Happynet, educar nuestra mente en calidad mental implica educar nuestra mente para que aprenda a generar felicidad. Este enfoque implica cultivar competencias mentales como la gratitud, la generosidad y la compasión, que nos permiten apreciar el presente y encontrar satisfacción en el camino, en lugar de posponer la felicidad para un futuro incierto.
La felicidad como ausencia de problemas
Otro mito común cuando se aborda esta cuestión pasa por asociar la felicidad con la ausencia de problemas o dificultades. La vida está llena de desafíos y obstáculos. Por tanto, pretender evitar el sufrimiento a toda costa es una ilusión que solo genera más frustración. La verdadera felicidad no reside en negar la realidad, sino en desarrollar las capacidades necesarias para afrontar los problemas con resiliencia y optimismo.
La teoría de la Salutogénesis propuesta por Aaron Antonovsky, por ejemplo, destaca la importancia del sentido de coherencia, una orientación global de la personalidad que facilita la solución de problemas de forma adaptativa. Este sentido de coherencia, junto con los activos de salud (como las competencias mentales que ha hemos mencionado), nos permite superar las adversidades y crecer como personas.

La felicidad como resultado de factores externos
Felices dentro
Muchas personas conciben la felicidad como un estado que depende de factores externos, como el éxito profesional, la riqueza material o las relaciones sociales. Si bien es cierto que estos aspectos pueden influir en nuestro bienestar, la felicidad duradera se construye desde adentro, a través del autoconocimiento, la aceptación y el desarrollo de una actitud positiva.
La propuesta Happynet para ser felices
El programa Happynet propone un modelo de felicidad basado en cuatro pilares fundamentales:
- Consciencia: se refiere a la capacidad de estar presente en el aquí y ahora, de observar nuestros pensamientos y emociones sin juzgarlos. Una mente atenta es sinónimo de felicidad.
- Coherencia: concierne la armonía entre lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos.
- Flexibilidad: alude a la capacidad de adaptarnos a los cambios y de ver el mundo desde diferentes perspectivas.
- Salud biológica: incide en el cuidado de nuestro cuerpo y nuestra mente a través de hábitos saludables.

La felicidad como estado constante de euforia
La imagen idealizada de la felicidad como un estado constante de euforia y alegría es otro mito que debemos desterrar. La felicidad no es sinónimo de estar siempre contento, sino de experimentar una amplia gama de emociones, tanto positivas como negativas, de manera equilibrada y saludable.
Aceptar nuestras emociones, incluso las dolorosas, resulta fundamental para nuestro bienestar emocional. La clave está en aprender a regular nuestras emociones y a transformar el estrés negativo en estrés nutritivo, como señala la Dra. Paloma Fuentes.
La felicidad como algo que se encuentra
Finalmente, no hay que olvidar desmitificar la idea de que la felicidad es algo que se encuentra, como si fuera un objeto perdido o un tesoro escondido que solo unos pocos afortunados consiguen desenterrar. La felicidad no se busca, sino que se construye, día a día, a través de nuestras acciones, nuestras decisiones y nuestra actitud ante la vida.
Como decía Aristóteles, la felicidad se alcanza mediante el desarrollo de la virtud, la búsqueda continua de la excelencia en todo lo que hacemos. Este enfoque implica cultivar hábitos positivos, como la gratitud, la generosidad y la compasión, que nos acercan a nuestro potencial humano y nos permiten vivir una vida más plena y significativa.

Cuando se caen los mitos, se abre el camino hacia la felicidad
En resumen, la felicidad no es un destino, sino un camino. No es la ausencia de problemas, sino la capacidad de afrontarlos. No depende de factores externos, sino de nuestra actitud interna. No es un estado constante de euforia, sino un equilibrio emocional. No se encuentra, sino que se construye.
Al desmontar estos mitos y adoptar una perspectiva más realista y consciente sobre la felicidad, podemos liberarnos de expectativas irreales y comenzar a construir una vida más plena, significativa y satisfactoria. El programa Happynet y la teoría de la Salutogénesis nos ofrecen herramientas valiosas para cultivar nuestra calidad mental y desarrollar los activos de salud que nos permiten alcanzar la felicidad duradera.
Referencias
- Fuentes, Paloma. 2021. La medicina de la felicidad. Las veinte vitaminas mentales para pasar de superviviente a súperviviente. Madrid: Pinolia.
