Cada vez se oye más eso de “es que mi niño tiene alergia al sol”, y quizá te preguntes cómo se sabe eso pues, efectivamente, como resultado de la exposición solar, especialmente si se abusa o no se emplea protección, pueden producirse algunas reacciones que nada tienen que ver con la alergia: manchas, quemaduras…
La Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica define la alergia solar como una reacción inmunológica, causada por la sensibilidad a la luz solar, fenómeno conocido como fotosensibilidad. Se produce cuando la piel expuesta al sol reacciona anormalmente a la luz solar.
Además, la mayoría de las veces esta respuesta del sistema inmunológico no está producida directamente por el sol, sino que el sol sería el desencadenante. Es decir, se requiere que la persona afectada tenga una predisposición de base, que puede ser una enfermedad o estar bajo tratamiento con algún fármaco o crema que reaccione al ser expuesta a una fuente de luz.
Síntomas de la alergia al sol
Las manifestaciones de la alergia al sol son muy variadas: desde erupciones similares a la urticaria hasta la aparición de eritemas parecidos a las quemaduras. Se producen especialmente en las zonas de la piel más expuestas al sol, y generalmente ceden al retirarse de la luz durante varios minutos.
Si la alergia no es muy grave, esta puede mejorar si nos exponemos a pequeñas dosis de radiación, siempre evitando las horas de más insolación y empleando sombrillas, sombreros y ropa. Sin embargo, si las reacciones son graves habrá que evitar los lugares con mayor exposición al sol, como la nieve, la playa y la montaña, y consultar al pediatra por si se pudiera administrar algún tratamiento.
Fuente: Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria