Para muchos padres y madres, es ciertamente desconcertante escuchar al niño hablar violentamente. Y, desde un primer momento, es fácil suponer que algo podría estar “mal”, o que algo no estamos haciendo del todo bien con él.
Sin embargo, como opinan muchos expertos, tenemos que mirar la imagen completa, en su conjunto. En resumidas cuentas, si como padres verdaderamente nos preocupa que algo pueda estar mal, sobre todo psicológicamente hablando, lo más aconsejable es hablar siempre con el pediatra.
El juego violento, especialmente entre los niños, tiende a convertirse en una etapa más de su día a día, particularmente a partir de los 4-5 años de edad. Por ejemplo, es común ver cómo los niños juegan entre sí con unas espadas ficticias elaboradas con troncos de madera, o haciendo el símil de disparar con una pistola con las manos…
En la mayoría de las ocasiones, suelen tratarse de juegos basados en desastres o en monstruos. Aunque, otras veces, pueden acabar siendo un poco más agresivos. Por ejemplo, es posible que al pequeño le guste colocar bloques de madera, o cualquier otro objeto manipulable, y luego derribarlos a la vez que gruñe.
Lo cierto es que los niños tienden a interpretar lo que piensan en sus dramas imaginarios. Así, la destrucción que un niño puede hacer de una ciudad ficticia elaborada a partir de bloques de madera podría simplemente estar relacionado con algo que directamente experimentó en la escuela, o que vio en la televisión. O también puede reflejar lo que el niño está sintiendo justo en esos momentos.
No debemos olvidarnos que los niños/as más activos, a esta edad, suelen sentirse atraídos por temas agresivos o arriesgados. Mientras que los niños más sensibles suelen ser más cautelosos, y probablemente escogerán los temas de juego con más miedo y preocupación.
Cuando un niño actúa violentamente, algunos padres se preocupan preguntándose si puede existir algo más allá. Por ejemplo, si podría tratarse de un caso de acoso escolar. La intimidación, es cierto, ha pasado a convertirse en un gran problema en estos días. Y no porque exista más, sino porque con el advenimiento de las redes sociales y el aumento en el número de casos de niños con depresión y / o ansiedad, tanto los padres como los maestros se han vuelto sumamente vigilantes contra el acoso.
Dicho de otra forma, ha acabado convirtiéndose en una especie de atracción general para cada tipo de comportamiento negativo que podamos ver en un niño. Así, si el niño se muestra triste, creemos que en el colegio está siendo intimidado o que sufre algún tipo de acoso escolar. Si está enojado, también creemos que está siendo intimidado. O incluso si sufre arrebatos violentos, igualmente tendemos a pensarlo.
Si bien es cierto que no debemos ignorar la posibilidad de que el origen real de ese tipo de comportamientos sea la intimidación, únicamente necesitamos ampliar la lente hacia otras posibilidades. ¿Y qué otras posibilidades existirían para ese juego violento con sus juguetes de madera o de plástico?

Se sabe que los niños a partir de los 5 años de edad se vuelven imitadores expertos por excelencia. Lo que puede hacer que nos realicemos una nueva pregunta: ¿dónde escucha o ve el niño este tipo de conversación y acción violentas?
La realidad es que existen muchas posibilidades de que el pequeño juegue a su vez con otros niños en la escuela, y que tanto él como ellos hayan podido ver en la televisión, en los juegos o en cualquier otro tipo de tecnología, alguna acción de este tipo. Si el niño, además, tiene un hermano mayor, también es común que suela imitarlo, al igual que a sus padres.
¿Quizá hay alguien en casa jugando con algún juego -o videojuego- que incluya este tipo de acciones? ¿Hay algún tipo de violencia en el hogar? ¿Quizás palabras violentas, o amenazas de algún tipo, de un adulto a otro? Lo cierto es que la violencia no tiene por qué ser dirigida hacia el niño para que la refleje posteriormente en su juego.
Algunos consejos útiles para padres/madres preocupados por los juegos -violentos- de sus hijos
Intenta ampliar sus intereses
El objetivo tanto del maestro como de los padres es siempre ayudar al pequeño a la hora de ampliar sus intereses, y jugar con la finalidad de abarcar todos los temas relacionados con la vida. Por ejemplo, si el niño está jugando tendiendo a la violencia y a la agresión, es normal que deseemos ayudarlo a jugar con más calor y amor, como las mamás que alimentan a los bebés, o los médicos que ayudan a las personas heridas o enfermas.
Juega con el pequeño
Si lo dejas solo, es común que el niño pueda optar por continuar manteniendo esos juegos violentos. Sin embargo, si interactuamos a su nivel, podemos incorporarnos a la trama y crear nuevos juegos juntos. La clave está en que necesariamente no se centre en la acción violenta en sí, por lo que podemos sentarnos con él y construir una ciudad.
Si está jugando con una figura de acción, podemos ayudarle dándole voz mientras le hacemos caminar por las calles, a la vez que habla con otras figuras de acción.
Enseña al niño a empatizar con sus propias acciones
Un niño aprende sobre el mundo de los sentimientos por la forma en que sus padres se relacionan con él. Así, cuando empatizamos con las emociones que muestra durante el juego violento o agresivo, en realidad también le estamos enseñando a empatizar. Incluso aunque no nos guste el tema de su juego, demostrarle que comprendemos sus sentimientos lo ayudará a comprender mejor no solo los suyos propios, sino también los de los demás.
Pongamos un ejemplo: si entre medias del juego, unos soldados de juguete se “matan” entre ellos, podríamos decirle “Vaya, esos soldados están verdaderamente enfadados el uno con el otro”. O si un monstruo atraviesa los bloques de madera que ha construido a modo de ciudad, decirle: “Oh, ese monstruo tiene mucha fuerza”. Con el tiempo, poco a poco, verás como surge la empatía no solo en el juego, sino también en la forma en que se relaciona contigo y con los demás.
Intenta que el pequeño explique por qué juega así
Si el niño quiere lanzar sus juguetes, aplastarlos o simplemente destruirlos, podríamos preguntarle por qué está actuando / jugando así, pero sin realizar ningún tipo de juicio. Lo más probable es que tu hijo responda que así juega en la escuela, tirando los dinosaurios o los juguetes para ver quién llega más lejos (por lo que en realidad no habría ningún tipo de intención violenta en sí).
Es fundamental intentar sentarnos pacientemente, y hacer o mantener una pequeña charla, simple y sencilla, lo que ayudará a su vez al niño a expresar por qué le dice a sus juguetes que son estúpidos y quiere acabar con ellos.