La crianza de los hijos puede en ocasiones sumergirnos en una vorágine de emociones y responsabilidades. Es durante este recorrido cuando nos enfrentamos al desafío de equilibrar el tiempo dedicado a nuestros hijos con otras facetas de la vida.
A medida que nuestros hijos crecen, es natural que busquen independencia y autonomía. Aunque puede resultar difícil, es esencial reconocer la importancia de cortar gradualmente los vínculos para permitirles desarrollarse plenamente.
Este proceso no implica desconexión emocional, sino más bien facilitarles el espacio necesario para explorar el mundo por sí mismos, tomar decisiones y asumir responsabilidades. Al fomentar esta separación de manera saludable, les estamos brindando la oportunidad de crecer, madurar y convertirse en individuos seguros y autosuficientes.
El último estudio sobre el Empleo del Tiempo, realizado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), arroja luz sobre la evolución del tiempo en familia a lo largo de las diferentes edades.
Entre los 30 y 40 años, los padres dedican una parte considerable de su día a día a estar con sus hijos, una etapa marcada por la intensidad de la crianza y la formación de vínculos familiares sólidos.
Sin embargo, a medida que la vida avanza y los hijos entran en la adolescencia, se produce un cambio notable en la dinámica familiar. El tiempo compartido con los padres disminuye gradualmente, ya que los jóvenes exploran nuevas experiencias y buscan la compañía de amigos y compañeros de clase.
El punto de inflexión se experimenta en torno a los 50 años, momento en el cual el tiempo dedicado a los hijos mayores comienza a decaer, mientras que el tiempo en pareja empieza a tomar mayor protagonismo.
Este cambio subraya la importancia de cultivar y fortalecer la relación de pareja a lo largo de la crianza de los hijos, preparándose para la etapa en la que serán la principal compañía cuando los hijos hayan emprendido su propio camino.
Resulta interesante destacar que, según las estadísticas, las mujeres continúan siendo quienes más tiempo dedican a los hijos en comparación con los hombres.
Este compromiso se refleja tanto en la atención dispensada a los hijos menores de 10 años como en el apoyo brindado durante la adolescencia. En última instancia, este estudio nos invita a reflexionar sobre la fugacidad de la infancia y la importancia de valorar cada momento compartido en familia.
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