De manera más o menos evidente, más o menos clara, pero a lo largo de los años existen maneras de definir las conductas que convierten a la mujer en una buena madre y como consecuencia las contrarias, en una mala madre. La lactancia está siendo hoy en día una de las principales herramientas para categorizar a las madres de buenas o malas, de correctas o incorrectas y eso, además de ser injusto, tiene consecuencias emocionales.

La primera semana de agosto fue la semana de la lactancia materna. Reconocemos la importancia y la relevancia de ocupar espacio y tiempo hablando de maternidad y todo lo que hay alrededor, el problema surge cuando se generan dicotomías entre esto es bueno y esto es malo. Para el bebé o para la mamá y como consecuencia, ¿en qué lugar se deja a las mujeres que no quieren o no pueden dar el pecho a sus criaturas? Quizá la clave está en entender que lo que necesitan las madres es información, apoyo y confianza.
Cuando damos información primero necesitamos escuchar y segundo, darnos cuenta de a quién tenemos delante y el poder que tiene nuestro conocimiento experto en una mujer que en múltiples ocasiones se encuentra perdida y temerosa de no ser una buena madre. Si cuando está tratando de decidir cómo alimentar a su bebé escucha ese “la lactancia es lo mejor para el bebé”, ¿dónde queda su capacidad de elección sin culpa?
Alba Padró, consultora internacional de lactancia y autora del libro “Somos la leche: dudas, consejos y falsos mitos sobre la lactancia” aprovechaba la semana internacional de la lactancia para cambiar el foco de los beneficios de la lactancia (de los que ella no habla) para hablar del deseo de lactar a nuestros bebés. Porque ahí es donde está el foco, en desearlo o no. Si lo deseamos, recibir toda la información posible para poder hacer frente a todo lo que implica lactar a nuestros bebés, rodearnos de profesionales que apoyen nuestro deseo y nos brinden ayuda, sostén y comprensión para dirigirnos hacia él. De manera que la lactancia con sus pros y sus contras sea una realidad elegida e informada, para asegurar su establecimiento y disfrute.
Pero, si no deseamos dar el pecho las necesidades de la madre no cambian. Necesitan rodearse de profesionales y personas que apoyen su deseo, les brinden ayuda, sostén y comprensión. Para que la alimentación de fórmula con sus pros y sus contras sea una realidad elegida y disfrutada, y por supuesto, alejada de la sensación de ser malas madres.
La presión de dar el pecho no es buena

Cuando acompañas y escuchas a madres que han decidido alimentar a sus hijos con biberón, o hacer lactancia mixta desde el principio o que por cualquier motivo (médico o no) han terminado abandonando la lactancia lo que más te encuentras es la sensación de fracaso, frustración y de “no he sido capaz” o un “soy peor madre”. Y esto no solo no es justo, sino que además es perjudicial para su Salud Mental. Y eso que nos encontramos en terapia, también lo avalan estudios como el realizado por Fallon et Al. (2016) quienes estudian a seiscientas madres que optaron por lactancia mixta o artificial, de ellas un 67% expresaban haber sentido culpa por dar el biberón, pero es que un 76% sentían que tenían que justificarse o defender su elección frente a otras madres o a profesionales. Lo sorprendente de todo esto es que el 67% se sentían satisfechas con su decisión.
Las mujeres necesitamos información para poder decidir de manera informada. Información que no nos categorice entre buenas o malas madres porque cada una de nosotras con nuestras realidades y prioridades, tratamos de ser siempre la mejor madre posible para nuestras criaturas. Y perder esto de vista, es no mirar a la madre y a sus necesidades.
Se habla de los beneficios para la salud mental materna de la lactancia pero es importante poner el foco en cómo perjudica el cómo se juzga a una madre que no da pecho. Y bueno, cómo se juzga a una madre que hace lactancia prolongada. Y en general, cómo se juzga a una madre. Quizá el foco tendríamos que ponerlo más en cómo la sociedad juzga a las madres y sus decisiones y no tanto en qué decisiones toman las madres. Si preguntamos a las madres, muchas, lo que más sienten es sensación de que “nunca es suficiente” y una sensación constante de no estar siendo malas madres. Y eso, demos el pecho o no, es perjudicial para la salud mental de las mujeres.