Un vídeo viral de TikTok invita a la reflexión sobre la tendencia de moda: los cumpleaños en los parques

Reflexiono como padre sobre los cumpleaños infantiles en los parques y las situaciones de conflicto que dejan este nuevo hábito de moda desde la pandemia. 
Dos niños en una fiesta de cumpleaños

Kat Stickler es una de las muchas tiktokers que acumula millones de seguidores en la red social de moda y publica algún contenido que se hace viral. La diferencia es que el post de esta mujer y madre de una niña pequeña no es un truco de limpieza, ni una receta “gocha”, sino que el vídeo en cuestión da lugar a una reflexión que abre un melón que puede dar mucho juego entre las familias con niños pequeños.

Dice esta madre norteamericana que su hija pequeña ha tenido una experiencia traumática en un cumpleaños en el parque. Cuenta que su pequeña no estaba invitada pero que al llegar y ver la fiesta, se convirtió en una más del plan… hasta que llegó la hora de soplar las velas y comer la tarta.

Entonces, asegura Kat Stickler indignada, la mamá del menor que cumplía años negó a su hija el trozo de tarta al no ser parte de la lista de invitadas. “Era una tarta gigante, había muchas porciones de sobra, pero cuando la madre le quitó el plato a mi hija, agachándose a su altura, le dijo que el resto de niños no eran sus amigos”, dice en el vídeo.

Los cumpleaños en el parque, una moda en auge

Como padre de dos peques, el vídeo viral de Kat Stickler deja al menos dos lecturas. La primera es obvia: desde la pandemia, los cumpleaños infantiles en los parques son tendencia. Y yo estoy completamente a favor de que así sea.

Es un espacio al aire libre, gratuito, con lo cual más accesible a todas las familias, con independencia de su nivel económico, y encima no hay límite de hora. Solo es necesaria una mesa de camping para poner la merienda o el picoteo y, como mucho, una nevera o cubo con hielo para el agua y los refrescos. Los peques no necesitan un castillo hinchable ni un monitor que les indique esto o lo otro. Juegan con libertad absoluta en un espacio inmejorable donde, además, se pueden mezclar con otros niños y niñas que estén jugando en el parque.

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Es verdad que los cumples en el parque, al no ser un espacio privado, suelen tener pequeños intrusos. ¿Y qué importa? Suele ser algún pequeño que “huele” las patatas fritas, algún amigo del barrio que estaba en el parque y se suma o un niño o niña sociable que no tiene problema en intentar hacer nuevos amigos y amigas. Evidentemente, sería imposible dar de merendar a un grupo de diez o doce peques que no estaban invitados sin que los demás renunciaran a un poquito de su parte, pero incluso en este caso que yo nunca he visto en 6 años a tiempo completo en los parques tampoco pasaría nada. Esto es parte del encanto de los cumples en los parques.

La realidad es otra

Como en todos los ámbitos de la vida, también en esto de los cumpleaños infantiles se ven detalles feos. Y vienen, casi siempre, de parte de los adultos.

La anécdota negativa que cuenta Kat Stickler en su vídeo viral es un ejemplo de ello. Sí, hay adultos que prefieren darle el disgustazo a una niña o niño pequeño por no dar un trocito de la tarta de cumpleaños. Pero yo he visto, con mis propios ojos, nadie me lo ha contado, detalles más feos. Cuento uno a modo de ejemplo.

A comienzos de esta primavera, en el parque que está frente al cole de mis peques, un espacio grande con pradera, perfecto para organizar cumples, se celebró un cumple de una clase de primaria. Esa es la clase de la hermana mayor de una muy buena amiga de mi hija, de estas familias con las que pasas más tiempo en esta etapa de la vida que con tus amigos y familiares más cercanos. La niña, por cierto, es un amor. Y aunque no lo fuera, tampoco se merece lo que vivió esa tarde. Ningún niño o niña se lo merece.

Lo que ocurrió es que el cumpleañero no invitó al cumpleaños a la peque. Este niño, por cierto, detalle que tiene su importancia, se sienta al lado en clase de ella, son pareja de pupitre. Como es lógico, cada familia tiene derecho a invitar a quien quiera a la fiesta de cumpleaños de su hijo o hija, pero si no vas a invitar a toda la clase, me pregunto si es el parque al que va medio colegio cada tarde el lugar indicado para celebrarlo. ¿No hay otra alternativa y evitar así el disgusto para los niños y niñas excluidos de la fiesta? Porque en algunos peques puede ser un disgusto pasajero, pero en otros las consecuencias pueden ser mucho más graves.

Dirán algunos que somos libres para celebrar el cumpleaños donde queramos. Por supuesto. Faltaría más. Pero sin empatía, sin ponernos un poquito en la piel de los demás, sobre todo si son niños, no hay libertad que valga. ¡Que son niños! 

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