La fruta, junto a la verdura, es uno de los alimentos que debe constituir la base de nuestra alimentación. Se recomienda que, aproximadamente, la mitad de los alimentos que consumamos a lo largo de un día sean frutas y verduras. Pero tampoco hay un límite máximo si se trata de fruta: se puede consumir toda la que se desee, mientras no desplace el consumo de otros alimentos. La fruta aporta una gran cantidad de nutrientes, entre ellos vitaminas y minerales, es rica en fibra, baja en calorías y tiene efecto saciante, por lo que se trata de un alimento altamente saludable.

Para que nuestros hijos adquieran hábitos saludables, entre ellos la ingesta abundante de frutas, estos se deben empezar a instaurar desde el inicio de la alimentación. Se pueden ofrecer todos los tipos de fruta desde el inicio de la alimentación complementaria, y es muy recomendable hacerlo en forma de trozos cortados de forma segura para que los bebés vayan experimentando con las texturas y los sabores.
Se sabe que los bebés que son expuestos de forma temprana a multitud de frutas, tienen durante la infancia una mayor aceptación de ellas, y menos riesgo de presentar neofobia alimentaria. Si ofrecemos la fruta en papilla, tenemos más riesgo de que en el futuro los niños rechacen la fruta entera, ya que no han estado expuestos a las texturas naturales de la fruta ni a los sabores por separado.
Entonces, ¿qué hago si mi hijo rechaza la fruta? ¿Le obligo a comerla?

Mi opinión como pediatra es que no: nunca se debe forzar a un niño a comer, ni aunque se trate de fruta. ¡Esa no es la solución para que tus hijos coman fruta!
Obligar, forzar, chantajear o utilizar la manipulación para que los niños tomen un alimento solamente ocasiona situaciones desagradables a la hora de la comida y mayor rechazo; y para nada ayuda a que acepten dicho alimento. Por eso, debemos dejar todo esto a un lado e intentar que compartir la mesa sea un momento agradable tanto para los niños como para los adultos.
Para aumentar la aceptación de la fruta en la dieta de los niños debemos, en primer lugar, dar ejemplo: tener fruta disponible siempre en casa, consumir nosotros fruta fresca a diario y no comprar alimentos poco saludables (bollería, zumos, batidos, galletas) que puedan desplazar a la fruta.
También es interesante ofrecer una variedad amplia de frutas, para dar a los niños la oportunidad de escoger la que más les apetezca. Hacerles partícipes de la elección y preparación de su comida les motivará más para consumirla. También podemos ofrecerla en distintas presentaciones y elaboraciones, con el fin de hacerla más atractiva a los niños. No se recomienda añadir a las preparaciones azúcar u otros endulzantes con el fin de “enmascarar” el sabor natural de la fruta.