Con la vuelta al cole y, sobre todo, con la vuelta a la escuela infantil, empiezan a aparecer los primeros catarros, toses, mocos y fiebres. Una de las mayores inquietudes de los padres es: ¿debería llevar al niño a urgencias?

No debemos olvidar que, si bien las urgencias suelen estar bien equipadas y cuentan con grandes profesionales, no dejan por su propia naturaleza, de ser un campo de contagio para posibles enfermedades además de suponer incomodidad y cansancio para el pequeño durante la espera.
Así que vamos a repasar una serie de consejos que os ayuden a decidir cuándo acudir al centro hospitalario.
No todo es coronavirus
Los síntomas que han padecido los niños al pasar el coronavirus han sido claramente más variados que en adultos. De ahí que se hayan podido ver casos de toda índole: Covid con /sin dolor de cabeza Con / sin conjuntivitis Con / sin dolor abdominal Con / sin vómitos. Y un largo etcétera que supone un miedo para los padres. Así que hay que ser claro, el coronavirus en niños presenta una sintomatología prácticamente calcada a multitud de procesos víricos banales.
Por tanto, un niño con tos, o con fiebre, o con dolor abdominal.... no supone necesariamente que esté contagiado de COVID-19. Y un proceso vírico absolutamente normal en niños no tiene porqué suponer una carrera a urgencias motivada por el miedo causado por la pandemia.
Febrícula no es fiebre
El primer motivo de consulta en urgencias de pediatría es la fiebre. En este aspecto, las dos claves son: temperatura y edad. En general, os recomiendo que un niño (independientemente de su edad) con temperatura corporal igual o superior a 39 grados se valore un centro hospitalario, aunque no necesariamente tenga una enfermedad grave.
Los bebés de seis meses o menos deben acudir siempre a urgencias en caso de fiebre, aunque sean pocas décimas, ya que su sistema inmunológico no está suficientemente desarrollado. A partir de entonces y hasta los dos años, se debe acudir a urgencias cuando la temperatura corporal sea superior a 38,5 grados, aunque la mayoría de las veces se deberá a un proceso vírico.
En niños más mayores, una temperatura de entre 37,5 grados y 38,5 grados, con buena respuesta a los antitérmicos y buen estado general, no debería suponer un viaje a urgencias. A este respecto hay que incidir, pues son muchas las visitas a urgencias por fiebre de 37 / 38 grados.
A esta edad debéis asumir con total naturalidad que estos procesos febriles durante dos ó tres días no suponen peligro alguno para el pequeño. Obviamente en caso de que estos procesos se prolonguen durante más tiempo, la temperatura sea más alta, o se añadan nuevos síntomas, si sería conveniente acudir al centro hospitalario.
Contusiones y heridas

Respecto las contusiones debe imperar la regla del sentido común a través de la observación. No supone el mismo peligro un golpe en el glúteo o en un brazo que en una zona delicada, especialmente la cabeza. Si el golpe no es contundente, puede ser solventado en el domicilio.
Por contra un golpe contundente, especialmente en la cabeza, sobre todo si se observa que el niño experimenta mareos, inactividad, vómitos, o se queda adormilado, debe ser motivo de acudir al centro hospitalario.
En caso de heridas o cortes, valoraremos el tamaño, la profundidad y la zona. Una pequeña herida superficial en pierna o brazo puede ser curada en casa, mientras que una herida de mayores dimensiones, muy profunda o sangrante o una herida en la zona facial, deben ser tratadas en el hospital.
''Me duele la barriga''
No es necesario acudir a urgencias por algo tan natural como un vómito o diarrea de carácter eventual. Tiene prácticamente todas las posibilidades de pertenecer a un episodio vírico o de gastroenteritis.
Pero si los síntomas se prolongan durante más de 24 horas, hay vómitos persistentes, signos de deshidratación, malestar, fiebre y/o dolor de cabeza se debe acudir a urgencias. Si el dolor abdominal es intermitente no suele haber enfermedades graves, pero si es continuo o cada vez más intenso debe ser motivo de consulta urgente.