La fiebre es una señal de alarma para los padres y madres de niños pequeños. Es detectarla y sentir la necesidad de tratarla, un error que es muy difícil de controlar pero que tal vez puedas conseguirlo después de esta lectura. Ese es el objetivo, que aprendas a manejar un cuadro de fiebre en un niño.
Como bien explican las instituciones médicas, “la fiebre es un mecanismo que tiene el organismo para luchar contra el ataque que supone la infección”, explica la Asociación Española de Pediatría (AEP), por lo que no es una enfermedad, sino una reacción del cuerpo para defenderse frente a bacterias y virus que producen las infecciones.
Esto explica algo que todos debemos guardar en nuestro disco duro: debemos tratar al niño y no al termómetro. Lo explica la AEP de forma clara: “no es necesario tratar la fiebre e intentar bajarla hasta la temperatura habitual. En cambio, sí que es recomendable aliviar el malestar que la fiebre pueda producir al niño”.

Así indican también en una guía de situaciones de urgencia para padres de la Asociación Española de Pediatría de Atención Temprana (AEPap), que expone lo siguiente al respecto de la fiebre y su tratamiento: “Si tiene buen aspecto, juega y no parece afectado, serán innecesarios los medicamentos analgésicos-antitérmicos aunque tenga fiebre, ya que tratándola no le curamos de nada”.
La manera correcta de ver si tiene fiebre
Aclarado este aspecto, la siguiente pregunta es cómo saber si un peque tiene fiebre. Pues bien, en este caso, es necesario recordar que la técnica de tomar la temperatura con la mano está totalmente desaconsejada por los médicos.
“La manera correcta de hacerlo es con un termómetro que, preferentemente, debemos colocar bajo la axila”, aseguran desde Cinfa Salud, que aporta además una pequeña relación de temperaturas que sirve como orientación para que los padres sepan si sus hijos tienen fiebre o no. Es la siguiente:
- Entre 36,0ºC y 37,0ºC: temperatura humana normal.
- Entre 37,1ºC y 37,5ºC: febrícula.
- Entre 37,5ºC y 38,5ºC: fiebre de leve a moderada.
- Entre 38,6ºC y 39,9ºC: fiebre alta.
- Más de 40,0ºC: fiebre muy alta.
En todo caso, por debajo de los 38º, con fiebres leves, los médicos e instituciones médicas desaconsejan utilizar antitérmicos en los niños. Así se puede leer, por ejemplo, en la mencionada guía para padres de la AEPap. Es decir, ni paracetamol ni ibuprofeno como norma general que evidentemente puede tener excepciones siempre en base al criterio médico, no de los padres del enfermo.
Hasta ese límite, lo recomendable es aplicar otros remedios para aliviar su malestar: por ejemplo, hidratarlo bien con abundante agua y mantenerlo fresco con poca ropa.
Esta recomendación es extensible a las vacunas: “No es recomendable utilizar antitérmicos para prevenir una posible reacción ante las vacunas”, apunta la AEP.
¿Y a partir de los 38ºC?
A partir de los 38ºC, si el menor presenta malestar o dolor, sí se le puede administrar paracetamol o ibuprofeno, este último solo en niños mayores de tres meses. Son importantes varios matices al respecto: uno de ellos, tener en cuenta que no hará efecto hasta pasada al menos media hora desde su administración, plazo que puede alargarse hasta la hora. Además, nunca se reducirá la temperatura más de 1ºC o 1,5ºC.
Por su parte, en niños menores de 3 meses, si tiene fiebre, aunque se le dé el antitérmico, debe ser valorado por un médico.

Desde la AEPap, advierten del riesgo de toxicidad por antitérmicos y proponen una serie de consejos para limitar todo lo posible dicho riesgo.
- No pasar la dosis máxima recomendada.
- Cuidado en niños enfermos con ayuno y vómitos (paracetamol) y deshidratación (ibuprofeno).
- No usar de forma prolongada o repetida si son síntomas leves.
- No usar a la vez más de un fármaco para tratar el mismo síntoma.
- Es preferible no alternar antitérmicos