Una tarde, después de que el pequeño haya pasado la mañana en la escuela de infantil, te encuentras jugando con él en el suelo. De repente, te pide que te vayas para que le dejes espacio a “Paola”, una amiga invisible que la acompaña ahora en su habitación, y que vive en el bosque. Efectivamente, se trata de un amigo imaginario, y es algo absolutamente normal, aunque es cierto que en un primer momento pueda asustarnos un poco.
Se sabe que la imaginación de los niños empieza a desarrollarse alrededor de los 2-3 años de edad, lo que marca el comienzo del juego de simulación. Así, se estima que entre un 60 a un 65 por ciento de los niños tienen uno o dos amigos imaginarios. Si bien es cierto que los amigos imaginarios son tan comunes como normales, las razones por las que surgen varían, al igual que el tiempo que permanecen en la imaginación de tu hijo/a.
¿Por qué los niños/as tienen amigos imaginarios? ¿Cuáles son las causas?
Especialmente porque son tremendamente divertidos. No debemos olvidarnos que los niños son naturalmente imaginativos. Ejercitar su imaginación es bueno tanto para su salud mental como emocional. Y los niños que tienen amigos imaginarios verdaderamente llegan a disfrutarlos, porque siempre tienen a alguien con quien “jugar” cuando están aburridos, o cuando simplemente se sienten solos.
En ocasiones, los amigos imaginarios también pueden llenar un vacío que otros compañeros de juego no tienen. Por ejemplo, un niño con pocos amigos puede crear uno. Así, un niño que nunca elige a qué jugar cuando se encuentra presente de otros amigos, siempre puede escoger con qué jugar con su amigo imaginario. En la infancia, tener un amigo imaginario se convierte en una forma única de crear al amigo perfecto.
No obstante, es normal que la mamá y el papá se preocupe, y se pregunten hasta qué punto es del todo normal. Pero debes estar tranquilo/a: no tienes de qué preocuparte cuando, de repente, descubres la llegada de un compañero de juegos imaginario. Y, a diferencia de lo que popularmente suele pensarse, no significa necesariamente que el niño que tiene amigos imaginarios anhele la presencia de un hermano o hermana, compensando su ausencia.
Se trata de un mito, puesto que se ha descubierto incluso que dos tercios de todos los niños, independientemente de que tengan o no hermanos, tienen amigos imaginarios.
Para el niño, ¿son verdaderamente reales los amigos imaginarios?
Efectivamente, aunque los amigos imaginarios no son evidentemente reales, la mayoría de los niños saben que sus amigos simulados no lo son. Es más, en los niños pequeños, los amigos de fantasía -o imaginarios- se convierten en una señal de desarrollo de la imaginación.
Por este motivo, no es necesario preocuparse si, por ejemplo, cometes el error de sentarte justo encima de donde se encontraba sentado aparentemente el amigo imaginario de tu hijo/a…

Pero que sea normal no significa que no debamos prestar atención a algunos elementos básicos. Es decir, hasta qué punto el niño puede jugar junto con su amigo imaginario. Y qué hace durante el juego. Por ejemplo, si de repente es el amigo imaginario quien pide el almuerzo, o rompe cosas cuando nadie está mirando, es imprescindible descubrir algunas reglas básicas.
En la mayoría de las ocasiones, podemos permitir que nuestro hijo decida cuánto puede participar en su fantasía. En este sentido, es importantísimo respetarle y dejar que sea él quien tome la iniciativa. Por ejemplo, si el amigo imaginario suele viajar a menudo en el automóvil familiar, no preguntarle si lo hará en ese momento, sino esperar a que sea él quien lo diga.
Una vez que el niño haya dado el visto bueno, está bien hablar con o sobre el amigo imaginario, aunque es importante que sea el niño quien mantiene el control de su propia fantasía. Básicamente porque interferir demasiado podría acabar causando luchas de poder, ira o cierta fricción.
¿Cuándo podría convertirse en un problema?
Si de repente descubrimos que las “demandas” del amigo imaginario empiezan a salirse de lugar, y de control, es imprescindible decirle que no. Aunque darle un gusto al pequeño puede convertirse en una buena forma de vincularnos y mostrarle amor y respeto, no se aconseja hacer nada que pueda originar más estrés a nosotros o a otros miembros de la familia.
Es decir, no debemos permitir que el amigo imaginario del niño se convierta en una forma de control masivo sobre la familia. Por ejemplo, sacar un plato y un vaso adicional, con comida imaginaria, está bien, pero servir un almuerzo completo sí puede enviar el mensaje equivocado.
Como opinan muchos expertos, los amigos imaginarios únicamente se vuelven problemáticos cuando el niño lo culpa de su mal comportamiento. Si esto sucede, es imprescindible enseñar al niño que solo él es el responsable de lo que sea que haga él, o su amigo imaginario.
Otra señal de alarma podría ser que el niño prefiera a su amigo imaginario en lugar de los verdaderos. Aunque esto es en realidad algo poco común, sí puede ser una señal de que algo más está ocurriendo. Se sabe que los niños que tienen amigos imaginarios generalmente suelen ser mucho más sociables que otros niños. Pero si, de repente, notamos que el niño rechaza las oportunidades de relacionarse con otros, prefiriendo jugar con su amigo de fantasía, es posible preguntarnos cómo el niño está experimentando su propio mundo social.
En cualquier caso, en la mayoría de las ocasiones, los amigos imaginarios suelen desaparecer solos, especialmente a medida que los niños se interesan más por jugar con otros niños.