¿Estás preocupado porque tu hijo no para de tener comportamientos tiranos? Hace apenas unos días te contábamos en qué consiste el Síndrome del Niño Emperador o del Niño Rey: toda una serie de comportamientos y actitudes que hacen que el niño no tenga tolerancia a la frustración y encaminados a dominar a los padres o cuidadores de manera psicológica.

“Son niños muy dictatoriales que imponen lo que harán ellos y el resto de la familia: escogen lo que van a comer, dónde irán de vacaciones, a qué hora se hacen los deberes o a qué hora se va a la cama”, nos explicaba Marina García, psicóloga de Psicoactúa, Unidad de Psicología y Medicina de la Salud del Hospital Vithas Medimar.
Hay otros niños que, si bien no llegan a sufrir este síndrome, sí son más ‘tiranos’ que otros (si nos ponemos a comparar). Son pequeños que, a menudo, no miden las consecuencias de sus actos, que hacen y deshacen a su antojo, que retan a sus padres y les dejan sin capacidad de acción aparente. Niños que chantajean, que montan en cólera hasta que no se salen con la suya, con rabietas recurrentes y que casi siempre se muestran tristes y enfadados.
¿Qué hacer si tienes un niño tirano en casa?
En estos casos, la desesperación de los padres puede llegar hasta tal punto de aparecer bloqueos mentales de los que no se sepa escapar. Y es que, un niño desafiante y con muchas rabietas recurrentes puede poner a prueba el límite de la paciencia de sus progenitores.
Por eso, la misma profesional antes comentada nos ha facilitado una serie de consejos pensados expresamente para papás que tengan en casa un niño tirano, con el fin de evitar que aparezcan consecuencias a corto, medio y largo plazo desencadenadas de este comportamiento:
- Llegar a acuerdos en cuanto a estilos educativos: hay que dejar claros los límites y las normas y explicar al niño, de una forma adaptada a su nivel de desarrollo mental, las razones de los mismos, para que cumplirlos no lo vea como una imposición, sino como un deber
- Ayudar a los niños a desarrollar su sentido de la responsabilidad frente a sus actos, de tal forma que experimenten consecuencias de sus decisiones. Igual que no permitimos que nuestra pareja o nuestro jefe nos insulte o nos hable con exigencias, tampoco debemos permitírselo a nuestros hijos
- Promover actividades solidarias o de servicios a la comunidad con la finalidad de que conozcan otras realidades y puedan sintonizar con ellas
- Otorgar responsabilidades a la edad del niño. Por ejemplo, tareas sencillas del hogar como recoger sus juguetes y su habitación, poner la mesa, sacar la basura u otras que se adecúen a su grado de madurez
- No sobreproteger a los niños, ya que una de las consecuencias de que un niño sea tirano es la ausencia de límites y normas
- Perder el miedo a decir ‘no’, ya que es igual de necesario en su educación que el ‘sí’ y los abrazos
- No poner etiquetas al niño: no conviene llamarle ‘tirano’, ni ‘malo’, ni ‘revoltoso’
Niños tiranos: ¿personalidad o crianza?
“Se ha visto que estos niños tienen una estructura genética con dificultad para experimentar la compasión, la empatía y la responsabilidad”. Estas eran las palabras de la doctora García cuando le preguntábamos si el Síndrome del Niño Emperador podría tener un factor biológico.
En los niños tiranos podríamos decir que las causas van más encaminadas hacia el estilo de crianza y educativo de los padres, a menudo, demasiado permisivo. “Los padres debemos tener claro que, aunque actualmente nos relacionemos con los hijos de forma más permisiva, cuando sea necesario hemos de utilizar nuestra autoridad poniendo límites frente a comportamientos negativos”, nos contaba hace algún tiempo la psicoterapeuta Mercé Corbella.
Y es que, al no establecer los límites y las normas correctas, estamos otorgando al niño un poder y una posición que no le corresponden.
Especialmente importante es la etapa de la adolescencia, en la que hay que estar aún más pendientes de este tipo de conductas. “Su comportamiento puede traducirse en conductas de enfrentamiento con padres y profesores de tipo verbal e, incluso, físico”, explicaba esta profesional. Si estas conductas se dan de manera repetitivas, sin responsabilidad de comportamiento por parte del adolescente y afectando a otras personas negativamente, hay que valorar seriamente acudir a terapia.