Una de las ventajas de poder incluir la salud entre nuestros temas de interés es que podemos dar a conocer patologías que afectan a la población infantil o femenina de las que se habla y divulga poco en comparación con otras y de las que, sobre todo, se conoce poco más allá de la comunidad médica. Un ejemplo es el lipedema, una enfermedad que afecta en un porcentaje amplísimo a las mujeres, casi exclusivo.
Desde el punto de vista médico, el lipedema se define como “la proliferación e inflamación de las células grasas de caderas y muslos, las cuales son desproporcionadas respecto al resto del cuerpo”, explican desde Top Doctors, que también especifican que se puede puede producir dicha acumulación de grasa en la zona comprendida entre los tobillos y las rodillas. “En este caso, es posible su detección por la forma de copa, conocida como signo de Cuff, que adquiere la grasa de la zona”, aseguran. En el caso del lipedema más habitual, el que se concentra en muslos y caderas, “Suele verse fácilmente en mujeres delgadas con piernas anchas, donde abunda la celulitis”, añaden.
Estamos hablando de una enfermedad infradiagnosticada y que comparte similitudes con otras muy conocidas como la obesidad. “El lipedema es una enfermedad que en la actualidad se encuentra bastante infradiagnosticada. No fue hasta 2018 cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) consideró al lipedema como una enfermedad”, advierte Francisco Millán, fisioterapeuta, Director de fisioterapia postquirúrgica y linfedema de Clínica Planas y presidente de la Asociación Española de Fisioterapia Oncológica.
Millán dice, además, que se confunde habitualmente con la obesidad y otras patologías con síntomas similares, pero remarca sus diferencias: “La obesidad responde bien al ejercicio físico y a la dieta, al contrario que el lipedema. Cuando se trata de obesidad pura, esta no va acompañada de tanto dolor en distintas partes de la grasa, mientras que el lipedema presenta hematomas y una alta permeabilidad”, expone.
Consecuencias del lipedema
El dolor es una de las consecuencias del lipedema, pero no es la única, tal y como apuntan desde Essity, compañía especializada en el sector de la higiene y la salud: “Sus manifestaciones suponen un deterioro en la calidad de vida de las pacientes, debido al impacto físico, psicológico y social que conlleva, produciendo en un 70% de los casos dolor en las extremidades”. Además, a nivel estético, las pacientes “tienen a menudo tobillos con presencia de grasa a los lados, o en columna, así como grasa en la cara interna y posterior externa de la tibia, pero no tienen afectados los pies”. indican desde Essity.
Tanto los síntomas como las consecuencias derivadas de la enfermedad dependen, entre otros factores, de la gravedad de la misma. En este sentido, según explican desde Top Doctors, se divide en tres grados distintos al lipedema en función de la afectación. En el grado I “la superficie de la piel es regular, aunque blanda, pero se pueden palpar pequeños nódulos de grasa” .puede pasar desapercibido-; en el grado II, “la superficie de la piel es irregular, además de dura por el aumento de la estructura nodular”; y en el grado III, “la superficie de la piel es adiposa, sobre todo en caderas y tobillos, donde abundan nódulos de distinto tamaño”.
Que la afectación sea más o menos grave depende a su vez de factores clínicos que pueden agravar la incidencia del lipedema. Algunos de ellos, citados por Essity, son “La obesidad, inmovilidad, insuficiencia, los cambios hormonales, linfática y venosas”.
En la misma línea se expresan desde Top Doctors al señalar algunas de las causas que provocan esta enfermedad más habituales: “Por lo general, esta patología viene provocada por un aumento de peso considerable, aunque también puede estar causada por trastornos hormonales (hipotiroidismo, diabetes tipo II, ovario poliquístico, etc.); sin embargo, puede desarrollarse en otros momentos vitales como la pubertad, el embarazo o la menopausia”.
Diagnóstico y tratamiento
En la actualidad, cuentan las fuentes especializadas consultadas, no hay un consenso sobre el tratamiento más efectivo para esta enfermedad que todavía es “joven” en lo que respecta al conocimiento médico sobre ella. Según Essity, “este tipo de pacientes deberían ser tratados en unidades multidisciplinares donde se realice un diagnóstico y tratamiento del lipedema y sus factores agravantes”.
La terapia de compresión, el drenaje linfático manual, el tratamiento fisioterapéutico y la liposucción son algunos de los factores que se han mostrado útiles para reducir el dolor y las consecuencias del lipedema. “Las medias de compresión son una parte fundamental en el tratamiento conservador del lipedema. A nivel prequirúrgico, además, tienen un efecto para la fibrosis y permiten facilitar la extracción”, dice Francisco Millán, que también recalca el papel importante que juegan las medias de compresión en casos clínicos que requieran operación quirúrgica. “Posquirúrgicamente, las medias de compresión contienen en gran medida la inflamación producida por la agresión quirúrgica”, indica el fisioterapeuta.
En concreto, desde Top Doctors explican que el tipo de operación que se lleva a cabo para combatir el lipedema es la lipomesoplastia, que “permite una disminución del volumen de la zona afectada, favoreciendo a una mejoría tanto de la piel como de la circulación”, explican. Además, apuntan que también se utiliza en ocasiones la técnica conocida como lipomesoplastia, que consiste “en la aplicación guiada de medicación en la capa grasa de la piel mediante ecografía”, detallan desde Top Doctors. El motivo por el que se recurre a ella, continúan, es porque “Los antiinflamatorios de los fármacos administrados regulan la circulación y activan el metabolismo”.