La tiroides consiste en una pequeña glándula que encontramos ubicada delante de nuestro cuello, la cual se encarga de producir una serie de hormonas útiles para controlar casi todos los órganos de nuestro cuerpo. Sin embargo, cuando la tiroides no produce la suficiente cantidad de hormonas, el organismo puede no funcionar correctamente, lo que podría afectar a nuestro peso, estado de ánimo y energía.
Cuando la tiroides se inflama surge una condición médica conocida con el nombre de tiroiditis, que puede producirse por distintos factores y causas. Sin embargo, en ocasiones, a veces ocurre porque el cuerpo produce una serie de anticuerpos que la atacan por error. Es lo que médicamente se denomina como tiroiditis autoinmune, tiroiditis de Hashimoto o enfermedad de Hashimoto.
Los expertos no comprenden completamente por qué el sistema inmunológico tiende, en ocasiones, a atacar al propio organismo, aunque creen que este fallo podría deberse a la presencia de un virus, un gen defectuoso o cualquier otra causa relacionada (o, bien, por una combinación de diferentes causas).
Dado que la tiroiditis autoinmune tiende a ser más común en mujeres de mediana edad, es normal preguntarse si, de alguna u otra forma, puede ser una causa de infertilidad femenina.
¿Por qué la tiroides es tan importante para la fertilidad?
La tiroides forma parte del sistema endocrino. Entre sus importantes funciones se encarga de controlar el metabolismo del cuerpo a través de las distintas hormonas que libera, el proceso por el cual nuestro organismo convierte lo que comemos y bebemos en energía.
La tiroides recibe un mensaje de la glándula pituitaria a través de la hormona estimulante de la tiroides (TSH), para posteriormente liberar tiroxina (T4), triyodotironina (T3) y calcitonina.

Aunque se sabe que un mal funcionamiento de la tiroides puede originar un desequilibrio en las diferentes hormonas tiroideas, y a su vez afectar al peso o al estado de ánimo, pocas personas saben que también podría afectar tanto al ciclo menstrual como a la propia fertilidad, y no solo de la mujer, sino también del hombre.
En la mujer, la existencia de una tiroides deteriorada puede afectar a su capacidad para concebir naturalmente, mientras que, en el hombre, se ha encontrado que tanto la tiroxina como la triyodotironina son dos hormonas que juegan un papel importantísimo en el desarrollo y en la función testicular.
Así, mientras que la existencia de hipotiroidismo (niveles bajos de hormonas tiroideas debido a la presencia de una tiroides hipoactiva) podría originar una reducción en la morfología normal de los espermatozoides, el hipertiroidismo (niveles elevados de hormonas tidoideas debido a una tiroides hiperactiva) podría causar disminuciones en el volumen seminal, un menor recuento o densidad de espermatozoides, peor motilidad y cambios en la morfología.

Cómo la tiroiditis autoinmune podría afectar a la fertilidad de la mujer y del hombre
Se ha encontrado que la tiroiditis autoinmune, al igual del resto de trastornos tiroideos, tiende afectar negativamente a la fertilidad, incluso aunque los niveles de la hormona estimulante de la tiroides (TSH) se encuentren dentro del rango normal.
En este sentido, los problemas asociados a la fertilidad podrían aparecer cuando los anticuerpos tiroideos afectan negativamente a las posibilidades de fecundación normal del óvulo o en el momento de la implantación. Además, también aumentan el riesgo de aborto espontáneo.
No obstante, los expertos no coinciden a la hora de señalar si el recuento de anticuerpos podría ser considerado como un factor para la aparición de la infertilidad importante.
Si bien es cierto que el recuento no importaría para el diagnóstico, ya que la presencia de cualquier nivel de anticuerpos tiroideos sería suficiente para indicar la presencia de una afección autoinmune, el recuento sí podría terminar siendo clínicamente significativo.

Por todo ello, puesto que se ha encontrado que tanto los niveles de la hormona tiroidea como la presencia de anticuerpos juegan un papel bastante importante en la fertilidad, es de vital importancia trabajar con el médico para lograr un equilibrio, atendiendo a las necesidades individuales de cada cual.
Algunos especialistas abogan, por ejemplo, por el seguimiento de una alimentación saludable y la práctica de actividad física regular, unido a un protocolo de dieta autoinmune, preferiblemente antiinflamatorias, evitando alimentos procesados y aditivos artificiales.