¿A tu bebé le llora el ojo? ¿Tiene legañas en alguno de los dos ojitos? El Dr. Emilio Juárez nos explica por qué ocurre esto y el tratamiento a llevar.
¿Cuáles son los síntomas?
Su principal síntoma es un lagrimeo constante que resbala por la mejilla o bien que se queda entre ojo y el párpado inferior y parece que el niño tiene como el ojo encharcado o que le pasa algo más grave. Y esto se detecta sobre todo al cabo de dos o tres semanas desde que el niño ha nacido.
También es frecuente la secreción o legañas de toda la vida pero sin enrojecimiento ocular, así como un reflujo de secreción de moco o aspecto de moco-pus al apretar la zona del saco lagrimal, dando el aspecto de pestañas pegadas al despertar.
Además, si este bebé está resfriado y tiene una infección de las vías respiratorias altas, ese lagrimeo es mucho más abundante por ese motivo. Vamos, es algo que también nos pasa a los padres o adultos cuando estamos con un resfriado y los ojos se nos congestionan y estamos con un lagrimeo continuo y molesto.
¿Cuándo se debe consultar al pediatra?
Siempre que exista lagrimeo o legañas persistentes hay que consultar con el pediatra. El diagnóstico es sencillo pero la historia y la exploración clínica son fundamentales para diferenciar la obstrucción de la vía lagrimal de otros cuadros que también pueden cursar con los mismos síntomas y así establecer si es necesaria la valoración por un oftalmólogo ya que es un especialistas más dado en el tema y puede aportar algo más que el pediatra.

¿Cómo se trata?
La mayoría de estas obstrucciones se resuelven espontáneamente en los primeros meses de vida y un porcentaje muy alto de los casos se cura con tratamiento conservador en el primer año de vida.
Vamos que de nuevo no es necesario alertarse en exceso por algo normal y que con el tiempo como hemos dicho se resuelve de una manera natural.
Este tratamiento conservador puede ser el masaje con un dedo con cuidado en la parte del ojo, donde el lagrimal, junto a la nariz. Se pone el dedo índice en el canto interno del ojo apretando y desplazando la fuerza hacia la nariz. Hay que hacerlo varias veces al día con cuidado y se verá cómo con el tiempo se mejora mucho en este sentido.
Además, es aconsejable que siempre se haga una limpieza adecuada, con las manos de esa persona perfectamente limpias, de las secreciones con suero fisiológico desde el canto interno al externo para no introducir el material otra vez en la vía lagrimal.
En los pocos niños en que esto no funciona, está indicado remitir al niño al oftalmólogo para realizar un sondaje de la vía lagrimal en quirófano y bajo sedación del niño. Una operación que solo se hace en los casos más graves, cosa que no es muy frecuente, y que es mejor hacer entre los 9 y los 12 meses del niño.