¿Obligar a tu hijo a comer lentejas “porque es lo que hay” puede marcar su relación con la comida para años? Según el nutricionista de moda, Pablo Ojeda, sí. En El manual de la compra inteligente (Pinolia, 2022), el experto en alimentación lanza una advertencia tan clara como poco habitual en los manuales de alimentación: “Imponer un plato habiendo alternativas es un primer paso para desarrollar una relación conflictiva con la comida”.
En una época en la que buscamos menús equilibrados, cenas rápidas y alimentos saludables, muchas familias olvidan un elemento igual de importante: el respeto a los gustos. Y no se trata de dejar que los niños coman solo lo que les apetece, sino de educar con empatía, ofrecer variedad y evitar batallas que, en realidad, nadie gana.
En este sentido se posiciona Pablo Ojeda, nutricionista que reivindica la alimentación como un vínculo emocional y social. Comer no es solo ingerir nutrientes, también es aprender a disfrutar, compartir, explorar sabores y conocer el propio cuerpo.
Por eso, considera que es contraproducente generar un clima de imposición como el que muchos padres y madres de hoy vivieron en su infancia —cuando hay margen para adaptar el menú—, cuando lo que no querían para comer se lo tenían que cenar y así sucesivamente hasta acabar el plato, puede tener efectos negativos a largo plazo.

¿Cómo se construye una relación conflictiva con la comida?
La escena es familiar. Un plato que no gusta. Una cara de disgusto. Una frase automática: “Te lo comes todo”. Y detrás, sin darnos cuenta, mensajes que los niños interpretan como: “Tus gustos no importan”, “La comida es una lucha de poder”, o, incluso, “Comer es un castigo”.
Pablo Ojeda propone justo lo contrario. Respetar las preferencias no significa ceder siempre, pero sí buscar el equilibrio: adaptar recetas, ofrecer alternativas dentro del grupo alimentario (por ejemplo, cambiar una verdura por otra), o dejar fuera ingredientes puntuales sin dejar de aportar los nutrientes necesarios.
Además, recuerda que muchos rechazos tienen más que ver con cómo se presenta un alimento que con el alimento en sí. En este sentido, la evidencia científica lo ha demostrado con ejemplos concretos. El último, una investigación recién publicada en la que introducía un alga que tenía de verde unas galletas: la infancia las rechaza y los adultos no.
Este tipo de experiencias muestran cómo pequeñas adaptaciones pueden evitar grandes conflictos y prevenir conductas restrictivas, rechazo persistente a ciertos alimentos o, en los casos más graves, trastornos alimentarios.

Cómo planificar el menú semanal (y hacerlo sin dramas)
El experto recomienda evitar a toda costa el ‘a ver qué podemos hacer hoy’ cuando en la despensa y en el frigorífico quedan pocos ingredientes. En opinión de Pablo Ojeda, planificar el menú semanal “ahorrará tiempo y esfuerzo”, “también repercutirá de forma positiva en nuestro bolsillo ya que compraremos solamente aquello que de verdad necesitamos” y, además, “dejaremos a un lado los caprichos o productos superfluos como dulces, bollería, patatas fritas y otros ultraprocesados”, expone.
En lugar de improvisar y entrar en bucles alimentarios, el nutricionista Pablo Ojeda propone una planificación semanal que tenga en cuenta varios factores clave: los gustos de la familia, las necesidades nutricionales y el contexto real de cada día.
Haz una tabla
Siete columnas (días de la semana) y cuatro filas (semanas). Puedes hacerlo en papel o usar Excel y llevarla en el móvil. Así evitas dudas en el súper y compras solo lo que necesitas.
Especifica cada plato
No pongas “verdura” o “pescado”, sino “brócoli al vapor” o “salmón al horno con patata cocida”. Cuanto más concreto, más fácil será diversificar y evitar repeticiones.
Ten en cuenta los gustos
¿A tu hija no le gusta el calabacín pero sí la zanahoria? ¿Tu hijo es fan del arroz pero odia los garbanzos? Inclúyelo. No se trata de hacer menús individuales, sino de contemplar pequeñas adaptaciones dentro de un plan común.
Aprovecha el menú escolar
Ojeda recuerda que los centros escolares suelen compartir con antelación lo que van a comer los niños. Úsalo para evitar duplicidades en casa y crear un menú variado y equilibrado a lo largo de la semana.
Incluye flexibilidad
Días con mucho trabajo, entrenamiento, deberes… Planifica platos más rápidos o tira de ‘batch cooking’ con niños con opciones ya preparadas. Y si algún día toca improvisar, que sea desde lo previsto, no desde el “sálvese quien pueda”.

En conclusión, como dice Pablo Ojeda, comer es también aprender a cuidarse sin miedo, sin culpa y sin castigos. Y esa lección empieza mucho antes de que los niños y las niñas sepan usar los cubiertos.
Referencias
- Ojeda, P., & García, S. (2022). El manual de la compra inteligente. Cómo llenar tu nevera y no tus caderas. Editorial Pinolia.
