Para madres y padres novatos —en algunos casos la experiencia en la maternidad tampoco garantiza nada porque cada persona es un mundo—, el llanto de su bebé puede ser un enigma diario. Hambre, sueño, frío, dolor, aburrimiento… la lista de posibles motivos parece interminable. Pero ¿y si el llanto no fuera solo una forma de comunicación básica, sino también una herramienta de diagnóstico temprana? Eso es precisamente lo que plantea un estudio publicado recientemente en la revista Frontiers in Pediatrics, que podría cambiar nuestra manera de entender esta expresión tan primaria.
Interpretar el llanto infantil no siempre es fácil, sobre todo en los primeros meses de vida, ya que hay muchas posibles causas del llanto de un bebé. Además, tiene posibles consecuencias el hacerlo mal. Según un estudio reciente, por ejemplo, la incorrecta interpretación del llanto nocturno de tu bebé puede perpetuar el mal descanso.
Ahora, para intentar abordar luz a esta cuestión, un nuevo trabajo científico liderado por investigadores de la Chengdu Medical College (China) ha recopilado más de cinco décadas de evidencia sobre las características fisiológicas y patológicas del llanto infantil. Y su conclusión es llamativa: ciertos patrones en el llanto de un bebé pueden anticipar la presencia de enfermedades neurológicas, trastornos del desarrollo o afecciones somáticas, incluso antes de que otros síntomas se hagan evidentes.
Lo analizamos a continuación.

El llanto puede ser una potente herramienta de anticipación
El artículo revisa estudios publicados entre 1968 y 2024, centrándose en cómo se genera el llanto, qué lo modifica y qué aplicaciones tiene su análisis.
Entre otros aspectos, los investigadores se detuvieron en los cambios en la frecuencia, duración e intensidad del llanto en casos de patologías como autismo, síndrome de abstinencia neonatal, asfixia, enfermedades renales o neurológicas. Por ejemplo, un llanto más agudo, continuo o monótono podría ser un marcador temprano de daños cerebrales o de trastornos del espectro autista.
Además, el estudio recopila la evolución tecnológica en el análisis del llanto: de la escucha clínica tradicional a complejos sistemas de inteligencia artificial que utilizan redes neuronales profundas para detectar patrones anómalos con una precisión cercana al 95%.
Este hallazgo tiene implicaciones interesantes, ya que comprender que el llanto puede ser más que una petición de consuelo nos ayuda a escucharlo con una nueva sensibilidad. No se trata de caer en alarmismos, sino de observar y conocer a nuestro hijo o hija desde el primer día.

Reconocer patrones de llanto
El estudio ofrece también una reflexión clara e interesante: los padres pueden aprender a reconocer patrones de llanto “funcionales” (hambre, sueño, malestar temporal) y diferenciarlos de llantos que podrían requerir atención profesional.
Por ejemplo, según los investigadores, un llanto más agudo y variable en frecuencia en contextos de dolor podría estar relacionado con alteraciones neurológicas tempranas. El mismo tipo de análisis se ha usado para distinguir entre niños y niñas prematuros y a término, o para alertar sobre la hipoacusia en lactantes antes de los dos meses de edad.
A esto se suman herramientas tecnológicas emergentes que, sin sustituir el criterio humano, podrían convertirse en aliados para padres primerizos: apps o dispositivos que analicen el sonido del llanto y orienten sobre su posible causa. Sin ir más lejos, la inteligencia artificial ya ayuda en el embarazo, parto y posparto.

Un campo de estudio en evolución
Aunque aún estamos lejos de un uso doméstico generalizado de estas tecnologías, la ciencia ya está sentando las bases para que el llanto se convierta en una señal médica que complemente a las físicas, como la fiebre, la erupción cutánea o cualquier otra manifestación corporal de un problema de salud en las primeras etapas de la vida.
Sin embargo, como destacan los autores, aún quedan retos por resolver: falta de datos públicos, dificultades éticas para grabar llantos de forma natural, y la necesidad de que estas herramientas respeten la interacción humana en la crianza, en lugar de reemplazarla.
Pero el camino está trazado. Saber que el llanto de nuestro hijo o hija es una ventana a su salud, y que puede ayudarnos a detectar problemas antes de que se agraven, es una noticia que merece atención. ¿El llanto como lenguaje preventivo? La ciencia nos está enseñando a escucharlo de otra manera, no cabe duda.
Referencias
- Wang Z, Cai Y, Wang X, Wu S, Cao Y, Xu F, Huang M. The significance of an infant's cry: a narrative review of physiological, pathological, and analytical perspectives. Frontiers in Pediatrics. 2025; DOI: 10.3389/fped.2025.1558951.