Una teoría emergente está poniendo patas arriba la comprensión de la memoria: no solo las neuronas almacenan recuerdos, sino también otras células del cerebro que, hasta hace poco, se consideraban simples asistentes. Se trata de los astrocitos, un tipo de célula glial (no neuronal, pero forma parte del sistema nervioso) que, según un nuevo estudio, podría ser esencial en el proceso de almacenamiento y recuperación de recuerdos desde etapas muy tempranas del desarrollo.
Este descubrimiento, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) en mayo de 2025, podría reconfigurar la forma en que entendemos el aprendizaje infantil. En un contexto donde madres y padres se preguntan cómo favorecer el desarrollo cognitivo de sus hijos, este hallazgo ofrece una nueva capa de información sobre el funcionamiento cerebral.
Sabemos que el cerebro infantil es especialmente plástico y receptivo, y por eso cada experiencia cuenta. Pero si no solo las conexiones neuronales, sino también la red de astrocitos participa activamente en la consolidación de los recuerdos, el escenario se vuelve aún más sofisticado y complejo, y al mismo tiempo, desde el punto de vista de la ciencia, también más fascinante.

Los astrocitos cooperan con las neuronas
El trabajo, liderado por Leo Kozachkov, Jean-Jacques Slotine y Dmitry Krotov, propone una teoría computacional del "sistema memoria" basada en redes de neuronas y astrocitos que cooperan entre sí. El modelo, llamado Neuron-Astrocyte Associative Memory, se inspira en arquitecturas de inteligencia artificial como los Dense Associative Memories, y demuestra que incluir los astrocitos como elementos activos incrementa significativamente la capacidad del sistema para almacenar recuerdos.
El funcionamiento se basa en una estructura conocida como sinapsis tripartita: cada conexión entre neuronas está envuelta por un astrocito que detecta la actividad sináptica y responde regulando esa misma actividad mediante la liberación de sustancias llamadas gliotransmisores. Estas interacciones se modelaron matemáticamente para probar que los astrocitos no solo acompañan, sino que también modulan y estabilizan los recuerdos en el tiempo.

En palabras del equipo investigador, la presencia de un solo astrocito puede aumentar la capacidad de almacenamiento por unidad computacional del cerebro en un factor de N, siendo N el número de neuronas implicadas.
Además, los autores señalan que los recuerdos no quedarían almacenados exclusivamente en las sinapsis neuronales, sino también en las redes de procesos astrogliales mediante transporte de calcio intracelular.

Principales conclusiones prácticas del estudio
Este modelo representa una ampliación fundamental del paradigma neurobiológico tradicional y tiene implicaciones que, aunque aún especulativas, podrían abrir nuevas perspectivas para la educación y crianza infantil. Las enumeramos a continuación:
- Reafirma la importancia de un entorno rico en estímulos desde los primeros meses de vida. Si el sistema glial también es sensible a la actividad neuronal, el juego, la interacción verbal y el afecto podrían tener un impacto aún mayor del que imaginábamos en la consolidación de recuerdos.
- Introduce la idea de una memoria más distribuida, menos vulnerable a fallos puntuales. Un sistema que almacena información tanto en sinapsis como en astrocitos puede ser más resistente, lo cual podría tener implicaciones en el tratamiento de daños cerebrales o dificultades de aprendizaje.
- Sugiere que el bienestar fisiológico del niño afecta más de lo previsto al aprendizaje, ya que los astrocitos también están influenciados por señales hormonales y moleculares, como la acetilcolina o la noradrenalina, relacionadas con el sueño, la atención y el estrés.
- Podría motivar futuras intervenciones educativas o clínicas más personalizadas, considerando variables no sólo neuronales sino también gliales. Aunque estas aplicaciones están en fase teórica, abren un campo nuevo de investigación educativa.

En definitiva, la ciencia nos recuerda una vez más que el cerebro infantil es una maquinaria extraordinaria, más compleja de lo que pensábamos. Y que, como madres y padres, podemos favorecer su desarrollo no solo entendiendo lo que vemos, sino también prestando atención a lo que apenas empieza a revelarse.
Referencias
- Leo Kozachkov, Jean-Jacques Slotine, Dmitry Krotov. Neuron–astrocyte associative memory. Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), 2025. DOI: 10.1073/pnas.2417788122