12 preguntas sobre el deporte y los niños
¡No es tarde para que tu hijo empiece un deporte! Es bueno para el cuerpo y la mente. Pero... ¿Debes animarle? ¿Cuál es el más adecuado? ¿Y si es torpe?... Te damos todas las respuestas.
Que el ejercicio físico es bueno para la salud es algo que nadie discute. De ahí la importancia de animar a los niños a practicarlo, desde pequeños. Hoy día, cuando nuestros hijos dedican tantas horas a ver la tele, a jugar con videoconsolas, a navegar por Internet..., aficionarlos a los deportes es la mejor vacuna contra el sedentarismo.
1. ¿Qué beneficios aporta?
Una actividad deportiva continuada fomenta un desarrollo equilibrado: una mayor resistencia física, una mejor coordinación y un buen equilibrio.
El deporte fomenta la sociabilidad, mejora la autoestima y estimula el afán de superación. Y se sabe que los niños que hacen deporte disfrutan de un mayor rendimiento intelectual y una mejor capacidad de concentración.
2. ¿Cómo practicarlo?
Ha de plantearse siempre como una actividad lúdica, libre de presiones y competitividad. Para que se aficionen de verdad, han de pasarlo bien. No ha de entrañar peligros ni provocar el agotamiento (el esfuerzo debe ir en relación con las capacidades del niño).
3. ¿Cuál es el adecuado?
Todos los deportes aeróbicos, o sea, aquellos en los que no hay que perder el aliento o contener la respiración, y los que fomentan un desarrollo global, tanto en coordinación y capacidad respiratoria como en equilibrio.
Y mejor si se practican al aire libre. Natación, atletismo, gimnasia, ciclismo y fútbol son ejemplos de deportes óptimos.
4. ¿Hay contraindicaciones?
Solo estarían desaconsejados los deportes peligrosos, como la escalada, y las modalidades que requieran desarrollar una fuerza excesiva (ejercicios con pesas, squash...).
5. ¿Es mejor jugar en equipo?
Sí, porque aprenden a trabajar con otros, crean lazos de compañerismo y comparten éxitos y responsabilidades. Los deportes que se practican en solitario ayudan a desarrollar la tenacidad y el afán de superación, lo cual también es recomendable a estas edades.
6. ¿Debemos permitir los deportes arriesgados?
En la habilidad del niño y su capacidad de ser responsable tenemos la clave de qué actividades puede realizar y cuáles no.
En cualquier caso, los padres han de supervisar las condiciones en las que su hijo practica un deporte. Por ejemplo, aunque el esquí o la hípica pueden entrañar riegos, se consideran seguros si se toman precauciones: monitores expertos, equipo adecuado, instalaciones en buen estado, etc. Si tenemos dudas, quizá podamos convencerles de que esperen hasta que tengan 11 o 12 años.
7. ¿Cuánto tiempo dedicarle?
No es preciso poner límites. El propio organismo regula la cantidad de ejercicio que necesita. Desde un mínimo de tres o cuatro horas semanales (por la tarde o los fines de semana), dejemos que el niño decida cuándo está cansado.
8. ¿Qué pasa si no quiere hacer deporte?
Podemos animarle, sin presiones. El ejemplo familiar es fundamental. Será difícil convencerle de lo divertido que es el ejercicio si nosotros no lo practicamos. A veces los padres pretenden que su hijo haga lo que ellos no pudieron. Es un error. Hay que dejarle elegir, y no hacer del deporte una obligación penosa.
9. ¿Y si se transforma en una obsesión?
No pasa nada, salvo que detectemos signos alarmantes: si no dedica tiempo a cosas necesarias, como comer, hacer los deberes o descansar, y el tema crea conflictos con sus amigos o la familia, debemos actuar y ofrecerle alternativas que desvíen su atención hacia otros entretenimientos.
10. ¿Cómo prevenir lesiones?
El calzado es importantísimo. Los niños deben usar las zapatillas adecuadas al deporte en cuestión. También deben hacer estiramientos musculares y calentamiento previos.
11. ¿Le dejamos abandonar?
Es normal que quiera apuntarse a distintas actividades, y después las vaya dejando decepcionado. Debe encontrar el deporte que se adapte a sus gustos y características físicas y psicológicas. Y es él quien debe escoger, no nosotros. Tengamos paciencia.
12. ¿Qué hacer con los torpes?
A los que el deporte se les da mal o temen que sus compañeros se rían por su torpeza o aspecto hay que enseñarles a aceptarse y fomentar en ellos el afán de superación, sin forzar ni criticar.
Para que los gorditos se animen a hacer ejercicio, lo mejor es acompañarles, ayudarles a descubrir qué les gusta y repetirles lo bien que hacen algunas cosas.
Asesora: Eloísa Pérez Zorrilla, médica rehabilitadora