¡Vuelven los celos del hermano mayor!
¿Otra vez la pelusilla? Sí, ahora el mayor siente que sus padres le exigen demasiado y consienten todo al pequeño.
Cuando nace un bebé, el hermano mayor siente temor a perder la atención de sus padres y su privilegiado rango familiar, el de 'pequeño de la casa', nada menos. Durante la infancia, algunos manifiestan sus miedos y se comportan de manera hostil, recuperan actitudes de cuando eran más pequeños o, en algunos casos, redoblan su simpatía y se muestran excesivamente buenos y solícitos.
Esta situación remite en cuanto el mayor se da cuenta de que, a pesar de todo, sigue manteniendo su estatus en el hogar. "En general, cuanto mayor es la diferencia de edad, de mejor manera asumen y solucionan los chicos los celos y la rivalidad", dice Guillermo Kozameh, psicoanalista infantil.
En la adolescencia o preadolescencia, pueden volver los celos. Los hermanos mayores suelen pensar que los padres les están exigiendo más que al segundo (en tareas, notas, orden en el cuarto) y que, encima, el pequeño goza ahora de más derechos de los que él disfrutó en su día.
En ocasiones, tiene razón y, efectivamente, el benjamín tiene más derechos y menos responsabilidades. Para evitarlo, conviene que los padres se aseguren de repartir privilegios y obligaciones con imparcialidad, de acuerdo a la edad y circunstancias personales de cada hijo.
Las quejas del mayor, a veces, propician una sana reflexión interior en los padres. Si el primogénito se lamenta demasiado, quizá haya llegado el momento de revisar nuestros planteamientos y preguntarnos si estamos siendo verdaderamente equitativos.
Sin embargo, otras muchas veces, los padres se portan de forma justa con todos sus hijos y el mayor también se lamenta... En tal caso, debemos pararnos a pensar que nuestro hijo atraviesa un momento delicado (la adolescencia). El chico está creciendo muy deprisa y, tal vez, necesita recuperar algo de atención extra por parte de sus padres.
Tácticas a poner en marcha
Algunos padres no tienen claro que lo que parece justo para un hijo puede ser totalmente injusto para otro (por ejemplo, en lo referente a la hora de acostarse: es compresible que el pequeño se acueste pronto y el mayor se quede un rato a ver la tele). Resolver el problema borrando las diferencias (los dos a la cama o los dos viendo la tele) no constituye una forma correcta de proceder. Cada hijo tiene necesidades y deseos diferentes y hay que respetar las singularidades de edad, en todas las situaciones.
- Conviene tener paciencia y adoptar una actitud dialogante. El psicoanalista indica que "es necesario hablar mucho con todos los hijos para aclararles las dificultades y las ventajas que conllevan las diferencias entre ellos".
- Debemos explicarles nuestra forma de entender cada una de sus quejas.
- Si los padres han cambiado de criterio educativo con el tiempo o ha sobrevenido un problema económico en la familia, con repercusión sobre la paga de los chicos o la ropa que visten, hay que comentárselo.
- Podemos indicar a nuestro hijo mayor que estar tan pendiente de lo que hace o deja de hacer su hermano pequeño le resta energía para atender otros importantes aspectos de su vida.
- Es importante elogiarle con frecuencia y agradecer su ayuda, porque fomentará su autoestima y contribuirá a resolver esta crítica situación.
- En ocasiones también da resultado pedirle que él mismo enseñe a sus hermanos pequeños a realizar ciertas tareas, probablemente le resultará gratificante.
- Y tampoco hay que agobiarse demasiado si, hagamos lo que hagamos, queda algo de pelusilla; los celos y la rivalidad se consideran normales en las relaciones entre las personas. Lo raro sería que no se manifestaran entre hermanos.