Los temores nocturnos son frecuentes incluso en los niños que parecen más seguros.
Durante el día es más fácil controlar los sentimientos y preocupaciones. Los niños están ocupados y no tienen tiempo de pensar en sus problemas. Por la noche cuando se van a la cama, se apaga a luz y se preparan para dormir, tienen todo el campo libre para pensar. Y aparecen las inquietudes y pueden recordar cosas que no les han gustado.
Además, está el miedo a la oscuridad (muy frecuente en los niños de tres a cinco años). Muchos niños relacionan la oscuridad con las pesadillas (que desaparece en cuanto mamá va a consolarles y da la luz) o piensan que las cosas malas siempre ocurren de noche (porque así pasa en muchas películas).
Cómo actuar
- No sirve de nada reprenderle o decirle que se está comportando como un bebé, más bien al contrario porque lo que necesita en esos momentos es cariño. Aunque durante el día parezca autosuficiente y llegue a alcanzar cierta independencia emocional, por la noche tendrá la sensación de estar más desprotegido, ya que sus sentimientos emanan sin control ni orden. Y es entonces cuando necesita una atención más directa y personal de sus padres.
- Tampoco conviene cambiar las rutinas establecidas. Podéis mostrarle vuestro cariño acariciándole su espalda durante unos minutos o quedándos sentados en la habitación más tiempo de lo acostumbrado, pero procurad mantener las costumbres habituales en la medida de lo posible.
- Si protesta al apagar la luz no hay ningún problema en mantener una cierta iluminación con un piloto o una lamparita. Ya le quitaréis esta ayuda más adelante, no va a perjudicar su visión. Lo importante ahora es que se sienta confiado y seguro.