Te voy a exponer una situación que si no te ha pasado, seguro que has vivido algo parecido. Entras a la farmacia con tu hija de cinco años y dices “buenos días“, tu hija no dice nada, ella bastante tiene con mirar todo lo que hay en las estanterías, cajas de distintos colores y tamaños, botes, personas entrando y saliendo, etc.

Cuando te está atendiendo la persona farmacéutica, le mira a tu hija y con mucha amabilidad le regala una piruleta, ella sonríe la toma en sus manos y en ese momento, sin haber pasado ni diez segundos, le dices “¿no vas a decir nada?”, ¿qué se dice?”, “¿te ha comido la lengua el gato?”, “pero hija, dile gracias que van a pensar que no te enseño buenos modales”, “¿cuál es la palabra mágica?”, “otro día cuando vengamos no te dará nada por malagradecida”, etc. Todo esto en segundos, lo mismo que dura una emoción en generarse, en este caso la alegría o la sorpresa.
Las habilidades sociales son importantes para saber relacionarnos de forma positiva pero se tienen que aprender sin presión, sin condicionamientos ni malas caras, un niño no hace nada malo por no dar las gracias porque ellos no están pensando en quedar bien con nadie, en dar una buena imagen ni agradar a la otra persona con su conducta intachable, ellos están pensando en el estímulo que tienen delante y dependiendo la hora que sea, en si se la podrá comer ahora o después de comer.
Sigamos con el ejemplo. Tenemos una niña, una piruleta y un adulto que espera que su hija no le deje en mal lugar delante de personas desconocidas, pero la niña todavía no ha tenido oportunidad ni de experimentar alegría por recibir algo que le gusta mucho ni de expresar la sorpresa por recibir algo que no se lo esperaba. Digamos que su prefrontal no se ha activado para recordarle que “es de bien nacido, ser agradecido” como dice el refrán.
El caso es que su madre no quiere quedar mal, le quiere educar en buenos modales y hace muy bien, tenemos que ser personas cívicas con buenas habilidades sociales, pero algo que necesitamos tanto para la vida, no lo podemos aprender bien si nos hacen sentir mal exponiéndonos públicamente. De alguna manera cuando amonestamos a un niño el mensaje de fondo es “soy una buena madre que estoy pendiente de mi hijo, no me juzguen”. ¡Cómo quisiera que supieras que no eres buena madre ni buen padre dependiendo del comportamiento de tu hijo o hija!, simplemente eres su madre y su padre y eso es lo bueno, que ese niño tiene quien lo cuide, lo eduque, lo ame y lo prepare para la vida, así que desde lo más profundo de mi corazón, gracias por cuidar de ese niño o niña.
Imagina que en lugar de ser tu hija, vas con tu madre de 70 años que se tiene que medir la tensión en la farmacia y después le regalan una crema de muestra porque ese día está de promoción para todos los que entran a la farmacia. ¡Qué suerte! Está claro que a tu madre no la tienes que educar, faltaría más, ella está mirando la crema tan contenta pensando en usarla esa noche y tarda un poco en dar las gracias, algo que siempre le sale en automático porque ella sí lo ha aprendido. Pero seguro que no se te ocurriría decirle, “mamá, ¿no vas a dar las gracias?, a ver si van a pensar que no tienes educación”. Si yo veo esto alguna vez, pensaría que hay una cámara oculta, te lo digo de verdad.
Para enseñar la habilidad social de dar las gracias primero hay que dejar que los niños sientan alegría (una emoción primaria), que la expresen y que cuando hagan consciente esa emoción, puedan practicar la expresión de la gratitud como habilidad social.

Os pongo algunos ejemplos que podéis practicar para educar esta habilidad sin exponer públicamente a vuestros hijos, sin humillarlos y sin dejarlos en mal lugar por miedo a ser juzgados negativamente como padres:
Se trata de educar con el ejemplo por eso a veces te tocará dar las gracias por ella, se trata de darle la oportunidad de hacerse consciente de lo que le han dado para sentir alegría y poderla expresar y se trata de que aprenda con diferentes experiencias una habilidad que con el tiempo será automática.
Pero, ¿qué hay que evitar para educar a dar las gracias? Sobre todo dejar en mal lugar al niño, etiquetarlo públicamente como “desagradecido” o “maleducado”, humillarlo o hablar mal de él, ofenderlo de alguna manera o aplicarle un castigo drástico como por ejemplo, quitarle la piruleta por no haber dado las gracias.
Os invito a ver este cortometraje sobre lo importante que es entender que la infancia tiene que ser ruidosa y activa para ser feliz, así aprenden mejor las habilidades sociales.