Casi con total seguridad, una de las principales preocupaciones de los padres es que sus hijos tengan una buena educación. Pero con total certeza también, no hay cosa más difícil en ocasiones que criar niños bien educados y, por supuesto, felices.
La crianza puede ser una de las tareas más complejas a las que enfrentarse en la vida. Tarea que tiene resultados reflejados en el comportamiento de los niños. Aunque está claro que ningún padre o madre quiere que sus hijos sean pequeños malcriados, los niños no vienen con manual de instrucciones bajo el brazo ―como se suele decir―, y por eso es posible que se cometan errores.
Pero lo bueno es que siempre podemos echar la vista atrás e intentar rectificar esos fallos. Para ello, analicemos algunas conductas propias de un niño maleducado.
Señales para reconocer a un niño maleducado

Si tienes dudas sobre si la forma de actuar de tu hijo es la apropiada, quizá estas señales te sean de ayuda para identificar si su conducta no es la que debería.
- Las rabietas son habituales. Los enfados de este tipo son comunes y normales en niños de 3 o 4 años puesto que son una especie de válvula de escape de su frustración porque no son capaces de expresar con palabras plenamente lo que sienten. Pero cuando un niño empieza a tener un mayor control y es más mayor, las rabietas no deben tener cabida.
- No cumple con sus responsabilidades. Ni con las que tienen que ver con el ámbito escolar, ni con las de colaborar en casa como recoger su habitación y ayudar a poner la mesa. No está dispuesto a colaborar.
- Es desobediente. Estableces una serie de normas y límites y le cuesta cumplirlas. Además, cuando se las das no atiende o no presta atención a lo que le dices.
- Es respondón. No un problema extremo que un niño se cuestione la autoridad, pues es un signo de personalidad más fuerte, pero sí que lo es cuando lo hace siempre y en cualquier momento actúa de forma rebelde.
- No tiene buenos modales. No da las “gracias”, no saluda y tampoco pide las cosas “por favor”, siente como si tuviese derecho a todo y no muestra aprecio por la ayuda que se le da.
- Nunca está satisfecho. Cree que es el centro del universo y por mucho que consiga todo lo que quiere, siempre quiere más.
- Tiene conductas agresivas y te intenta dejar en ridículo. Se pone a insultar y a chillas y en muchas ocasiones lo hace en público para ponerte en evidencia y así conseguir más atención con sus acciones.
- No es empático y suele ser algo egoísta. Le cuesta ponerse en el lugar del otro y entender sus emociones y cree que merece toda la atención. Además, es posible que tampoco le guste mucho compartir sus cosas, como los juguetes con otros niños, por ejemplo.
- Es manipulador y para que obedezca tienes que utilizar premios o recompensas. Muchas veces intenta controlar el comportamiento de los padres y guiar sus decisiones.
¿Te suena todo esto? ¡Entonces hay que empezar a ponerle remedio!

Por qué estás criando a un niño mimado y cómo poner remedio
1. Cedes a cada petición de tu hijo.
Una de las señales reveladoras para echar a perder a un niño es ceder en todos sus caprichos y deseos… o que solo tenga que lanzar un ataque para después, salirse con la suya. Decir que ‘no’ es necesario para todos los niños.
2. No utilizas límites claros.
Los límites son el marco de seguridad que ayuda a los niños a regularse. Si pones límites que tú mismo no respetas, mucho menos lo hará el niño. Haz que sean claros.
3. Eres demasiado indulgente en las normas.
Las normas son necesarias para todos los niños, establecen orden y les proporcionan seguridad. Es necesario que los niños tengan responsabilidades y que además, puedan seguir hacia adelante con las consecuencias. Ser demasiado indulgente es injusto para tus hijos, les estarás haciendo un flaco favor ya que no le proporcionarás los límites que ellos necesitan realmente. No sabrán cómo deben comportarse o cuáles son las normas que deben seguir.
4. Te pasas con los bienes materiales.
Si les das a tus hijos demasiados bienes materiales les estarás impidiendo expresar gratitud y además, estarás elevando unas expectativas poco realistas. También les estarás enseñando a sentirse felices por bienes materiales, y no a causa de relaciones o experiencias… Esta no es la realidad de la vida, ni tampoco de la felicidad.
5. Le sobornas.
Establecer autoridad como padre o madre, significa que tus hijos decidan obedecer sin que debas sobornarles. Si le dices a tu hijo que tendrá un juguete o un caramelo si limpia su habitación es sobornar. Esto prepara a tu hijo para esperar recompensas externas cada vez que tenga que hacer algo que realmente sea su obligación… y esto tampoco es la vida real. En lugar de esto es mejor animar a los hijos a sentir orgullo por un trabajo bien hecho. Siguiendo el ejemplo de limpiar la habitación debe entender que es lo que debe hacer, que podrá disfrutar de un dormitorio limpio y que se sentirá orgulloso de sí mismo.