El origen familiar: gran determinante para el éxito académico

El 55% de los estudiantes cuyos progenitores no cuentan con Bachillerato, tampoco alcanzan dicho nivel educativo.
Colegio

Dicen que el ascensor social está estropeado. Las decisiones que los padres toman desde bien pequeños, así como sus condiciones socioeconómicas, determinan de una forma más significativa la posibilidad de tener una vida académica exitosa que el propio esfuerzo o las habilidades del niño en cuestión.

Por ejemplo, según diversos estudios, los niños que asisten a la escuela infantil tendrán un mejor rendimiento académico futuro y mejores habilidades sociales, que aquellos que no van, la mayoría de ellos por razones económicas.

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Otra factor importante, es el nivel educativo de los padres. Hace unos años, el prestigioso estudio educativo Education at a Glance de la OCDE indagó en esta variable, de la que obtuvo relevantes conclusiones: señalando que "el 55% de los estudiantes cuyos progenitores no cuentan con Bachillerato, tampoco alcanzan dicho nivel educativo". Que no existe apenas, por tanto, movilidad intergeneracional ascendente en los hijos de padres con bajo nivel de formación.

Y no es este un fenómeno que empiece a manifestarse en cursos superiores, como muchos creen, sino que las primeras brechas curriculares empiezan a notarse pronto. Así lo afirma un estudio de la Universidad ESADE: "a los nueve años, los alumnos de las familias más adineradas ya sacan dos cursos de ventaja a los de menor renta".

Cómo llevar bien la mochila del colegio - Getty Images

Paralelamente, esos referentes que tenemos en casa, se ven reproducidos por estructuras familiares similares en las casas de los compañeros del colegio. Así lo muestran los resultados en España de las pruebas PISA, unas evaluaciones estandarizadas que realizan alumnos de todo el mundo a una misma edad: "los resultados medios de las escuelas con más alumnos de familias adineradas son mayores que los de aquellos centros educativos a los que acuden los adolescentes de los hogares más empobrecidos".

Y no sólo por el nivel cultural que los padres puedan transmitir a sus hijos, sino por otras muchas facilidades a las que aquellos con pocos recursos no pueden acceder. Por ejemplo, tener un entorno adecuado para realizar los deberes y estudiar, contar con el material necesario para ello o asistir a clases particulares privadas.

Todos estos datos hacen que nos cuestionemos si vivimos o no en un sistema de meritocracia, ya que esta parece estar siendo obstaculizada por las desigualdades tempranas que se manifiestan desde la forma y los recursos con los que criamos a nuestros hijos.

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