Mi hijo mayor ha aterrizado en primero de primaria y a mí, he de admitirlo, no me ha cogido preparada. Ayer estaba contándole a mis padres que estaba embarazada y hoy me estoy peleando con él porque dice que una cordillera es un “un conjunto de islas”. El caso, es que se me ha pasado el tiempo volando y no me ha dado tiempo a plantearme cómo quiero hacer las cosas, ni a documentarme sobre los contratiempos o ventajas de hacerlas de una u otra forma.

Así que aquí, sobre la marcha y a golpe de teclado voy a divagar un poco sobre el papel que creo que debemos tener los padres en el cumplimiento de las responsabilidades escolares de nuestros hijos. Empezando por los puntos que creo tener claro y que ya estoy llevando a cabo:
- Facilitarles un espacio específico para que hagan los deberes. Una mesa para ellos de manera exclusiva o, si es logísticamente imposible, una mesa de comedor o de cocina que, llegada la hora, se transforma automáticamente en su escritorio con todos los gadgets necesarios y algún que otro elemento motivador, como un cubilete de su equipo de fútbol.
- Respetar de manera inamovible una hora para dicho cometido. Salvo excepciones de fuerza mayor, serán siempre las obligaciones las que se cumplan de manera rigurosa antes de abandonarse al honroso arte de la holgazanería.
- La tarea se hace el día que llega. Me da igual que te la manden de un martes para el jueves próximo. ¿Y lo a gusto que te quedas - le apremio a menudo - cuando te lo has quitado de encima?

Ahora algunas de mis dudas:
- ¿Le corrijo o dejo que entregue el mamarracho que estoy viendo de reojo mientras hago que no le echo cuenta? ¿Qué va a pensar su profesora de nosotros, sus padres, si le dejamos llevar la tarea así?
- ¿Le pongo al tanto de todo lo que me consta por correos de su profesora o dejo que sea él el que recuerde o no la tarea que tiene pendiente?
- ¿Suprimo ya las salidas entre semana para crear cuanto antes el hábito que va a necesitar cuando el volumen de deberes y exámenes aumente o me estoy cargando así su infancia?
Por lo general, ciñéndonos a la más pura teoría, os diría que creo que cuanto menos encima de ellos estemos, más autosuficientes les incitaremos a ser. Pero ¿y el riesgo a que pasen de todo? ¿Y si con nuestra estrategia para fomentar su autonomía los estamos catapultando al fracaso escolar?
Siento que no hayas encontrado respuestas en este artículo escrito por una madre que espera tenerlo todo más claro en segundo de primaria. Pero, al menos, espero que hayas empatizado con mi situación y que, aunque igual de perdido, te encuentres menos solo.
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