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Yogur con papaya: un postre digestivo ideal para niños

De sabor dulce y textura suave, la papaya se convierte en una fruta deliciosa y nutritiva, que puede combinarse muy bien con yogur natural. Te descubrimos cómo puedes hacer este postre exquisito y digestivo.

La papaya es, originalmente, una deliciosa fruta de temporada, que comúnmente podemos disfrutar en su mejor momento de maduración durante la primavera, principalmente entre los meses de marzo a junio, aproximadamente. Sin embargo, no es raro el supermercado donde podemos encontrarla casi todo el año.

Se trata, es cierto, de una fruta que encanta a los más pequeños de la casa, debido al color característicamente brillante de su pulpa, a su textura suave y, especialmente, a su sabor dulce (cuando se encuentra en su mejor momento, ya que en caso contrario tenderá a tener un sabor poco agradable).

Además, desde un punto de vista nutritivo es una opción excelente para bebés a partir de los 8 a 9 meses de edad, y para niños de cualquier edad. ¿Sabes por qué? Principalmente por su elevado contenido en fibra, vitamina C y provitamina A en forma de betacaroteno, además de ácido fólico, vitamina E, potasio, calcio, magnesio, fósforo y ácido alfa linolénico (de la familia de los ácidos grasos omega 3).

Es conocida por ser una fruta muy digestiva, motivo por el cual a los más pequeños siempre les sienta fenomenal. Esto es debido, por un lado, a la presencia de fibra soluble, mientras que también contiene papaína, una enzima con cualidades digestivas, capaz de descomponer las proteínas.

El yogur también es un alimento nutritivo y exquisito, además de muy saludable. Siempre y cuando, claro está, se consuma natural, sin azúcares añadidos ni aditivos. De hecho, una forma excelente de encontrar un buen yogur para nuestro hijo pasa por leer la lista de sus ingredientes. El yogur de verdad, recuerda, únicamente debe contener leche pasteurizada, que durante su elaboración se produce una fermentación láctica por bacterias que oxidan la lactosa y producen ácido láctico.

El yogur también se caracteriza por ser un alimento muy nutritivo, que puede ofrecerse al bebé a partir de los 9-10 meses de edad. Aunque como coinciden en señalar muchos pediatras, a partir de esta edad pueden tomar pequeñas cantidades de yogur natural (nunca de sabores ni con azúcar), no significa necesariamente que deban hacerlo, especialmente cuando ya toma leche materna a demanda o toma leche de fórmula.

¿Y qué ocurre si combinamos el yogur con la papaya? Básicamente conseguiremos que nuestros hijos disfruten con un postre nutritivo y delicioso, que puede tomarse en el desayuno, como postre después del almuerzo, o en la merienda. Y lo que es aún mejor: es muy fácil de preparar.

Cómo hacer yogur con papaya

Foto: Istock

Receta de yogur con papayaFoto: Istock

Ingredientes:

  • ½ papaya madura
  • 1 yogur natural

Recuerda: es esencial que el yogur sea natural, preferiblemente sin azúcar añadido ni de sabores. No obstante, es perfectamente posible probar con distintas opciones, como podría ser el caso del yogur griego, de textura algo más cremosa, y que combina a la perfección con el suave sabor de la papaya.

Elaboración:

Empezamos cortando la papaya por la mitad y, con cuidado, retiramos las semillas negras. Luego, retiramos la cáscara de la papaya, cortamos la papaya a lo largo y la troceamos luego en trozos pequeños (con un tamaño apto para niños).

Finalmente, agitamos el yogur natural y lo vertemos en un tazón pequeño. Añadimos la papaya cortada a trozos y mezclamos bien. Si lo deseas, puedes espolvorear un poco de canela molida por encima.

Receta de papaya rellena de yogur

Sin contar la papaya en trozos también es perfectamente posible elaborar un delicioso postre con yogur.

Ingredientes:

  • 1 papaya madura
  • 2 yogures griegos naturales
  • 4 fresas
  • 1 kiwi

Elaboración:

Comenzamos cortando la papaya por la mitad y retiramos sus semillas. Enjuagamos bien las fresas y las cortamos en tiras. Pelamos el kiwi y lo cortamos en rodajas.

Dividimos cada yogur en la mitad de cada papaya, y luego añadimos las fresas y los trozos de kiwi. Reservamos en la nevera hasta el momento de consumo.

Se trata, como hemos visto, de una receta tan enormemente versátil que podemos aprender a prepararla de diferentes maneras. Y es que, independientemente de qué versión escojamos, ambas son tan deliciosas como exquisitas, además de tremendamente nutritivas.

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