“Durante los años que ejerció como traumatóloga comprobó que los aspectos psicológicos constituían la causa de muchos de los accidentes y patologías que presentaban los pacientes”. Así definen desde Vergara parte de la trayectoria profesional de Encarna Muñoz, licenciada en Medicina y Cirugía y Máster en psicoanálisis.
Es esta última faceta la que le ha llevado a escribo el libro ‘El principio de la vida’ (Ed.Vergara) donde arroja mucha luz sobre cómo condicionan al desarrollo del bebé el embarazo y la manera en que lo tratemos durante sus primeros años de vida.
Hasta ahora creíamos que no tienen memoria, que no se enteran de nada y que sus primeros meses no tienen importancia, pero la autora nos demuestra cómo el desarrollo temprano de sus salud mental, su inteligencia y los rasgos de la personalidad tienen su origen en los cuidados que reciba, incluso, antes de nacer.
¿Cómo condiciona el embarazo al crecimiento del sistema nervioso del feto?
Sabemos que tan solo un tercio del funcionamiento y del desarrollo del cerebro dependen de los genes y que los dos tercios restantes son el resultado, por una parte, del desarrollo que se produce durante el embarazo, y por otra de las vivencias afectivas de los primeros años de vida. Esta circunstancia da una idea de la influencia que pueden tener las condiciones con que se desarrolle el embarazo.
Tenemos la idea de que el útero es un lugar estable, nada más lejos de la realidad, las condiciones y los estímulos que el feto recibe, lo condicionan y lo obligan a reaccionar. Constantemente está interaccionando. De la manera en que transcurra este intercambio, dependerá la evolución de su desarrollo. Por eso, podemos asegurar que, en parte, el carácter se empieza a gestar ya durante el embarazo.
Hasta los seis meses de gestación, las neuronas se multiplican de forma extraordinaria y es a partir de esta edad gestacional que el cerebro del feto se encuentra preparado para recibir y procesar información. Y lo más importante, reacciona ante los estímulos.
Tanto el estado físico como emocional de la madre, se transmite al feto de forma física o si se prefiere bioquímica. Si por ejemplo, la madre pasa por un estado de estrés, es evidente que la cantidad de cortisol en su sangre aumenta y que por tanto su hijo que comparte sangre con ella, también se verá expuesto a esos niveles de cortisol.
El ambiente uterino viene determinado por diferentes factores, pero sobre todo por el estado emocional de la madre. Una madre feliz o, como antes decían las abuelas, ‘en estado de buena esperanza’, propiciará las mejores condiciones uterinas. Aunque lo más relevante es la estrecha conexión de naturaleza emocional entre el feto y la madre y que va más allá de las condiciones fisiológicas.
Son muchas las observaciones que demuestran que el estado psíquico de la madre influye en el desarrollo fetal; algo que por ahora la ciencia no puede medir, pero de lo que existen inequívocas evidencias. Un feto puede presentir la hostilidad inconsciente o consciente de la madre, como también parece percibir el empuje vital que ésta le proporciona con su deseo.
Decir a unos padres que, aunque aparentemente no estén haciendo nada mal, pueden crear trauma a sus hijos puede generar muchísima presión, ¿qué consejos les darías?
Es verdad que los padres se pueden sentir abrumados con esta información, pero el interés es que ellos, y la sociedad en general, tengan conciencia de todo lo que se está construyendo y originando dentro del plácido bebé que duerme en su cuna. No se debe ningunear esta fase del crecimiento.
En realidad, los padres sanos no deberían híper concienciarse de la trascendencia de este período, justamente para no interferirse en exceso en el proceso. Lo único que tienen que saber es que la naturaleza los dota del suficiente instinto como para responder a las demandas de su bebé. Tan solo tienen que dejar que todo se desarrolle de forma espontánea y confiar en sí mismos, sabiendo que acabarán por encontrar la respuesta. Además, no hay que olvidar que el bebé llega con una determinada personalidad que también condiciona y guiará las respuestas de ellos.
La información solo debe ayudar, no sustituir el instinto natural de los padres.
El mejor consejo es que disfruten de la crianza. Todo funciona bien en el bebé cuando nota que las personas que lo cuidan disfrutan cuidándolo. Con eso es suficiente. Y esto no implica que no existan dificultades en el proceso, donde los padres y el niño tienen que ir conociéndose y adaptándose entre ellos.
Hablas de la importancia de proteger a hijos y padres en la etapa de la crianza, ¿a qué te refieres con ‘proteger’?
La salud mental de una sociedad y su bienestar depende de la de los individuos que la forman. Pero también sabemos que esta salud de los adultos depende básicamente de si durante la infancia, las experiencias que los ayudaron a crecer no fueron tan extremas como para producir en ellos traumas que afectan su estabilidad emocional.
La concienciación de la sociedad, sobre la importancia de la necesidad de proteger a las madres y los padres durante el periodo de crianza, es fundamental para la salud mental de las futuras generaciones. Algo que se puede conseguir, al menos en parte, con buenas políticas de conciliación laboral y bajas maternales, lo suficientemente completas como para permitir que los padres puedan crear un ambiente lo más estable posible durante el crecimiento de su hijo.
¿Es necesaria una conciliación real para conseguir que los niños crezcan sanos y felices?
Desde luego una conciliación ayudaría bastante, pero no es lo que determina las condiciones imprescindibles para que el proceso se desarrolle adecuadamente. Seguramente podemos asegurar que existen niños donde la conciliación ha sido posible y en cambio las condiciones ambientales no han resultado favorables. Y en otros casos donde las circunstancias no han sido las mejores y en cambio el niño no ha sido especialmente afectado por ello.
Lo que verdaderamente es imprescindible para la crianza es el vínculo que se genera entre los padres y el bebé. Evidentemente cuando los padres son ayudados y apoyados en la tarea, tendrán más facilidad para crear el entorno adecuado y no necesitarán tanto esfuerzo para mantener a salvo el vínculo de tantas interferencias.
¿Cómo afectan los tres primeros meses de vida a la salud mental posterior de una persona?
Hay algo importante que se establece en esta temprana edad. Y es que el bebé empieza a tomar conciencia de sí. Durante el embarazo y al inicio de la vida, el recién nacido percibe a su madre como una parte de sí mismo, no sabe que en realidad están separados. Es en los primeros meses durante los cuales el niño adquiere conciencia de existencia y es en este proceso de diferenciación de su madre, donde se establecen las bases de los futuros rasgos.
Empezar a percibir que su madre no es él y que lo que le ocurre a ella no forma parte de sí, es algo trascendental porque de ello, dependerá muchas de las cualidades del futuro carácter. Por ejemplo la relación que se establezca con la realidad externa en un futuro, depende de como se consiga transitar por esta fase, algo importante que nos permite actuar y responder de forma adecuada.
Cuando todo transcurre naturalmente, esta fase no implica mayor complicación, pero cuando el bebé percibe el exterior como algo demasiado hostil, su relación con el entorno le inhibe para evitar el dolor o el malestar que le provoca. La visión externa siempre será percibida de forma distorsionada, se trata de casos casos extremos. Algunas de las psicosis adultas provienen de esta lejana etapa.
Pero en condiciones normales no tan extremas, cuando la relación entre el niño y su madre fluye, lo que se establece son rasgos de confianza en el entorno y otras vivencias de bienestar que se evocarán en el futuro.
Cuando el bebé siente que el entorno es seguro, podrá reproducir esta sensación de seguridad en las diferentes experiencias a las que más tarde la vida le enfrentará. Pero si el entorno le ha resultado confuso, es más probable que en el futuro, cuando tenga que afrontar determinadas situaciones tensionales, no encuentre dentro de sí mismo la suficiente confianza.
¿Cómo hacer que todo fluya y funcione felizmente en los primeros meses de vida?
Es básico que los padres comprendan que la crianza comporta, al principio, un periodo de adaptación, y que para que todo fluya de la mejor manera, tendrán que tolerar la confusión que inevitablemente surgirá, al menos al inicio, no es posible hacer de otra manera la adaptación. Se requerirá el esfuerzo de acomodación que transformará su psiquismo y que los convertirá en los padres que su hijo necesita.
Si aceptan el tsunami de los primeros días y las primeras semanas, en que muchas veces no sabrán que hacer, pronto la tarea se hará mucho más llevadera.
¿Cuáles son los errores más comunes que suelen cometer los padres en este periodo?
Quizás el error más generalizado, es creer que este es un período sin demasiada trascendencia para el niño. Como si fuera indiferente la persona que los cuida, esta creencia hace que algunos padres deleguen la tarea de la crianza a terceras personas, a la espera de que el niño comprenda o los reconozca.
Es en el proceso de crianza donde los padres, después de muchas interacciones con el bebé, acaban por comprender qué es lo que éste necesita, cómo reacciona, cómo consolarlo. Sin esta experiencia, es muy posible que algo entre ellos se pierda para siempre y no acaben de conocer a su bebé.
La creación del vínculo, sólo es posible desde la interacción de los padres con el bebé, no hay que darlo por establecido, solamente por la circunstancia natural de ser los padres.
¿Cómo adaptar correctamente el entorno al recién nacido para que su desarrollo neuronal fluya sin complicaciones?
En este período de máxima plasticidad, casi todo está por escribir. Lo que significa que tanto las experiencias de satisfacción, como experiencias desagradables, dejan huella. El cerebro aprende en esta fase a utilizar determinados neurotransmisores, también se activan determinadas vías neuronales que quedan dispuestas para futuras experiencias.
Las interacciones del recién nacido con el entorno, especialmente con su madre, condiciona que se potencien determinadas vías neuronales y no otras, lo que quiere decir que la relación afectiva y emocional, tienen un efecto sobre el desarrollo físico del cerebro que se encuentra en un momento de máxima plasticidad.
El entorno tiene que dar respuesta a las necesidades del bebé de la forma más adaptada posible, para conseguir que el niño sienta el entorno como algo estable, que siempre está ahí y que responde cuando él lo necesita. No sabe que las cosas que suceden alrededor, no le están pasando a él, es importante que el exterior se comporte como él necesita para evitarle la sensación de caos, que él sentirá como si el caos estuviera dentro de él.
¿Cómo percibe un bebé episodios traumáticos durante sus primeros meses de vida?
Un recién nacido no está en condiciones de comprender que lo que ocurre en su entorno, no es lo que le está ocurriendo a él. Cuando el hambre u otras sensaciones lo desorganizan, el entorno tiene que poder poner orden en el caos que él percibe. Si el entorno no está lo suficientemente capacitado para calmarlo o, peor aún, cuando es el entorno el que le produce caos, el niño crea defensas para adaptarse algo que distorsiona su crecimiento. En el peor de los casos, se desconecta del exterior, algo que dejará sin duda secuelas futuras.
Una madre errática que no se adapta a las necesidades de su hijo, puede sumir al bebé en una confusión de la que no logre salir.
¿Por qué es importante abrazar a los bebés?
Cuando se abraza el bebé, se estimulan los receptores de presión que se encuentran bajo su piel y estos envían una señal al cerebro que desencadena una cascada de sensaciones de bienestar. Sensaciones que son el producto de la respuesta fisiológica del organismo del bebé. La segregación de una serie de hormonas que reducen el estrés y fomentan la relajación. Algo que le hace sentir al pequeño que el mundo es un lugar seguro. De esta forma, los niños que hayan recibido frecuentemente caricias y gestos de confianza se desenvolverán mucho mejor en la vida, porque habrán desarrollado conductas menos estresadas, serán menos propensos a padecer asma, diabetes, alergias, dermatitis, depresiones, trastornos en la atención y otras alteraciones que se desencadenan en momentos donde aumenta el estrés.
¿Cómo es posible que los cuidados de los padres durante los primeros meses de vida dejen huellas para siempre?

El amor y los cuidados de los padres, no solo condicionarán la morfología del cerebro, sino que aspectos como el tipo y la cantidad de neurotransmisores de los que dispondrá en el futuro, se establecen en esta época del desarrollo. Por ejemplo, la forma en que se desenvolverá ante situaciones de estrés, las capacidades cognitivas y otras muchas actitudes, dependen de las experiencias físico-afectivas que el entorno, es decir, las que sus padres les hayan proporcionado en esta primera época. Podemos decir que en las bases que determinan el funcionamiento del cerebro, se establecen en este momento del crecimiento.
¿Cuáles son esas huellas?
Por ejemplo, la forma en que más adelante el niño va a reaccionar ante determinadas situaciones de estrés. Los niños que al inicio de sus vidas no fueron atendidos adecuadamente en sus angustias más primarias, se estresan mucho antes en situaciones de tensión. Pero no solo en situaciones desfavorables las reacciones no serán las apropiadas, también en la forma en que resolverán situaciones y momentos que, por ejemplo, requerirán creatividad.
¿Dónde tiene la creatividad su origen?
Una madre confiada y tranquila está en mejores condiciones para usar su propia creatividad a la hora de resolver situaciones de tensión y crear un mundo seguro para su hijo. Esta estabilidad propicia que el niño pueda interesarse por lo que le rodea. Empieza a disfrutar de las luces, los colores, las formas. Además, no le basta con percibirlas, las comienza a trasformar a buscar y crear sensaciones. Él será tan creativo y paciente como lo es su madre en los momentos de tensión. Así, mientras él espera el pecho o el biberón, podrá entretenerse recreando algún estímulo que le haya interesado.
Así empiezan las primeras respuestas creativas que no es nada más que el interés por el mundo que le rodea-
Hasta ahora hemos creído que los bebés no tenían memoria, ¿esto no es así?
El hecho de que la mente de un bebé no pueda dar explicación o comprender lo que sucede, no significa que no perciba lo que ocurre, es más, en esta fase todas las vivencias dejan una huella que predetermina futuras experiencias. Se trata de un período de la vida donde las emociones y lo corporal no están bien delimitados, la memoria es corporal, es decir, es el cuerpo el que memoriza. De aquí se constituye la base sobre la que algunas de las enfermedades psicosomáticas, se desencadenan en la edad adulta.
“El cerebro del niño empieza a funcionar estando en sincronía con el de su madre”, ¿podría explicarnos esto?
Aunque desde el exterior vemos que el recién nacido y su madre son dos distintos, ellos funcionan como si fueran una sola persona. Las necesidades de uno son percibidas por la madre y las emociones de ella son compartidas por el hijo, integrados incluso en los movimientos.
Por ejemplo, podemos ver a una madre despreocupada hablando con una amiga mientras sostiene a su bebé en brazos. Si nos fijamos, observamos como sus movimientos van acompasados, si el niño se mueve, la madre de forma automática acomoda sus brazos al movimiento de su hijo. Esto sin que ella haya sido consciente. El niño tendrá la percepción de que el mundo se adapta a él, algo que le desencadena una sensación de bienestar que se traduce en la forma en como se va conformando su cerebro... Parece ser que la producción de determinadas hormonas y neurotransmisoras del niño está en concordancia con las de su madre: se sincronizan como se sincronizan sus estados de ánimo.