Durante las primeras semanas de vida, el sistema inmunológico del bebé se encuentra en pleno desarrollo. La leche materna, considerada el alimento ideal para los recién nacidos, cumple un papel fundamental no solo nutricional, sino también inmunológico. Pero, ¿es igual la leche materna para todos los bebés? ¿Puede el cuerpo de la madre modular su composición en función de su propia salud o la del bebé? El consenso científico es abrumador, a grandes rasgos, sobre los beneficios de la lactancia materna para el bebé, pero hay matices en función de cada caso que la investigación sigue intentando describir con la máxima precisión posible.
Una investigación publicada recientemente en la revista Scientific Reports aporta respuestas a estas preguntas. El equipo de científicas polacas analizó 198 muestras de leche materna de 33 mujeres durante los primeros seis meses posparto, evaluando no solo la cantidad total de proteínas, sino también la concentración de lactoferrina, una proteína clave por su efecto antimicrobiano e inmunomodulador.
Los resultados muestran que factores como el peso corporal antes del embarazo, la edad de la madre o el peso del bebé al nacer influyen, especialmente durante el primer mes de lactancia, en la calidad inmunológica de la leche. Un hallazgo que refuerza la idea de que el cuerpo materno adapta la leche a las necesidades del recién nacido de forma precisa y sofisticada.

Las características de la leche materna
El trabajo, liderado por Bożena Kulesza-Brończyk y Agnieszka Bień y titulado 'Factors affecting total protein and lactoferrin in human milk', se llevó a cabo en Polonia entre febrero y diciembre de 2021.
Las participantes eran madres lactantes sanas, con bebés nacidos a término, sin enfermedades crónicas ni hábitos como el tabaquismo. Todas seguían una lactancia exclusiva.
Cada madre proporcionó seis muestras de leche, una por mes, desde la tercera semana hasta el sexto mes de posparto. El análisis se centró en dos aspectos clave:
- La cantidad total y verdadera de proteínas (incluyendo solo las proteínas puras, sin compuestos nitrogenados no proteicos).
- La concentración de lactoferrina (Lf), una proteína presente de forma natural en la leche materna, con propiedades antibacterianas, antivirales y antiinflamatorias.
El estudio controló estrictamente la hora y modo de recolección de las muestras, y aplicó métodos analíticos de alta precisión como el ELISA y la espectroscopía de infrarrojo medio. Esto permitió obtener datos robustos sobre cómo varía la leche materna a lo largo del tiempo y según las características de la madre y el bebé.

La leche materna cambia mes a mes
Una de las conclusiones más claras del estudio es que la leche materna cambia mes a mes. La concentración de proteínas y lactoferrina es más alta durante el primer mes y va disminuyendo progresivamente hasta estabilizarse.
Este patrón coincide con las necesidades inmunológicas más intensas de los recién nacidos, especialmente durante las primeras semanas de vida. Y es que la ciencia ha demostrado el poder curativo de la leche materna en este sentido.
Pero lo más novedoso es que el cuerpo de la madre no produce leche “estándar”, sino que varía en función de determinados factores. En este sentido, entre los hallazgos más relevantes destacan sobre todo estos tres apuntes:
- La lactoferrina fue mayor en madres cuyos bebés nacieron con más peso. Es decir, a mayor peso del recién nacido, mayor contenido inmunológico en la leche (correlación positiva en el primer mes: r = 0,514; p = 0,002).
- Las madres con un índice de masa corporal más alto antes del embarazo tendían a producir leche con menos proteína total en el primer mes (r = –0,397; p = 0,022).
- La edad materna se relacionó con más proteína en la leche durante el tercer mes de lactancia (r = 0,399; p = 0,021).
Además, el estudio encontró que estos factores dejan de ser significativos a partir del segundo mes de vida, lo que refuerza la importancia crítica de ese primer periodo posnatal. También se observó que el contenido en grasa, lactosa y energía no varió de forma significativa, lo que sugiere que el ajuste fino del sistema inmune en la leche se concentra sobre todo en las proteínas y no en los macronutrientes calóricos.
Estas conclusiones tienen aplicaciones claras para madres, pediatras y asesoras de lactancia. Por ejemplo, en casos donde el bebé nace con bajo peso o la madre ha tenido un aumento excesivo de peso en el embarazo, podría valorarse un seguimiento más estrecho del aporte inmunológico de la lactancia o complementar con bancos de leche humana, especialmente en entornos hospitalarios.

Este estudio añade una capa de comprensión sobre el poder adaptativo de la leche materna. Queda clara una idea que la ciencia vuelve a confirmar: el cuerpo materno sabe lo que hace. Y lo que produce en esos primeros días de lactancia tiene un valor inmunológico incalculable.
Referencias
- Bożena Kulesza-Brończyk, Agnieszka Bień, Piotr Sobieraj, Magdalena Orczyk-Pawiłowicz, Jolanta Lis-Kuberka, Matylda Czosnykowska-Łukacka, Agnieszka Bzikowska-Jura. Factors affecting total protein and lactoferrin in human milk. Scientific Reports, 2023. DOI: 10.1038/s41598-023-50124-1