Revisar el biberón al completo, no solo la tetina, después de cada uso, es una labor obligatoria para los papás. No cuesta nada hacerlo porque se puede aprovechar el momento de lavarlo a fondo para ello, y es más importante de lo que parece por distintas razones. Y es que en juego está la salud de nuestro pequeño y eso no admite ni excusas ni pereza de ningún tipo.
Por un lado, porque si el biberón es de plástico, este es un material que se afea con el uso y conviene cambiar con el tiempo. No es lo mismo que el vidrio, por poner un ejemplo de material que salvo que se rompa puede permanecer en perfecto estado pese al uso. El plástico, incluso sin estar rajado, requerirá un cambio tarde o temprano de ese biberón y mejor hacerlo cuando sea preciso.
La cuestión es cuándo, pero eso no es algo que se pueda responder de forma tajante. Depende de cada biberón, de cómo se cuide y, sobre todo, del uso que se le dé. No es lo mismo un bibe al día que tres, y tampoco es igual que no se lave y se guarde bien tras cada uso que si solo se le pasa un poco de agua y ya está. Por supuesto, también hay diseños que salen mejores que otros, es ley de vida.
El momento de cambiarlo
Por eso, nuestra recomendación sobre cuándo cambiar es muy conservadora en sentido para no exponer al niño y a su salud a riesgos innecesarios que se acabarían con coger otro biberón nuevo: observa a diario el biberón, fíjate en que no le salgan grietas o rajas, en cuyo caso habría que tirarlo de inmediato lógicamente porque de lo contrario la leche se saldría, ni tampoco rayas, que suelen dibujarse en el interior del vaso. Y mira también la tetina. Estas últimas, las grietas, tienen el problema de que es complicado quitar los gérmenes que se van acumulando en ellas, por lo que también es recomendable cambiarlo si aparecen y no solo limpiarlo.

En caso de que no aparezca nada de esto en el biberón y que veas que queda limpio cada vez que lo utiliza el peque, puedes continuar con él hasta que el sentido común te diga que ya va siendo hora de reciclar el biberón de plástico para abrir uno nuevo y empezar de nuevo otro ciclo de uso.
Como pista final te diremos que se suelen cambiar mucho más a menudo las tetinas que los bibes porque estas sufren mucho más con el uso, sobre todo desde el momento en el que aparecen los primeros dientes en el niño, de ahí que sea interesante comprar alguna de recambio al mismo tiempo que el biberón, que sea compatible con este, para que luego no te vuelvas loca o loco buscando qué modelo vale.