Si has dicho alguna vez a tu hijo eso de ‘pide perdón por lo que acabas de hacer’ (o alguna frase relacionada), sigue leyendo porque estás cometiendo un error garrafal, tal y como afirma una psicóloga infantil. Y es que, de acuerdo con su palabra, nunca deberíamos obligar a los niños a pedir perdón y si lo hemos hecho alguna vez, deberíamos olvidarnos de ello de inmediato.
Como decimos, así lo afirma Vero Di Prinzio, psicopedagoga y diplomada en TEA, crianza y desarrollo infantil en su canal de Instagram. Lo ha explicado en un vídeo que suma más de 40.000 likes en dicha red social.

¿Por qué no hay que obligar a un niño a pedir perdón?
“Es natural ver a los niños en conflicto porque cuando son pequeños todavía no han desarrollado la empatía por los demás y el ‘yo’ impera en cualquier situación”, afirma dicha profesional. Por eso, acostumbramos a verlos dar manotazos, a arrebatar cosas de las manos a otros niños o, incluso, a verlos sacar la lengua.
De acuerdo a ella, es algo ‘desesperante’ que ocurre entre los 2 y los 5 años, aproximadamente.
“Si los niños no tienen desarrollada la respuesta diplomática y le obligamos a darla, en realidad no están entiendo nada, lo están haciendo porque lo decimos nosotros”, dice la experta.
Por eso, tal y como ella misma afirma, el perdón, entre los dos y los cinco años de edad es innecesario porque ellos no entienden lo que significa perdón lo que implica esa palabra.
¿Cómo actuar si un niño pequeño hace daño a alguien?
Que no debamos obligar a los niños a pedir perdón no significa que no debamos enseñarles que hacer daño está mal (sea lo que sea que hayan hecho). “Hay que trabajar la empatía desde que son pequeños”, argumenta Di prinzio.
En vez de lugar de hacerle pedir perdón (cosa que no va a entender) podemos hacerles entender que cuando hacen daño tienen que buscar la manera de repararlo.
Si, por ejemplo, han hecho daño físico a un niño u otro familiar, podemos preguntar si están bien y si necesitan algo: “A veces con una tirita o un poco de hielo es suficiente”, dice.
Si el daño es emocional, podemos preguntar a nuestro hijo cómo cree que se siente ese niño después de lo que ha dicho o qué cree que podemos hacer juntos para que se sienta mejor.
“De esta manera, iremos trabajando la empatía por el otro”, termina.