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Álvaro Bilbao: “Este es el truco que me permite estar tranquilo cuando voy a gritar a mis hijos”

Los gritos siguen siendo un recurrente en muchos hogares con niños, aunque los expertos insisten en la necesidad de acabar con ellos. El neuropsicólogo Álvaro Bilbao aplica esta estrategia.

Sabemos que conseguir que un niño pequeño obedezca y haga caso a la primera es casi misión imposible. Lo importante, dicen los expertos, es no perder la calma (ni siquiera en esos momentos de rabieta en los que los nervios están a flor de piel). Y es que, los niños aprenden de nosotros, de lo que ven y de nuestro comportamiento.

estrategia no gritar

estrategia no gritarGetty Images

Por eso, son cada vez más los expertos en educación y psicología infantil que abogan por eliminar por completo los gritos a la hora de dirigirnos a nuestros hijos. No están permitidos, ni siquiera, en momentos en los que la paciencia parece que se agota. “Mejor respirar dos veces y calmarse antes de hablar, que hablar gritando”, dice Rafa Guerrero, psicólogo infantil.

De acuerdo con él se sitúa el neuropsicólogo Álvaro Bilbao. Aunque también se posiciona, en su papel más humano y de padre, con todos esos progenitores que recurren a los gritos en alguna que otra ocasión. De hecho, ese era su día a día hasta que se paró a pensar en otras estrategias que pudieran evitar esos gritos que no le gustaban nada. “Como todos los padres y madres, y más con tres pequeñajos corriendo por la casa, a veces me siento desbordado y no puedo evitar gritar a los niños”, confiesa en su blog especializado.

Foto Istock

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La estrategia que sigue para evitar al máximo esos momentos

Aunque dice que sí, que en su casa de vez en cuando hay gritos y enfados, asegura que no es lo más normal. Y que para reducirlos al máximo ha aplicado una estrategia que le ha permitido estar tranquilo en los momentos más difíciles. “Un pequeño acuerdo entre padre e hijos”, explica.

A esta estrategia o truco le llama ‘protocolo de emergencia’ y cuenta cómo salió de su cabeza. Dice que fue después de un día en el que había gritado a sus hijos a la hora de la cena porque no estaban haciendo lo que él dictaba. “Me regañaron y me dijeron lo mal que se sentían cuando me enfadaba tanto, así que reconocí mi fallo y pedí que me dieran una alternativa”, argumenta en su blog especializado.

De acuerdo a su palabra, entre todos acordaron tener un protocolo de emergencia para esos momentos en los que los gritos están a punto de suceder. “Acordamos entre todos que, antes de gritar, les avisaría”, continúa.

Y, además, pactaron una señal de aviso y todo: la frase “Estoy a punto de enfadarme de verdad y voy a contar hasta tres y os quiero a todos sentados en la mesa”, explica.

“Con esta señal, su cerebro sabe inmediatamente que están sobrepasando el límite de mi paciencia y enseguida obedecen (…) a todos nos parece un trato justo”.

Otras estrategias para evitar gritos

Aunque asegura que es la que más le ha funcionado y la que más pone en práctica, Álvaro Bilbao también aporta otros ‘trucos’ que podemos realizar en casa y que ayudan a evitar disgustos y gritos cuando la cosa se esté descontrolando:

  • Poner normas claras
  • Sacar al niño del contexto: cuando esté desobedeciendo o haciendo algo que queremos que deje de hacerlo, lo mejor es llevarlo a otro sitio para que te escuche
  • Actuar como si fuera sordo: sí, efectivamente, utilizar la técnica de las personas sordas para llamar su atención (dice que él, a menudo, utiliza la de tocar en el hombro para que sus hijos le atiendan)
  • Pedir las cosas por favor
  • Agacharse para mirar al niño a los ojos
  • Gritar, pero sin ira
  • Permanecer callado cuando no esté obedeciendo (esto hará que su atención se dirija a ti porque, a menudo, están más acostumbrados a escuchar voces y gritos que silencio)
Es casi la hora de cenar y al pequeño se le antojan unas patatas fritas. Sus padres le dicen que no va a comerlas porque le quitarán el hambre antes de la cena. Si el niño empieza a ponerse insistente puede ser un buen ejemplo para usar la técnica del disco rayado. ¿Te suena la situación? Conoce aquí en qué consiste.

Descripción de la imagen

Las consecuencias de gritar a los niños

La ciencia ha demostrado a lo largo del tiempo que gritar a los niños no trae consigo ninguna consecuencia positiva.

Nosotros, de hecho, nos hemos hecho eco de más de un estudio que lo afirma.

Uno llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Montreal encontró que gritar a los niños puede repercutir en el tamaño de su cerebro: puede hacerse más pequeño con el paso de los años.

Otro (este de la Universidad de Michigan) demostró que los gritos desembocan en malas conductas cuando los niños crecen.

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