Los niños con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) pueden tener inconvenientes en su vida cotidiana en un abanico bastante amplio de tareas y procesos psicológicos, aunque dependerán de la edad, ya que las dificultades no serán las mismas en la etapa infantil que en la adolescencia o en la edad adulta. En líneas generales, hay algunas dificultades con las que pueden encontrarse a lo largo de su vida.

Concentración
Los niños con TDAH suelen mantener una buena concentración en tareas que les resultan gratificantes y excitantes, como por ejemplo, los videojuegos, las películas y el deporte. En cambio, se descentran muy fácilmente ante tareas rutinarias, aburridas y con poca emoción. Por ello es imprescindible presentar las actividades, especialmente las escolares, de la manera más motivadora y dinámica posible.
A los niños con TDAH se les dificulta filtrar estímulos irrelevantes y mantener el enfoque en una actividad específica, por lo que si las actividades no les motivan, es muy probable que no se concentren adecuadamente.
Esto es porque tienen bajos niveles de dopamina, un neurotransmisor vinculado con la motivación, lo que puede afectar la capacidad para sentirse comprometidos con tareas poco gratificantes.
Planificación y organización de tareas

Los niños con TDAH tienen dificultades en el establecimiento de metas conscientes a corto, medio y largo plazo. Son niños que viven en el presente y por eso les cuesta mucho hacer predicciones sobre el futuro o bien planificar alguna tarea que no sea del momento presente.
Esta dificultad les causa muchos problemas, sobre todo en el entorno escolar, donde se exige una gran capacidad de planificación, especialmente a partir de secundaria. Por ello es muy importante que tanto los padres como los profesores les ayuden a establecer metas a corto plazo, y también que lleven un buen seguimiento del niño para confirmar que los objetivos se están cumpliendo.
Y ¿por qué las dificultades en la planificación y organización de tareas son frecuentes en personas con TDAH? Pues es debido a su función ejecutiva deficiente. Estas habilidades mentales permiten diseñar y gestionar un plan para alcanzar metas específicas. Sin embargo, el TDAH puede afectar áreas clave del cerebro involucradas en estas funciones, como el lóbulo frontal. Esto resulta difícil para estructurar actividades, establecer pasos secuenciales y priorizar tareas. Además, pueden luchar para dividir el tiempo de manera efectiva, olvidar instrucciones o perder objetos necesarios para completar una tarea, por ejemplo.
Autocontrol: inhibición de pensamientos y conductas

Los niños con TDAH tienen grandes dificultades para regularse a sí mismos emocional y conductualmente hablando. Por ejemplo, les cuesta mucho esperar el turno de palabra, guardar la cola, administrar la paga semanal, etc. Suelen tener una menor activación de los centros inhibitorios, lo que les hace actuar de modo más impulsivo, tanto cognitiva como conductualmente. En el colegio es muy común que lean la primera frase del del enunciado y no terminen de leerlo entero, lo que les causa dificultades a la hora de hacer correctamente los ejercicios.
La capacidad de inhibir respuestas impulsivas es una parte fundamental de la función ejecutiva que permite a las personas frenar impulsos inmediatos y tomar decisiones más racionales y reflexivas. En el caso de los niños con TDAH, la disfunción en el lóbulo frontal puede afectar su capacidad para ejercer este autocontrol, lo que se traduce en comportamientos impulsivos y dificultades para frenar acciones que podrían interferir con el logro de sus metas.
Memoria operativa

La memoria operativa es un tipo de memoria que nos permite guardar información durante unos segundos para realizar algún tipo de operación. Este tipo de memoria, también llamada de trabajo, se diferencia de la memoria a corto plazomemoria (MCP) en que esta última sirve sólo para almacenar datos (por ejemplo, retener una matrícula de un coche), mientras que la memoria operativa utiliza esos datos para realizar una operación mental.
Los niños con TDAH suelen tener grandes dificultades en la correcta utilización de su memoria operativa. Suelen ser muy olvidadizos y tienen una capacidad de memoria de trabajo muy baja y débil, entre otras cosas debido a su constante cambio de foco de atención.
Así pues, los niños con TDAH pueden tener problemas para mantener activa la información necesaria para realizar una tarea, lo que dificulta la secuenciación y la coordinación de pasos necesarios para completarla con éxito. Esto puede llevar a olvidos frecuentes, pérdida de objetos o desorganización en el espacio de trabajo, afectando su rendimiento académico y su vida diaria.
Reconocimiento e identificación de emociones

Los chicos con TDAH suelen tener dificultades en el reconocimiento de las emociones, tanto las suyas como las de las personas con las que se relacionan. A veces les cuesta diferenciar una emoción de otra, lo cual les cuesta diferenciar una emoción de otra, lo cual les lleva a malinterpretar ideas o emociones de los demás.
Es relativamente frecuente ver como niños con TDAH sufren explosiones de rabia o bien sentimientos de tristeza sin que tengan una explicación clara de lo que les pasa y por qué les pasa. En ocasiones pueden llegar a mostrarse agresivos, sobre todo en el TDAH con presentación impulsiva, siendo esto un síntoma de que el pequeño está sufriendo y no es capaz de hacerse con las riendas de su vida.
Una de las razones por las que el TDAH afecta a la inteligencia emocional, puede ser resultado de las diferencias neurobiológicas asociadas con el trastorno. La disfunción en ciertas áreas del cerebro puede dificultar la percepción y comprensión de las expresiones faciales y las señales no verbales que transmiten emociones. Como resultado, pueden tener problemas para interpretar cómo se sienten los demás y para expresar sus propias emociones adecuadamente. Esta limitación puede afectar sus relaciones interpersonales y generar frustración al no entender plenamente sus propios sentimientos y los de los demás.
Control interno del tiempo

Las personas tenemos un reloj biológico interno que nos hace saber aproximadamente la hora que es y también nos permite calcular el tiempo que podemos invertir en realizar una tarea. En cambio, los niños con TDAH no tienen un manejo adecuado del tiempo. Suelen subestimar lo que van a tardar en hacer una tarea.
Cuando llegan a casa con los deberes, se piensan que en diez minutos los van a terminar. Por eso quieren dejarlo todo para el final de la tarde, porque creen que en pocos minutos lo tendrán acabado. Tampoco tienen una noción aproximada del momento del día en el que están o del día de la semana que es.
Las dificultades en el control interno del tiempo se dan debido a problemas en la percepción temporal y la autorregulación. El TDAH puede afectar las funciones cerebrales responsables de la estimación del tiempo y la capacidad para planificar y seguir una rutina. Así pues, como hemos explicado, pueden tener dificultades para juzgar cuánto tiempo lleva realizar una tarea o para administrar adecuadamente el tiempo entre diferentes actividades. Esto puede llevar a la procrastinación, la falta de puntualidad y la sensación de estar constantemente "corriendo" contra el reloj.