Desde la aparición del COVID-19 en la vida de todos, la educación como tantos otros aspectos de nuestras rutinas, se tuvo que reinventar a marchas forzadas.
El problema es que en países como Japón, la vuelta a la normalidad en este campo, el de la educación presencial, no ha sido todo lo buena ni completa que debería o que las autoridades educativas japonesas esperaban.
Casi 250.000 menores, según datos del Ministerio de Educación de Japón, estudiantes de primaria y secundaria en los centros educativos nipones, han decidido no acudir a las aulas durante un mes o más en el último curso hasta marzo de 2022.
Se trata de una crisis sin precedentes a la que el gobierno japonés se enfrenta tomando distintas medidas con las que trata de encontrar la que mejor funcione para solucionar este importante problema.
Robots para las aulas vacías
La ciudad de Kumamoto, en el suroeste de Japón, va a ser la pionera con esta medida tan peculiar con la que pretenden volver a llenar las aulas de alumnos.
Sólo en el año 2022 han sido 2.760 niños los que han decidido no acudir a sus clases, un dato que no ha dejado de subir y que ha empujado a la junta de educación de Kumamoto a implementar esta medida.
Se trata de introducir robots en el aula a modo de avatares para los niños absentistas, para que poco a poco se reduzcan sus niveles de ansiedad y vayan regresando progresivamente a las aulas.
Estos robots son de poco más de un metro de altura y llevan una tablet incorporada, además de micrófono y cámara. A través de ellos los alumnos pueden ver las clases en directo desde sus domicilios pero también comunicarse tanto con el resto de compañeros como con su profesor.
Además, cada robot está vinculado a un ordenador portátil que tiene el alumno mediante el cual lo puede mover libremente por la escuela, con lo que se pretende que el estudiante reciba una experiencia escolar completa que consiga hacer que supere sus miedos y le anime a volver al aula a interactuar con sus compañeros y profesores de manera habitual.