No es algo nuevo saber que la pandemia de la COVID-19 ha afectado a los niños y los adolescentes en todos los niveles: no solo físico, sino también a nivel psicológico. Desde otoño de 2020, los pediatras (sobre todo la Asociación Española de Pediatría) alertaron un aumento de las consultas psicológicas en menores de edad. Algunos de los motivos en adolescentes eran las ideas suicidas; y en el caso de los niños pequeños, cuadros de depresión, estrés y ansiedad. Datos que les ha llevado a ser tajantes: “La salud mental de niños y adolescentes se está deteriorando”. En la actualidad, la situación no es muy distinta: las consultas infantiles sobre salud mental continúan en aumento.

Hace algún tiempo, algunas investigaciones científicas alertaron de los problemas que supusieron las mascarillas en los más pequeños de la casa. “Las mascarillas dificultan el entendimiento de palabras en los niños, que utilizan la boca para saber lo que decimos”, argumentaba Núria Este-Gibert. Efectivamente, muchos niños han podido desencadenar problemas a nivel verbal a raíz de la pandemia.
Las restricciones de distanciamiento social y las medidas de confinamiento pueden haber limitado las oportunidades de interacción social y de comunicación para los niños. Además, la falta de exposición regular a diferentes voces y conversaciones puede afectar su desarrollo lingüístico.
Pero el habla parece que no fue el único perjudicado: una pediatra especializada en Psiquiatría de la Infancia habló de problemas de neurodesarrollo en niños nacidos en mitad de la pandemia.
El neurodesarrollo infantil, otro perjudicado, ¿cómo afecta la pandemia?

“En los niños nacidos al inicio de la pandemia (hemos detectado) un aumento de los problemas de neurodesarrollo como retrasos en el habla, retrasos madurativos o síntomas de trastorno del espectro autista”, aseguró la doctora Gemma Ochando, pediatra especializada en Psiquiatría de la Infancia y Adolescencia en el Hospital La Salud y miembro de la Sociedad de Psiquiatría Infantil de la Asociación Española de Pediatría.
No es algo fortuito que el neurodesarrollo infantil se vea afectado desde la pandemia. “(Existieron) varios factores que (aumentaron) la incidencia de trastornos del neurodesarrollo y el retraso en el diagnóstico de los mismo”, explicó la doctora Ochando. Y es que aunque cada niño ha podido vivir la pandemia de una manera diferente, es muy posible que algunos factores hayan aumentado el riesgo de problemas en el neurodesarrollo infantil. A continuación explicamos algunos de estos:
- Es sabido que la interacción social es esencial para el desarrollo saludable de los niños. Las restricciones de distanciamiento social y el uso de mascarillas han podido dificultar la lectura de expresiones faciales y la comunicación no verbal, lo que ha podido impactar la capacidad de los niños para comprender las emociones de los demás y desarrollar habilidades sociales.
- Las interacciones sociales limitadas han podido afectar el desarrollo del lenguaje y la comunicación. Es posible que los niños hayan tenido menos oportunidades de escuchar y usar diferentes palabras, expresiones y estructuras lingüísticas durante la pandemia. Por lo que ha podido afectar su vocabulario y habilidades de comunicación.
- A nivel cognitivo, sabemos que la estimulación cognitiva y el aprendizaje a través de la exploración y el juego son fundamentales para el desarrollo cerebral. Durante la pandemia, la falta de interacciones con otros niños y la reducción de oportunidades de juego en grupo ha podido afectar el desarrollo cognitivo de los niños.
- Lo mismo pasa con las habilidades de motricidad. Las restricciones en el movimiento y las actividades al aire libre han podido limitar las oportunidades para que los niños desarrollen sus habilidades motoras gruesas y finas.
- Al estar confinados en casa, la mayor exposición a la tecnología y las pantallas ha podido tener efectos en el desarrollo cerebral de los niños.
No obstante, hablamos de supuestos porque aún no existen estudios certeros que confirmen claramente los efectos de la pandemia en el desarrollo de los niños, ya que son investigaciones de carácter longitudinal.