La mayoría de nosotros no hemos recibido una educación emocional y ahora nos toca acompañar a nuestros hijos para que afronten sus emociones. ¿Cómo conseguirlo?
Míriam Tirado, autora del bestseller de crianza Límites y Rabietas, regresa con su libro Sentir (Ed. Grijalbo), lleno de herramientas y recursos para ayudarte a vivir mejor tus emociones y las de los demás.
¿Qué importancia tiene comprender las emociones de los niños?
Es vital, porque para poder acompañarlos como necesitan, es importante que entendamos cómo se sienten y cómo viven ellos sus emociones. Necesitan de nuestra empatía, de nuestra comprensión y de nuestra guía, porque en la infancia las emociones son muchas y muy intensas.
¿Qué papel juegan las emociones en el desarrollo global de un niño?
Los niños son todo emoción, y las viven intensamente. En la primera infancia, la parte racional del cerebro no está todavía desarrollada, pero la parte emocional está a tope justamente para que los niños puedan comunicarnos claramente qué les gusta y qué no, qué necesitan y cómo están, sus emociones las viven intensamente y a flor de piel.
Ahí los adultos tenemos que atender y validar esas emociones, ayudándoles poco a poco a comprender qué les pasa. Cuanto más atendidos emocionalmente estén, más se conocerán, más sabrán lidiar con sus propias emociones y más posibilidades tendrán de vivir una vida plena y sana emocionalmente.

¿Qué estrategias fomentan la inteligencia emocional en los niños pequeños?
Practicando la validación de sus emociones, como poniendo nombre a lo que sienten para que vayan adquiriendo vocabulario emocional y comprensión de lo que les ocurre por dentro, o leyendo con ellos cuentos que hablen de emociones y así puedan ir entendiendo y sintiéndose identificados.
¿Y cómo ayudarles a expresar sus emociones de manera saludable?
Primero, siendo ejemplo, haciéndolo nosotros. Luego, a través de irles guiando y comunicándoles cuándo una forma de expresión no es asertiva y cuándo sí, con mucha práctica y mucha paciencia.
No es fácil ni rápido que uno pueda identificar qué le pasa por dentro, que lo comprenda y lo sepa expresar de una forma asertiva. Por eso es tan importante que lo vean en nosotros para que así lo puedan ir integrando como algo natural, y que, a la vez, les ayudemos también a ellos a llevarlo a la práctica.
¿Cuál es la mejor manera de abordar sus rabietas y emociones intensas?
Desde la calma y la comprensión de la etapa de la primera infancia. Si tenemos información sobre esa fase, podremos comprenderles mejor y esto nos ayudará a que cuando esas emociones intensas se expresen, podamos acompañarlas mejor, desde la calma y la empatía.
Para abordar rabietas y emociones intensas es vital que comprendamos que cuando eso ocurre, el niño o la niña están sufriendo. No lo hace por fastidiarnos ni por placer, sino que sufre y nos necesita atentos, presentes y amorosos.

¿Qué consejos puedes ofrecer a los padres para cultivar un ambiente emocionalmente seguro en el hogar?
Recomiendo el propio trabajo personal de los adultos de la casa. Cuanto más aprendamos a acompañarnos, a sanar nuestras propias heridas y a validar también todas nuestras emociones, más fácil nos será que el ambiente en casa sea emocionalmente seguro.
Todo empieza en uno y tenemos que ser conscientes de ello porque si no, vamos perpetuando nuestras propias heridas, transmitiéndoselas a nuestros hijos, aunque no queramos, porque en momentos de tensión y conflicto, nos salta el automático y actuamos según el patrón en el que hemos sido criados.
¿Cuáles son los desafíos más comunes que enfrentan los padres al criar a niños emocionalmente inteligentes?
Somos una generación que no hemos recibido ningún tipo de educación emocional ni en casa ni en la escuela, pero queremos dar eso a nuestros hijos, con lo cual, tenemos que desaprender el rechazar y negar las emociones, y aprender a aceptarlas y validarlas.
Cuesta mucho dar lo que no has recibido y requiere de un esfuerzo extra. Luego, la sobreexigencia de madres y padres actuales, muy informados, pero a la vez, muy estresados. Vivimos en una sociedad que cuida poco de las personas y ya no digamos de las familias y esto no ayuda en absoluto a crear entornos emocionalmente saludables.
¿Cómo podemos enseñar a los niños a manejar el estrés y la ansiedad?
Ayudándoles a conectar con su respiración, para que aprendan que es su mejor timón y guía. La respiración es la herramienta por excelencia que nos ayuda a regularnos y es importante que lo sepan desde bien pequeñitos.
Pero para mí, lo primordial es que los adultos seamos ejemplo del manejo del estrés y la ansiedad. Tienen que verlo en nosotros, si no, lo que les decimos es pura teoría que no les va a resonar porque no va a ser algo que se les haga auténtico porque no lo ven en su madre o en su padre.