La agresividad es normal a esta edad porque los niños aún no han aprendido a dominar sus impulsos. ¿Es posible controlarla?
Cuando cumplen un año, la autonomía física que logran cuando aprenden a caminar y a utilizar su cuerpo, les impulsa a utilizar la fuerza para satisfacer sus deseos. Ciertas dosis de agresividad son normales a esta edad, los niños todavía se guían por sus instintos, son egocéntricos y les cuesta tener en cuenta a los demás, por eso reaccionan de forma agresiva cuando se sienten frustrados.
Muchos padres no sabemos qué hacer, ¿como lograr que no muerdan o golpeen a otros niños? Aprender a afrontar las conductas agresivas de los niños requiere mucha paciencia, tiempo y perseverancia, pero es importante para ayudarles a superar esta etapa.
Estas son algunas de las situaciones en las que se manifiesta la agresividad infantil.
Pega por diversión
'Cuando le tenemos en brazos a veces nos suelta un manotazo o nos da un tirón de pelos. No parece que actúe con mala intención, sino por divertirse, porque casi siempre se ríe al hacerlo'.
No hay que dar demasiada importancia a ese comportamiento, ya que se trata de un niño muy pequeño, pero eso no quiere decir que haya que consentírselo. Tenemos que ponernos serios y decirle que no se pega e inmediatamente retirarle la atención y suspender momentáneamente la comunicación con él.
Se golpea con agresividad
'Cuando mi hijo se enfada porque no le consiento algo, coge una rabieta y se golpea contra el suelo o los muebles'.
Muerde
'Nuestro hijo empezó a morder cuando le salieron los primeros dientes. Lo hace sobre todo cuando se enfada, pero otras veces lo hace por las buenas. Tenemos miedo de que muerda a sus compañeros cuando llegue el momento de llevarle a la escuela infantil'.
Desde el primer año de vida y hasta los tres años aproximadamente, los niños tienen que aprender a autorregularse. Cuando muerden, arañan o pelean ponen a prueba su capacidad para controlar sus impulsos frente a determinadas situaciones.
No nacen sabiendo dominar sus emociones y sus deseos. Aprenden a controlarlas a medida que se relacionan con los adultos y con otros pequeños, en situaciones sociales y espacios como la escuela infantil.
El mejor modo de ayudarles es predicar con el ejemplo. Debemos mantener la calma y no responder a su agresividad con la nuestra.
Es importante ayudarles a superar esta etapa para que sepan modular sus impulsos y frustraciones en años posteriores.
Agrede a los amiguitos
'Cuando nuestro hijo está con otros niños de su edad tenemos que andarnos con mucho ojo porque a la mínima contrariedad pega o incluso araña. ¿Debemos preocuparnos?'.
¿Le damos unos azotitos?
'Nuestra hija nos pega cuando no se sale con la suya. Nosotros le reñimos y le damos golpecitos en el pañal, aunque hay quien nos aconseja que le demos un par de buenos azotes para que deje ese vicio'.
No solo no hay que darle unos azotes, sino que tampoco hay que pegarle golpecitos en el pañal. Aunque parezcan poca cosa, los niños son unos grandes imitadores y esos golpecitos son suficientes para que el pequeño crea que es un modo válido para comunicarse.
¿Nene malo?
'Cuando regañamos a nuestro hijo de un año se da cachetes a sí mismo y dice 'nene malo'. Nosotros nunca le hemos pegado, nos limitamos a reñirle y a decirle que es malo cuando se porta mal'.
Si un niño se abofetea a sí mismo, podemos abrazarle y decirle que no se pegue, porque él no es malo, sino bueno, y nosotros le queremos mucho. Si le decimos que es 'malo' él se lo tomará al pie de la letra y adoptará comportamientos autoagresivos.