El ser humano aprende de diversas maneras. Una de ellas es a través de la teoría, estudiando y escuchando a los que saben. Otra, la práctica. A base de equivocarnos y de repetir podemos desarrollar el aprendizaje. Esto es lo que hacen, por ejemplo, los deportistas de élite durante toda su vida. Pero entre medias hay una herramienta superútil para aprender: copiar.
La observación es una de las capacidades más infravaloradas en el ser humano. Se puede aprender una barbaridad a base de mirar a los demás como hacen algo. Tanto si lo hacen bien, para seguir sus pasos, como si lo hacen mal, para evitar sus errores. En la edad adulta, no todo el mundo es igual de observador, pero por lo general, todos los niños se fijan muchísimo en sus referentes más cercanos.
Es parte de su evolución como seres humanos: la fase de la experimentación, de la curiosidad que dicen muchos padres y madres cuando se refieren a este periodo temprano de la vida (entre los 2 y los 3 años es cuando alcanza su cenit) es común a todos los niños y niñas. Todos imitan lo que ven, especialmente en sus seres queridos más cercanos. Y en este selecto grupo se incluyen, por supuesto, los hermanos y hermanas mayores.
Búsqueda de referentes
Basta con tener un poquito de experiencia en esto de la paternidad/maternidad para entender que no hay forma más eficaz de enseñar algo a un niño pequeño que predicando con el ejemplo en casa. Ellos tienden a copiar todo aquello que ven a su alrededor. Lo bueno y lo que no lo es tanto. Pues si encima hay en casa un hermano o hermana mayor con el pasan muchísimo tiempo compartiendo ocio, comidas, hábitos de higiene, conversaciones, y otras muchas cosas, es inevitable que les copien. No solo gestos, sino también palabras y expresiones.
Lo harán durante mucho tiempo, hasta que poco a poco dispongan de las herramientas necesarias para ir conformando su propia personalidad y hasta que desarrollen la capacidad de decidir por sí mismos antes de convertir en acción un pensamiento.
Para buscar protección, los padres son la primera opción, pero si existe la figura del hermano o hermana mayor, lo más normal del mundo es que este se convierta en una especie de “profesor” o modelo a seguir para el pequeño o pequeña de la casa.
Apoyo al hermano mayor
Por lo tanto, no os debéis de preocupar porque así sea ya que se trata de algo completamente normal. Eso sí, puede llegar a desesperar al mayor, así que si es necesario que le expliquéis por qué ocurre y que esta es una etapa pasajera.
Acompañadle siempre que la frustración aparezca o esté cerca de hacerlo por este motivo, porque de lo contrario puede derivar en reacciones negativas hacia su hermano o hermana pequeña y, lo que es todavía peor, puede afectarle a nivel emocional, especialmente si son niños o niñas de corta edad por mucho que tengan la condición de hermano y hermana mayor. No es nada sencillo para ellos entender que una persona les copie todo aquello que hacen.