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Fase lutea larga: ¿a qué se puede deber?

Si esta etapa de la menstruación dura más de 16 días, o se ha producido un embarazo o hay una ausencia de ovulación que seguramente estará relacionada con desajustes hormonales.

La fase lútea es la tercera y última etapa de la menstruación, esa que arranca justo después de la ovulación y termina el día antes de que arranque el período menstrual siguiente. Esto es, es el intervalo de tiempo entre la ovulación y el sangrado vaginal de la siguiente menstruación. Como norma general, la fase lútea dura de 12 a 14 días -hasta 16 es normal-, pero hay casos en los que no llega a dicha cantidad de días, y otras en las que es más larga.
La primera gran diferencia entre unas fases lúteas y otras es si el óvulo ha sido fecundado o no. Si la fecundación se produce, durante esta fase aparece en el ovario, tras la liberación del óvulo, un tejido rico en colesterol de color amarillento que se denomina cuerpo lúteo o cuerpo amarillo.
Este tejido produce grandes cantidades de progesterona, responsable de preparar al endometrio para alimentar al huevo fecundado y también de estimular el cuello uterino para que segregue un moco espeso que hace las veces de barrera contra los gérmenes, protegiendo así al óvulo. El cuerpo lúteo es fundamental durante las 10 primeras semanas de gestación.
Un embarazo es el caso más habitual de por qué una fase lútea se alarga, o parece alargarse más de lo normal: al existir fecundación, no hay sangrado, y por lo tanto debes tener en cuenta el embarazo como una causa de que detectes que la fase lútea dura más de la cuenta.
En cambio, si no se ha producido fecundación alguna, el folículo vacío se contrae, de manera que el nivel de estrógeno y de progesterona en el organismo decae, aunque la producción no se detiene de forma abrupta, sino que continúa y desciende progresivamente. Una vez aparece la menstruación, comienza el ciclo siguiente, y en consecuencia, la fase lútea termina.
Conocer la fase lútea permite definir con más exactitud el día de la ovulación y, por ende, los días fértiles. Pero también es importante para detectar cualquier anomalía; por ejemplo, una duración más larga de lo habitual. Y es que la fase lútea puede sufrir trastornos que se traducen en ciclos menstruales irregulares, como decíamos anteriormente.
Si el cuerpo no produce la suficiente progesterona, la fase lútea será  corta, y en caso de ser inferior a 10 días, la dificultad para llegar al embarazo aumenta porque el revestimiento uterino se desprende antes de que el embrión pueda implantarse.
En el caso de que estos sean más largos de lo normal,  es decir, si dura más 16 días y has descartado el embarazo como causa, algo ocurre para que no hayas ovulado. Y lo que suele ocurrir en estos casos son desequilibrios hormonales. Es extraño que ocurran de forma esporádica, ya que son propios de mujeres que tienen ciclos irregulares.
Estas, en un número altísimo, suelen estar afectadas por lo que se conoce como síndrome de ovario poliquístico (SOP), que ocurre cuando los ovarios o las glándulas suprarrenales de la mujer producen más hormonas masculinas de lo normal. El síndrome causa crecimiento de quistes  en los ovarios, lo cual provoca menstruaciones irregulares, ausencias de ovulación durante largos períodos y problemas de fertilidad.
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