El síndrome del espejo durante el embarazo: qué es y por qué aparece

Menos conocido que otras complicaciones del embarazo, además de acumulación de líquidos, también suele cursar con preeclampsia (otra complicación grave en el embarazo).
El síndrome del espejo durante el embarazo: qué es y por qué aparece

Conocido médicamente con el nombre de síndrome de Ballantyne, el denominado como síndrome del espejo ocurre en el embarazo cuando el feto tiene un exceso anormal de líquido, y la mujer tiene preeclampsia, que consiste en una forma de hipertensión arterial que se presenta durante la gestación.

Se trata, en realidad, de una condición bastante rara, pero es extremadamente grave y potencialmente mortal, por lo que reconocer los síntomas e informar al médico se convierte en uno de los primeros pasos hacia un diagnóstico médico y tratamiento adecuados. De hecho, la acción temprana es imprescindible cuando algo atípico surge durante el embarazo.

¿Qué es y en qué consiste el síndrome del espejo?

El síndrome del espejo es otro término con el que, médicamente, se conoce síndrome de Ballantyne o hidropesía materna. Sucede cuando se origina una retención de líquidos muy elevada en la embarazada, lo que refleja cambios de hidropesía fetal.

Esto significa que existe una acumulación de líquido debajo de la piel, o en alguna parte del cuerpo de la futura mamá, el feto y, generalmente, en la placenta. Por este motivo también es conocido médicamente como triple edema (ya que indica la existencia de acumulación de líquidos en los tres lugares).

Además, la embarazada tiene una complicación caracterizada por hipertensión arterial y posibles signos de daños en otros órganos (como el hígado y los riñones), la cual es conocida con el nombre de preeclampsia.

De hecho, la preeclampsia consiste en un trastorno del embarazo que cursa con la existencia de una presión arterial elevada, y otros síntomas, como la presencia de proteína en la orina. Es uno de los cuatro trastornos hipertensivos del embarazo, y puede ser muy grave tanto para la futura mamá como para su bebé.

Aunque los médicos no están del todo seguros de qué causa la preeclampsia, se cree que tanto la formación como la implantación de la placenta podría desempeñar cierto papel, aunque no siempre es así. Por ejemplo, se sabe que muchas mujeres con placentas que se forman normalmente desarrollan el trastorno, y, al contrario, muchas mujeres con placentas mal formadas presentan embarazos saludables.

No obstante, sí existen una serie de factores de riesgo que pueden influir, como: primer embarazo, obesidad, edad temprana (adolescencia), hipertensión arterial crónica, diabetes, edad materna avanzada, embarazo gemelar o múltiple y una historia previa de preeclampsia.

¿Cuáles son los síntomas que pueden presentarse?

Preeclampsia - Foto: Istock

Dado que se trata de una condición rara, pero grave, es fundamental notar los síntomas lo antes posible, dado que esto ayudará a recibir el tratamiento médico adecuado rápidamente. No obstante, es cierto que, en ocasiones, los síntomas se pueden superponer con otras afecciones, como -de hecho- podría ocurrir con la preeclampsia.

Los síntomas más comunes suelen ser:

  • Presión arterial elevada
  • Hinchazón significativa y severa
  • Proteína en la orina
  • Aumento de peso, especialmente excesivo, en un período breve de tiempo

¿Cuáles son las causas?

Por el momento, ya que se trata de una condición rara, se desconocen las causas exactas que tienden a influir en la aparición de este síndrome. Pero sí se sabe que, por lo general, es causado por lo que médicamente se conoce como hidropesía fetal.

La hidropesía fetal es una afección en la que se acumulan cantidades anormales de líquido en los diferentes tejidos del feto (es decir, en dos o más zonas del cuerpo del feto o del recién nacido). Suele ocurrir a partir de diferentes complicaciones que interfieren en la capacidad del bebé para poder regular correcta y normalmente los líquidos.

Sí se conocen algunas complicaciones que pueden influir en la aparición de la hidropesía fetal, como es el caso de infecciones, problemas cardíacos, trastornos metabólicos o síndromes genéticos, entre otros.

¿Cómo se diagnostica?

Dado que no existe una prueba específica que ayude a diagnosticar este síndrome, el diagnóstico apropiado puede venir de la mano de los resultados obtenidos de otras pruebas.

Por ejemplo, el aumento anormal de líquido en el bebé se puede encontrar en una prueba de ultrasonido rutinaria, y la preeclampsia puede ser diagnosticada a partir de la medición de la presión arterial y sus correspondientes lecturas, o de los resultados obtenidos en el análisis de orina (si existe proteína).

¿Y cómo se trata?

El tratamiento médico, a menudo, puede depender de la causa que haya originado la hidropesía fetal, así como la propia gravedad en sí de la preeclampsia. Si se ha podido descubrir la causa, y esta puede ser tratada, tratarla ayudará a aliviar los síntomas tanto para la mamá como para su bebé.

En otros casos, como cuando la preeclampsia es seria, podría estar indicado el parto. A partir de ahí, es muy habitual que los síntomas maternos se alivien y calmen en cuestión de días. Cuando finalmente ha nacido el bebé, los profesionales de la salud que trabajan en la unidad de cuidados intensivos neonatales se ocupará de tratar la hidropesía en función de cuál sea la causa original.

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