Una de las muchas bacterias tifoidea, del que no vamos a referirnos en las siguientes líneas pero es bueno que al menos se conozca su existencia.
Cómo se contrae
Las dos formas más habituales de contraer esta agresiva bacteria es haber mantenido contacto previo con un animal que la tenga o haber comido algún alimento crudo en la que también estuviera presente. El huevo, el pollo, el pavo o la leche son algunos de los ingredientes que, de estar contaminados con Salmonella y no cocinarse de forma apropiada para conseguir que la bacteria no permanezca viva en ellos, son altamente contagiosos para la persona que los ingiera.
En el caso de los animales, es sobre todo en los excrementos de los reptiles -también en aves como las gallinas y mamíferos como las vacas- donde puede hallarse la Salmonella -puede pasar a la piel si la criatura entra en contacto con estos, lo cual es habitual-, de ahí que sea importante lavarse muy bien las manos después de manipular mascotas como las tortugas. Mucho cuidado con hacerlo también después de hacer tus necesidades o de limpiar las de un pequeño diagnosticado de salmonelosis, porque también está presente en los excrementos de las personas contagiadas.
Más allá de estas tres causas, la bacteria que causa la salmonelosis puede estar presente también en el agua e incluso en la tierra. Afortunadamente, la calidad del agua potable en nuestro país es excepcional en general, pero es bueno conocer que contraer esta enfermedad es uno de los riesgos que conlleva hidratarse con agua en mal estado o que directamente no sea apta para el consumo humano. Un adulto no va a beber, en circunstancias normales, agua que no debe, pero un niño puede cometer el error de hacerlo, de ahí que haya que tener especial cuidado cuando se pueda dar esta posibilidad.
Principales síntomas
Y es que no estamos hablando de un resfriado, sino de uno de esos virus que te puede dejar hecho polvo durante unos días, alrededor de una semana generalmente. Todo depende de cómo afecte la bacteria al pequeño que la contrae, pero los síntomas son notables y, sobre todo, muy desagradables, ya que provoca náuseas, vómitos, dolor abdominal intenso acompañado por retortijones y diarrea, que puede ir acompañada de sangre.
También son síntomas asociados a ella la fiebre y el dolor de cabeza. Como ves, en general, los síntomas se pueden confundir con los de otras patologías, de ahí que un médico suela recurrir a un análisis de las heces del paciente para poder confirmar si se trata de una salmonelosis lo que ha provocado el cuadro clínico mencionado.
Tratamiento para combatirla
Será el especialista médico el que decida, en función de la intensidad y gravedad de los síntomas por un lado, y de los antecedentes clínicos y las circunstancias personales del paciente -sea niño o adulto-, si este requiere un tratamiento concreto con antibióticos, algo que es habitual en personas de riesgo -lactantes, personas que sufren patologías como el cáncer, que carecen de bazo o este no les funciona correctamente, e inmunodeficienes, entre otros-, o es preferible asegurar la hidratación y controlar la fiebre hasta que lo síntomas de la enfermedad vayan desapareciendo.
Hay que tener en cuenta que la salmonelosis es contagiosa y por eso se deben extremar las precauciones en casa si un miembro de la familia la padece, limitando por supuesto el contacto en el exterior también. Pero, como siempre insistimos en cuestiones de salud, nada es tan efectivo como las medidas de prevención, y en este caso la limpieza de las manos siempre que se vaya a manipular un alimento, se acuda al baño o se manipule a un animal, su hábitat, o ambos.