Frente a aquellas actividades en las que prima la competición, los juegos cooperativos son aquellos en los que lo que prevalece es la diversión por encima de todo. Para llevarse a cabo, normalmente son juegos en los que los niños se organizan en grupo, en equipo o en parejas. El objetivo es la participación de todos los jugadores, más que darle importancia a un resultado o puntuación final.
Realmente, el resultado será más bien la suma de todos los logros que haya conseguido el equipo para conseguir el fin común. El éxito de un participante es el de todo el equipo, de tal manera que los jugadores no compiten entre sí, sino que en su lugar se apoyan entre ellos. De este modo, lo que se crea es un ambiente favorable para la cooperación en grupo, donde lo que se busca es evitar la exclusión.
Este tipo de actividades es altamente beneficioso para el desarrollo infantil, especialmente en lo que a socialización se refiere. Se promueve, como decimos, la participación, la comunicación, el compañerismo, la empatía, la confianza, la perseverancia, la coordinación, el sacrificio… Son infinitas las ventajas que podemos encontrar en estos pasatiempos.
Asimismo, suelen ser juegos sencillos, fáciles de entender, que suelen tener un buen nivel de aceptación entre los más pequeños. Al unirse y lograr el objetivo del juego, se sienten victoriosos todos juntos.
Y es que, es una forma de que, buscando esa unión, los integrantes compartan sus ideas y valores y también se deleguen responsabilidades. El simple hecho de ver que no consiguen el objetivo deseado les hace reflexionar sobre cómo deben estar comprometidos y sobre cómo aplicar el compañerismo.
De esta forma, se darán cuenta de que el secreto está en jugar con los demás y no contra los demás, que deben comunicarse, conocer sus capacidades y las del resto, aceptar los retos, confiar en sí mismos, apreciarse y apreciar a los demás.
Por estos motivos, además de ser una buena alternativa como forma de enseñanza, sirven como herramienta para aumentar la autoestima, reducir el desánimo y también evitar el miedo al fracaso. No te pierdas la siguiente recopilación de juegos cooperativos para niños. ¿Cuáles os gustan más?
El tesoro escondido
Los niños deben dividirse en dos equipos y colocarse cada uno en un extremo de la pista. Uno será el equipo defensor y el otro el atacante. Un participante del defensor tendrá un pequeño objeto escondido. El resto del equipo debe conseguir que el niño que lo lleva llegue hasta el otro extremo. Mientras, el otro grupo lo intentará evitar. Para ello irá pillando a los jugadores, que con solo tocarlos serán eliminados.

Balón sin manos
Lo primero que hay que hacer es elegir un recorrido con una salida y una línea de meta. Organizados en parejas y utilizando un balón, los niños tendrán que conseguir llegar a la meta llevando el balón, pero no pueden tocarlo con las manos. Para ello tendrán que ingeniárselas e intentar transportarlo con la espalda, por ejemplo. Si se les cae, deben volver a empezar. La pareja que llegue antes será la ganadora.

La cadena o el lazo
Es un juego muy clásico que comienza con dos niños cogidos de la mano, los que forman los dos primeros “eslabones de la cadena”. Su objetivo será ir tocando a los demás participantes mientras estos huyen, para que se unan a ellos. Cada vez que toquen a alguien este deberá unirse para ir alargando la cadena. La partida finaliza cuando se pilla al último jugador libre y se inicia una nueva con los dos participantes que primero fueron tocados ligando.

“¡Pies quietos!”
Empieza ligando un niño que se coloca en el centro con una pelota. Este tiene que tirar el balón mientras dice el nombre de uno de los jugadores. El nombrado tiene que salir corriendo para buscar la pelota y cuando la tenga, debe gritar: “¡Pies quietos!”. Todos deben quedarse parados donde estén. El que tiene la pelota debe dar tres saltos hacia el jugador que haya quedado más cerca y debe intentar darle.Si le da, el jugador tocado tiene una falta. Si no le da, el que la ha lanzado tendrá la falta él mismo por no darle. A la tercera falta, los jugadores se eliminan. Se acaba el juego cuando se ha eliminado a todos y solo queda uno.

¡Que no caiga el globo!
Para este juego tan sencillo, pero a la vez tan divertido para los más pequeños, solo se necesita un globo inflado. Más que tener un objetivo, se trata de dar toques entre todos para que el globo se mantenga flotando en el aire y no caiga al suelo. Hay que intentar coordinarse para lograrlo.
